Kal

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Alex ya se encontraba esperando a Sam en el pequeño café donde quedaron de verse.

Tenía una taza de café entre las manos mientras miraba como los segundos pasaban en el reloj de la pared. Aún faltaban cinco minutos para la hora en que se habían citado, pero Alex ya llevaba ahí veinte. Nunca había sido de las personas que llegan tarde.

Cuando escuchó la campanilla de la entrada, levantó la mirada y se encontró con Sam.

— Siempre tan puntual. — le dijo Sam tomando asiento.

— Ya sabes, algunas costumbres jamás desaparecen. — concluyó sonriendo. — ¿Lista?

— Sí. — respondió Sam — Mi vuelo sale en un par de horas.

— ¿Y Lena?

— Intentando arreglar su maleta para estar a tiempo. — Sam sonrió. — Como dices, algunas costumbres jamás desaparecen. Alex también sonrió

— ¿Estás segura de lo que estamos haciendo...? — Alex fue directo al grano.

Sam suspiró.

— Ya lo hablamos, Alex, ¿Recuerdas?

— Pero...

— Es por su bien — insistió la más alta.

— Ya se conocieron. No pudimos evitarlo. Eso tiene qué significar algo.

— Alex... 

Sam iba a tratar de convencerla, por eso, Alex no la dejo hablar.

— Solo digo que quizá, solo quizá... estamos haciendo mal, ¿Qué derecho tenemos nosotros para decidir sobre sus vidas?

— Que se vieran una vez, no quiere decir que se conozcan.

— ¿Es enserio? — Alex se recargó sobre el respaldo de la silla cruzándose de brazos.

— Son felices, ¿O no? — Cuestiono Sam, decidida a no retroceder. — Lena y Kara son felices la una sin la otra. Están viviendo una vida normal y tranquila sin saber nada de lo que pasó, ¿No crees que eso es lo mejor? ¿No te da gusto ver a Kara teniendo una vida plena y feliz?

— Sí, pero...

— Se que tienes dudas. Pero piénsalo. Quizá esta sea la única forma de romper la maldición. Si ellas no se enamoran el hechizo no tendrá efecto en ellas porque, no existirá un amor que destruir. — Alex se modio el labio aun dudando. — Mas que evitar que se conocieran, nuestro trabajo es evitar que se enamoren.

— Pero, Sam, ¿Estas dispuesta a sacrificar su felicidad solo por...?

— No estamos sacrificando nada. — Insistió —Ellas son felices ahora. Eso es lo que siempre hemos querido.

Aun cuando las palabras de su amiga tenían algo de verdad, Alex no estaba convencida de que estuviera haciendo lo correcto. Algo en su interior le decía que jugar de esa manera con el destino de Kara y Lena no las llevaría a nada bueno.

— No lo sé. Siento que las cosas son diferentes está vez. —Le explicó Alex. —Kal es primo de Kara en esta vida, igual que cuando todo comenzó.

Sam se sorprendió al escuchar eso. 

En la vida en la que inicio todo, Kara y Kal eran primos, y aun cuando habían vivido cientos de vidas diferentes, ese detalle a simple vista insignificante, no se había vuelto a repetir. No hasta ahora.

— ¿Qué estás diciendo?

— Kal por fin volvió a aparecer como el primo de Kara. Eso tiene que significar algo y lo sabes. Él estuvo presente el día que ocurrió todo, y nunca antes lo habíamos visto. 

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora