¿Sigues odiándome?

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Sam y Lex terminaron de firmar su hospedaje antes de lo que esperaban e iban a seguir de inmediato a Lena, pero se vieron envueltos por un grupo de locas y gritonas chicas que estaban esperando para recibir al equipo de jockey. Lex se dejó envolver por todo el alboroto ya que se trataba de uno de sus quipos favoritos, y no estaba dispuesto a perder la oportunidad para tomarse alguna foto y pedir uno que otro autógrafo.

Mientras la multitud gritaba enloquecida, Sam no pudo evitar chocar con el hombro de otra chica.

—Discúlpame. — dijo de inmediato, pero cuando vio a la joven no pudo creerlo.

—¿Sam? — preguntó Alex igual de sorprendida.

Rápidamente, Sam miró al chico que sujetaba la mano de Alex ¡Era Kal! Y si ellos estaban ahí, significaba que Kara también lo estaba.

Sin decir palabra alguna las dos chicas miraron al mismo tiempo hacia el ascensor donde Kara y Lena estaban solas.

°°°

Cuando me giré no podía creer que ella estuviera ahí.

De todas las personas en el mundo tenía que encontrarme con ella, en Vancouver, en el mismo hotel y de nuevo en un elevador.

—Qué pequeño es el mundo. — me dijo con esa sonrisa de satisfacción que tanto odio. –Jamás pensé volver a verte.

—Yo esperaba lo mismo. — las palabras salieron de mi boca sin poder evitarlo, ella volvió a sonreír.

—¿Sigues odiándome? — preguntó como si en verdad le importara.

—¿Sigues siendo la imbécil que arrolla personas?

La sonrisa en su rostro se hizo más grande.

¡¿Por qué demonios no deja de sonreír?!

—De hecho, acabo de arrollar a un par de ancianos de camino al hotel.

—Idiota. — susurré dándole la espalda, pero sin evitar que en mis labios se dibujara una pequeña sonrisa.

—Solo bromeo, Kara.

Antes de que sucediera cualquier otra cosa, las puertas se abrieron en el piso donde estaba mi habitación.

Caminé a toda prisa para alejarme de ella, dándole la espalda.

— Nos vemos luego.

—Claro que no. — le dije sin mirarla.

°°°

—Alex. — la voz de Kal trajo a la realidad a la joven empresaria. —¿Quién es ella? — preguntó intrigado e interesado en la joven a partes iguales.

—¡Cierto! Perdona — dijo Alex sacudiendo un poco la cabeza para despejar su mente — Ella es Samantha una vieja amiga. Sam, te presento a Kal. Él es... como mi hermano.

Sam miró a Kal y extendió la mano para saludarlo.

—Mucho gusto.

Kal dudo unos segundos, pero al final correspondió al saludo.

—¿No nos hemos visto antes? — preguntó luego de depositar un pequeño beso sobre el dorso de la mano que le habían ofrecido, sorprendiendo tanto a Alex como a Sam.

—¿Por qué preguntas eso Kal? — Cuestionó Alex.

—Su rostro me resulta familiar.

—Pues si has ido al centro médico de especialidades en San Francisco puede que la hayas visto allí— dijo Lex que hasta ese momento había sido completamente ignorado. — Hola, por cierto. Soy Alexander, pero pueden llamarme Lex.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora