Secuestro

105 7 0
                                    

Nota: Se vienen capítulos muy largos. Espero que los disfruten.

Lena jugaba con un par de vasos en medio de la sala de urgencias, mientras esperaba que algo interesante pasara durante la tarde. Casi no había trabajo, pero decir que estaba "tranquilo" no era algo permitido en las salas de emergencia. Existía la creencia que en cuanto una persona decía aquella palabra, el caos se desataba.

Los días habían sido bastante aburridos durante un tiempo. Incluso hubo una tarde que Lena siguió el vuelo de un mosquito durante horas sin moverse de su asiento.

— ¿Qué demonios estás haciendo?— preguntó Lex apareciendo de repente a un lado de ella.

— Muriendo lentamente— aseguro la chica aplastando los vasos con una mano — ¿Qué no se supone que deberías de estar en el quirófano?

— ¿Qué hora crees que es?— preguntó Lex señalando el reloj de la pared. Fue hasta entonces que Lena se dio cuenta de que pasaba de las seis de la tarde — Terminamos la operación hace un par de horas.

— ¿Y cómo salió?

— Sin ningún problema. Un par de días en observación y después, Cat por fin podrá regresar a casa.

— Gracias.

—No te pongas sentimental ¿Quieres? Además tú fuiste quien hizo el trabajo duro. Si no fuera por eso, la niña ya hubiera muerto.

— Aun así, muchas gracias. — Lena se puso de pie para darle un abrazo a su amigo.

— Ok, pero ya, enserio ¿Qué estás haciendo aquí?

— Para qué preguntas, si sabes perfecto que tengo guardia en urgencias hasta mañana. Es parte del castigo por operar a Cat sin permiso.

— Agradece que no te retiraron la licencia—. Dijo Lex con una sonrisa discreta en los labios.

— Agrádeselo tú. Por ti me metí en ese lio ¿Lo olvidas?

— Como sea. No me refiero a eso. Sino a qué haces aquí cuando deberías de estar con Sam.

— ¿Ya regresó?—. Lena apenas si se interesó por la noticia.

Sam había estado desapareciendo y apareciendo durante los últimos meses como se le daba la gana. Y a ninguno de los dos quiso explicarles el motivo de esos repentinos viajes. Así que su regreso no significaba mucho.

Lena sacó una pequeña pelota de su bolsillo y comenzó a jugar con ella lanzándola al aire. Mientras seguía escuchando a Lex.

— Sí. Hace como una hora. Por eso creí que estarías en su consultorio.

— ¿Y por qué tendría que estar en su consultorio?

— Porque esta con Kara.

La pelota terminó en el suelo. Rodando bajo la mesa fuera de alcance de Lena, que se había quedado inmóvil al escuchar aquello.

— Oye— la llamó Lex pasando una mano frente a su cara — ¿Lena?—. Tronó los dedos, pero tampoco logro que reaccionara — No quería hacer esto, pero... No te enojes.

Lex se colocó frente a ella, llenó sus pulmones de aire y luego dejo escapar un largo suspiro, para finalmente sacudirla con fuerza.

— Perdón—. Se apresuró a pedir el chico juntando las manos sobre su cabeza para disculparse – No quería. Lo juro. Yo solo...— se detuvo al ver de nuevo a Lena— ¿Qué demonios?

— ¡Kara está aquí!

Sorprendió a Lex cuando lo tomó de los brazos con los ojos llenos de alegría.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora