Después del fin

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— ¿¡Listos!? ¡Carga! ¡Despejen!

— ¡No hay respuesta!

— ¡Prepáralo de nuevo! ¿Listos? ¡Despejen!

La corriente eléctrica viajó por el pecho de Lena, haciendo que su corazón bombeara sangre de nuevo. Escuchaba las voces de los paramédicos a lo lejos, a pesar de tenerlos junto a ella.

Había mucha luz a su alrededor, tanto que la cegaba.

Había sentido paz y tranquilidad por un dulce y efímero momento. Había estado lista para dejarse ir, cuando volvió a sentir una descarga eléctrica que obligó abruptamente a sus pulmones a inhalar una nueva bocanada de aire.

— ¡Tenemos pulso! ¡Lo logró! — gritó una mujer.

— Estabilícenla y súbanla a la ambulancia. Hay que llevarla al hospital de inmediato. — esa era la voz de Sam, pensó Lena mientras las fuerzas del mundo de los sueños volvían a reclamarla.

Algo no andaba bien, tenía la sensación de que había alguien a quien estaba olvidando.

— El forense ya viene para recoger los cuerpos. — dijo un hombre con la voz distorsionada a quien no reconoció. — Ella ira directo al hospital y ella...

— Yo me encargare de ella. — se apresuró a decir Sam.

— Pero el forense...

— Dije que yo lo haré.

— Esta bien, pero cuando la señorita Walsh se recupere, tendrá que responder a muchas preguntas.

— ¿Segura que puedes hacerte cargo de Kara? — preguntó Alex después de que el hombre se fuera.

Lena abrió los ojos de golpe y dejó car la cabeza a un lado para ver a Kara, que parecía estar dormida sobre el suelo. Sam se incoó junto a ella y la cubrió con una sábana blanca. Lena trató de gritar su nombre, pero un paramédico le colocó una mascarilla de oxígeno sobre la boca y nariz mientras que otros dos sujetos la levantaban en una camilla para llevársela.

— No se preocupe señorita. Todo estará bien— le dijo el mismo sujeto que le colocó la mascarilla al verla moverse inquieta. — Tuvo mucha suerte se sobrevivir a todo esto.

— Kara...— fueron las últimas palabras que Lena pudo susurrar antes de volver a perder la conciencia.

°°°

Estaba en un lugar obscuro, o quizá tenía los ojos cerrados, pero no podía escuchar nada ¿Estaba viva? ¿En dónde demonios estaba? ¿Y por qué no había luz?

Bueno, si en realidad estaba muerta significaba que el más allá era un lugar mucho más mierda que el mundo de los vivos.

A mitad de ese pensamiento las luces se encendieron, cegando sus ojos.

Bien. Ahora ya no estaba en un lugar obscuro, sino en una habitación blanca. Por fin pudo ver sus manos y sus pies, pero no había paredes o techo, ni siquiera estaba segura de que sus pies tocaran el suelo. Era más como si estuviera flotando.

¿Y ahora qué?

Justo cuando termino de hacer la pregunta, comenzó a caer al vacío hasta que su trasero impacto con el frio y húmedo pasto que cubría el suelo. Una caída como la hubiera matado en circunstancias normales.

— ¿Qué demonios es lo que estaba pasando? — se preguntó a sí misma al levantarse y mientras se acucia el pasto y la tierra de la ropa.

Porque, gracias a dios, no estaba desnuda.

Miró a su alrededor y realmente se sorprendió al darse cuenta de que se encontraba en medio de un bosque. O eso era lo que parecía. A donde viera, solo había árboles. No había un camino, o un sendero, nada que la pudiera sacar de allí.

A pesar de todo, Lena tenía una sensación extraña. Como si conociera aquel lugar. Había algo familiar, algo parecido a un recuerdo.

— ¡Kieran!

Escuchó una voz a su espalda que la dejó congelada. Una voz que conocía a la perfección. Una voz que dolorosamente había pensado jamás volvería a escuchar. Cada latido de su corazón dolía y durante un largo instante se llenó de miedo. No se atrevía a girar. No quería llevarse una decepción. No quería sentir que realmente la había perdido.

— ¡Kieran!

Volvió a escucharlo y de inmediato se giró para ver a la dulce Kara, viva y sonriendo. Los ojos se le llenaron de lágrimas y la garganta se le hizo un nudo. Había sido una pesadilla, pensó Lena. Todo había sido solo una pesadilla.

— Kara...— susurró con los ojos llenos de lágrimas.

Kra le correspondió la sonrisa y comenzó a correr hacia ella con los brazos extendidos a los lados, como si estuviera a punto de emprender el vuelo.

Hasta ese momento, Lena no se había dado cuenta de que había algo extraño en Kara. La felicidad de verla con vida y sin ningún rasguño era tan grande que no podía detenerse a analizar con lógica lo que estaba pasando.

Abrió los brazos para recibir a Kara, pero literalmente la atravesó. Se quedó helada, con los brazos extendidos tratando de comprender lo que había pasado. Kara la había pasado de largo, como sí... como, si fuera un fantasma.

Su mente intentó a toda velocidad encontrar un sentido a lo que estaba pasando. Pero no se le ocurría nada. Se giró para seguir a Kara y lo que vio la confundió aún más.

Frente a sus ojos estaba Kara, fuertemente abrazada a... ella.

— Imposible — susurró al ver la escena.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora