En otra vida - ¿Qué hice?

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Cuando Lena vio a Monel a la mañana siguiente, le fue imposible contener la risa.

— ¿Qué haces vestido así? — le pregunto siendo apenas capaz de hablar.

— Así es como se viste la gente aquí— respondió él, mirando su atuendo. –Y mejor acostúmbrate porque así me vestiré de ahora en adelante.

— Está bien. Solo no me pidas que yo también me vista así. —Lena volvió a reír.

—No seas ridícula.

— ¡Oye! Por cierto, voy a ir a la ciudad...

— Con Kara, lo sé.

— ¿Cómo...?

— Me pidió permiso ayer. —Lena se molestó al enterarse de que la joven ZorEl le había pedido permiso a su hermano para salir con ella –Trata de comportarte Lena— le pido

— Ya no soy una niña. Así que deja de decirme lo que tengo que hacer— refunfuño la joven

Kara le mostro el centro de la ciudad, adornado de una hermosa arquitectura y unos perfectos jardines, tenía que aceptar Lena. La joven la llevo a las mejores boutiques que existían en la ciudad, pero Lena no las disfruto, aun cuando no existía nada en el mundo que hiciera más feliz a la joven que ir de compras. Pero estaba demasiado molesta como para disfrutarlo. Kara se veía muy alegre, pero Lena la ignoraba la mayor parte del tiempo y apenas si le dirigía la palabra.

En un descuido de la joven, Lena se alejó de ella para poder caminar sola por un rato. Se detuvo frente a la vitrina de una panadería. El olor que provenía del lugar le recordó que tenía hambre y aquellos panes solo provocaban que su estómago rugiera.

— ¿Se ven deliciosos verdad? — le dijo una dulce voz mientras Lena estaba babeando fuera de la vitrina

— Ya lo creo— respondió mirando a la desconocía que estaba a un lado suyo. Se trataba de una hermosa joven de piel blanca y facciones finas. No era alta, pero tenía una despampanante figura y una sonrisa encantadora que a Lena le gusto de inmediato.

— ¿Quieres uno? — la chica tomo un pan glaseado de una bolsa de papel que llevaba en los brazos y se la ofreció a Lena

— Muchas gracias— Lena acepto el pan –Mi nombre es Lena—

— Es un placer conocerla. Yo soy Andrea— las dos sonrieron

— El placer es mío ¿No eres de por aquí verdad? — quiso saber Lena ya que la joven tenía rasgos asiáticos al igual que ella

— En realidad sí. Pero tú no ¿Cierto?

— Yo...

— ¡Lena! — gritó Kara a unos cuantos metros de ellas. Al verla camino con paso fuerte hasta colocarse entre las dos jóvenes mirando a Lena con molestia —¡¿En dónde estabas?!

— Tenía hambre. — le dijo Lena mostrándole el pan en sus manos

— ¡Estaba preocupada por ti!

— ¡Pues no tenías por qué estarlo! ¡Yo estoy bien!— Kara dirigió su atención a Andrea y la miro con desprecio.

— ¿Qué haces hablando con... esta?

— No seas grosera.

— ¡Vámonos! —sin darle tiempo a Lena de reaccionar, Kara la tomó de la mano y la arrastro con ella de vuelta al coche.

— ¡¿Qué demonios te pasa?!— preguntó Lena soltándose del agarre de la joven ZorEl.

— ¡¿A mí?! ¡¿Qué te pasa a ti?! ¿Por qué estas enojada con migo?— Lena no respondió. —¿Qué hice? Ayer parecía que estábamos bien, pero hoy...

— Nada, no paso nada. No hiciste nada.

— ¡Oye! — Kara trató de calmarse. —De verdad no sé qué hice.

— No me gusta que las personas tengan que pedir permiso para salir conmigo.

— ¿De qué...?

— ¡Olvídalo! — Lena se iba a subir al coche, pero Kara se puso frente a ella.

— Espera ¿Estas molesta por qué le dije a tu hermano que vendríamos de compras?

— No me gusta darle explicaciones a nadie de lo que hago en mi vida. Ni siquiera mi hermano.

— Pero Lena, él es... mi prometido.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora