¿Y Lena?

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En cuanto Kara puso en pie en la entrada de la casa, llegaron a ella los recuerdos de aquella noche.

Fue como ver una película de terror. Los sonidos y los sentimientos volvieron a ser tan palpables para ella que fue como regresar de golpe al mismísimo infierno.

— Kara...— Alex, quien entró detrás de ella, tocó su hombro y la regresó a la realidad — ¿Todo bien?

Kara sonrió en respuesta.

— ¿Segura? Te veías un poco pálida en el auto.

— Estoy bien. Solo, estaba algo mareada.

Las dos fueron hasta la sala y se sentaron un momento.

— Bueno, eso es todo— Sam entró detrás de ellas cargando las maletas.

— ¿Y Braini?— preguntó Kara al no verlo entrar.

— Dijo que tenía algunas cosas que hacer antes de regresar a su casa y si se despedía no le daría tiempo.

— ¿En dónde está Kal?

— No lo sé. Se supone que debería de estar aquí. No me dijo que saldría a ningún lado— dijo Alex — ¿Quieres ir a descansar de una vez? De verdad te vez un poco...

— Tengo que hablar con Lena ¿Sabes en dónde está? — le preguntó a Sam, ignorando las palabras de Alex.

— Eh... no lo sé. Quizá en el hospital.

Kara se puso en pie y dio varios pasos, pero de pronto la cabeza comenzó a darle vueltas y las náuseas regresaron. Se llevó una mano a la cabeza para tratar de calmar el remolino, pero no funciono de nada.

Perdió el conocimiento y lo único que escuchó fue el grito de sus dos amigas a la distancia.

°°°

Cuando desperté estaba en el hospital, en el consultorio de Sam.

La verdad nunca supe cuál era su especialidad hasta ese día. Nada más conveniente que tener a una ginecóloga como amiga, aunque la noticia que tenía que darme no era precisamente una alegría. En cuanto desperté pregunté qué era lo que había pasado. Vi como mis dos amigas intercambiaban una mirada extraña. Quizá decidiendo cuál de las dos hablaría.

Al final fue Alex.

— Te desmayaste a mitad de la sala. Has estado comiendo muy mal durante los últimos días.

— ¿En dónde estamos? — le pregunte al mismo tiempo que me enderezaba en la pequeña cama.

— En el hospital. Sam prefirió traerte para hacerte un chequeo general.

— ¿Y cómo salí?

Sam vestía una bata blanca. Era la primera vez que la veía como un doctor y su semblante no decía nada bueno. Ella siempre ha sido una persona que no pude controlar sus expresiones y si algo le preocupa su rostro lo decía antes que sus palabras.

— No estamos seguras. — se limitó a responder.

— ¿No están seguras? Eso quiere decir que encontraste algo.

Mis amigas se miraron con nerviosismo y eso significaba solo una cosa, problemas.

— Necesitamos ver los resultados de las pruebas de laboratorio.

No me había dado cuenta del pequeño parche que cubría la parte interior de mi codo, lugar donde había clavado una aguja para extraerme sangre mientras estaba inconsciente. De momento lo agradecí porque odiaba las agujas. Intente retirarlo, pero el adhesivo era muy fuerte y me estaba lastimando al intentarlo. Lo deje allí, en cuanto me diera un baño podría despegarlo.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora