Lena despertó de golpe al escuchar el grito.
Su corazón estaba agitado, tenía la boca seca y la frente llena de sudor. A su alrededor oscuridad y silencio. Desorientada se sentía aun atrapada dentro de la pesadilla.
Con manos temblorosas se limpió lanfrente y se apretó el pecho tratando de obligar a su corazón a que dejara de latir con tanta violencia.
Poco a poco, fue siendo consciente de su entorno.
Estaba en la sala de descanso para los medicos del hospital.
Después de terminar una cirugía fue a dormir un poco antes de continuar con su trabajo. Había caída rápidamente en un sueño profundo pero, el sueño qué había creado su subconsciente era...
No recordaba exactamente la pesadilla, pero estaba segura de haber escuchado el grito angustioso de Kara.
Algo andaba mal, no entendía como, pero lo sabía, su corazón se lo decía.
Kara estaba en problemas.
Se levantó de la cama y se tambaleo un poco. La cabeza le dio vueltas, se sentía mareada y tenía ganas de vomitar. Se sujetó de uno de los postes de la litera, donde minutos antes estaba durmiendo. Sacudió la cabeza y trató de enfocar la vista.
— Kara…— susurró, tratando de llegar a la puerta. Tomó la perilla y antes de que hiciera nada, esta se abrió de golpe.
— ¡Lena!— Lex entró corriendo y no notó el estado deplorable en el que se encontraba su amiga, la preocupación no se lo permitió — ¡Lena es Cat!
— ¿Qué? - su cerebro seguía aturdido, lento y "pegajoso".
— ¡Está muriendo!- gritó Lex sujetandola por lo hombros -¡Tenemos que hacer algo! ¡Tenemos que operarla!
— Pero, el consentimiento. Sus padres…
— ¡Si no hacemos nada morirá! Solo tú puedes hacerlo. Eres la única que ha hecho esta operación y que tiene el suficiente valor para hacerlo.
Lena dudo. Ella quería mucho a Cat, pero estaba esta sensación de que Kara la necesitaba. Tenía que comprobar que estuviera bien, tenía que ir con ella y asegurarse de que nada le hubiera pasado.
— ¡Lena! — gritó Lex lleno de desesperación.
— Está bien. Prepara el quirofa…
— Ya está, solo están esperándote.
— De acuerdo, entonces vamos. Solo… llama a Kara por favor y asegúrate que este bien.
— Claro, yo lo hago. Pero por favor, corre.
°°°
En cuanto Alex salió del aeropuerto buscó a Sam. Había salido varias horas antes que los demás porque Sam le había enviado un mensaje muy extraño. Así que sin dar explicaciones, dejo a Kal, Luisa y Maxwell en Nueva York para que se hicieran cargo de recoger todo, y ella tomó el primer vuelo que encontró a San Francisco.
Habían sido solo cuatro palabras en ese mensaje. Lo suficientemente fuertes como para que Alex se sintiera atemorizada. Ese sentimiento que siempre la envolvía justo cuando las cosas se ponían feas.
“Kara está en peligro”
Entonces supo que no debió de permitirle a Kara regresar sola. Ella era la guardiana. Y como estaban actualmente las cosas, debió esperar lo peor, no bajar la guardia para protegerlos a todos.
Un autobús frete a ella comenzó a avanzar y al marcharse le permitió ver la otra cera, donde Sam estaba esperándola. Corrió hacia ella sin importarle que un par de autos estuvieron a punto a atropellarla. Lo único que ella quería era saber.
— ¿Qué pasó?— preguntó de inmediato cuando llegó frente a ella — ¿Por qué me enviaste ese mensaje?
— ¿Mensaje?— pregunto Sam confundida — ¿Cuál mensaje? Fuiste tú quien me mensajeo.
Sam le mostro el teléfono y Alex se lo arrebato de las manos.
— Yo no te…— pero era verdad. Estaba viendo el mismo mensaje que ella había recibido, solo que en el teléfono de Sam y supuestamente enviado por ella. — Yo no envié nada— las dos se miraron sin saber que era lo que estaba pasando.
— Yo les envié ese mensaje.
Escucharon las dos una voz muy familiar. Voz que no había podido olvidar desde hacía siglos. La voz de aquel chico que les convención de seguir el destino de Lena y Kara por toda la eternidad.
Era Braini. La hermano de Andrea.
— ¿Tú…? ¿Cómo…?— las preguntas se quedaban incompletas en la boca de Sam porque no podía creer que Braini estuviera ahí.
— No hay tiempo. Debemos irnos. — dijo Braini dando media vuelta y abriendo la puerta de su automóvil.
Alex y Sam intercambiaron miradas desconcertadas.
— ¿Sabes quiénes somos?— preguntó Alex aun sin dar un paso.
— Sí, lo sé…
— ¿Cómo? ¿Qué es lo que está pasando?
— Se los explicare luego, ahora por favor tenemos que irnos.
— Pero…
— ¡Ahora!— ordeno Braini y de inmediato Alex y Sam entraron al auto sin hacer más preguntas.
Sam se metió en el asiento del copiloto y Alex en la parte de atrás. Mientras Braini manejaba a toda velocidad, no dejaban de mirarse una a la otra tratando de hacer las preguntas correctas.
— ¿Cómo tienes nuestros números? ¿Cómo enviaste esos mensajes?— pegunto Sam
— Soy bueno con las computadoras. Muy bueno.
— Decía que Kara está en peligro ¿Cómo lo sabes? ¿Qué pasó?
— Escuchen. No sé exactamente lo que sucedió. Pero antes de que Andrea la encuentre tenemos que llevarla a un lugar seguro.
— No entiendo nada… — declaro Alex — ¿Cómo es que sabes quiénes somos?
— Lo recuerdo todo. — Respondió Braini sin apartar la mirada del frente — Recuerdo lo que paso hace siglos. Se quiénes son. Se quiénes somos.
— ¡Eso no importa ahora!— dijo Alex desde el asiento trasero — Kara… Ella está bien, ¿cierto?— Braini no respondió y un nudo se formó en el pecho de Alex, algo había salido terriblemente mal – ¿Está…?
— No, aun no. Pero… ella las necesita ahora más que nunca.
Quince minutos después llegaron a casa de Kara. En cuanto Braini frenó el auto, Alex salió disparada en busca de su amiga.
Atravesó corriendo el jardín, seguida por Sam. Se detuvo unos segundos al descubrir la entrada principal abierta, luego entró y con lo primero que se topó fue con un jarrón hecho pedazos a los pies de la puerta. Su angustia creció aún más. Buscó a Kara en la sala, el comedor, incluso la cocina.
Sam la miraba ir de un lado a otro, mientras ella seguía de pie junto a las escaleras sin poder entender el jarrón roto. No quería que fuera cierto. No quería que en verdad hubiera pasado de nuevo.
— ¡No está! — le dijo Alex con la voz llena de desesperación.
— Arriba— apenas fue capaz de decir en un susurro la más alta.
Alex no esperó ni un segundo. Corrió escaleras arriba, mientras que Sam no movió ni un musculo. Cuando escuchó el grito de Alex el corazón se le detuvo. Cerró los ojos y trató, por lo menos por un segundo, de pensar que todo era un error.
— ¡Sam!— Alex la llamó y eso fue suficiente para activar sus músculos.
En cuanto Alex abrió la puerta de la habitación de Kara, el alma se le fue junto con todo el oxígeno de sus pulmones.
Todo estaba desordenado. Había muchas cosas rotas. Pero sin duda lo que la petrificó fue la imagen de Kara. Desnuda, atada de manos, con los ojos cerrados y sobre la cama. Su rostro golpeado he hinchado. Y la sangre entre sus piernas, sobre las sabanas de seda.
— Kara…— Alex trató de hablar, pero sus cuerdas bucales estaban tan tensas que lo único que logró fue emitir un gruñido.
Soltó la perilla y con pasos lentos teniendo miedo de acercarse, fue hacia ella. Mientras más cerca estaba, más horror sentía al verla. Se llevó una mano sobre el pecho y la otra a su boca. Tratando de contener el llanto. Cosa que le fue imposible.
Sus ojos viajaban por todo el cuerpo ultrajado de Kara. No podía creer lo que estaba viendo, no quería creerlo. Se dejó caer de rodillas junto a la cama y clavó el rostro en el colchón para liberar su llanto. Apretando la cobija con los puños. Pero solo fue un momento.
Se puso de pie, limpio sus lágrimas aunque estas siguieron saliendo sin control y comenzó a desatar a Kara. Una vez libre, la cubrió con sus brazos y comenzó a balancearse de adelanta hacia atrás mientras seguía llorando.
— Perdona. Perdona— eran las únicas palabras que podía decir mientras con todo el cuidado del mundo quitaba algunos cabellos del rostro de Kara.
Sam también se quedó sin aliento al ver la escena, al ver la sangre en las cobijas, el cuerpo de Kara y comprender lo que había pasado. Su estómago comenzó a doler. Quería vomitar, pero lo único que hizo fue llorar amargamente. Se giró para apartar la mirada. No podía seguir mirando. Apoyo los puños sobre el tocador y se miró al espejo con lágrimas que inundaban sus ojos y los gemidos dolorosos de Alex llenando sus oídos.
— ¿Cómo pudo pasar esto?— se preguntó a si misma antes de golpear el espejo y destrozarlo en cientos de partes. Los pedazos le cortaron la piel de la mano, pero nada de eso le importó — ¿Quién pudo hacer algo así?
— Monel. — dijo Braini que acababa de llegar.
Sam lo miró, y sin poder controlar su furia fue hacia él, lo sujetó del cuello de la ropa y lo empujo contra la puerta.
— ¡En este momento me explicaras qué demonios es lo que está pasando!
— ¿De verdad quieres hacer esto ahora?— preguntó él con calma.
— ¡Habla!— pero Braini no dijo nada. Solo la miro con intensidad, la tomo de las muñecas y la obligo a soltarlo.
— ¡Deténganse!— gritó Alex, aun sostenido a Kara — ¡Eso no nos ayudara en nada! ¡Tenemos que llevar a Kara al hospital de inmediato!
— No— dijo Braini comenzando a tomar ropa del armario — Tiene que irse. Llévense a Kara, pero no al hospital, tiene que ir a un lugar seguro…
— ¿Por qué?— la poca paciencia de Sam estaba a nada de agotarse.
— Andrea viene para acá. No creo que tarde mucho en llegar y si las encuentra…— hizo una pausa y miro a Kara — Esto no va a ser lo peor que suceda hoy.
Alex volvió la mirada al rostro de Kara, quien abrió un poco los ojos.
— Alex… — susurró reconociéndola, para luego volver a perder el conocimiento y estremeciéndose un instante antes de hacerlo.
Estaba mal. Muy mal.
Alex no se iba a quedar allí esperando lo peor.
— Sam. Ayúdame con ella.
— ¿Qué?
— ¡Cárgala! ¡Tenemos que irnos!
— Pero ¿A dónde?
— Tomen las llaves del carro— Braini le lanzo las llaves a Sam — Hay una dirección en el GPS. Vayan allí. Es el lugar más seguro sobre la tierra. Andrea no puede buscarlas allí
Sam miró las llaves en sus manos dudando si confiar o no.
— Todas las respuestas que buscan las encontraran allí— esas simples palabras fueron suficiente para convencerla.
Sin esperar más, fue por una manta. Cubrió a Kara con ella y la cargó en brazos para llevársela. Alex volvió a limpiarse el rostro y las siguió, pero antes de marcharse se volvió a Braini.
— ¿Qué harás tú?
— No se preocupen— le dijo, entregándole una pequeña mochila donde había colocado apenas la ropa indispensable de Kara — Las alcanzo más tarde.
— Pero…
— Lo prometo. Ahora, váyanse— Alex asintió y se fue sin mirar atrás.
°°°
Cuando Andrea llego a la mansión de Kara, entró abriendo la puerta con un simple movimiento de muñeca. Sus poderes, aunque limitados, había vuelto, así que no necesitaba llaves para entrar a ningún lado. Vio el jarrón roto y tocó uno de los vidrios, pinchándose el dedo y robándole una gota de sangre. Eso fue suficiente para tener una visión de lo que había pasado.
Sonrió complacida. Sabía en dónde buscar lo que seguramente quedaba de la princesa.
Con paso lento y decidido, subió las escaleras. Tocando el barandal, cosa que la ayudo a revivir los gritos angustiosos que horas antes había dado Kara. Entró a la habitación y se sorprendió un poco al ver a alguien parado junto a la ventana.
La cama estaba desordenada, al igual que todo el cuarto. Había manchas de sangre sobre las sabanas, pero el cuerpo de Kara no estaba allí.
— Te estaba esperando— le dijo aquel hombre que reconoció al instante.
Braini se giró para verla de frente.
En esta vida no había visto a Andrea desde que su padre decidió llevársela y abandonarlo cuando era apenas una bebe. No tenía recuerdos de ella, pero no fueron necesarios. Andrea era idéntica a su madre.
— Braini. Cuanto has crecido— dijo Andrea con una sonrisa maléfica — ¿En dónde está Kara?
— Andrea. Por favor, basta— Andrea endureció el semblante y luego volvió a sonreír.
— Eres inteligente, Braini— aceptó la mayor mientras recorría la habitación — Borraste la esencia de Kara. Pero eso no importa, ya la encontrare. Un gusto verte.— Andrea iba a marcharse, pero Braini la detuvo del brazo.
— Detente. Esto no te llevara a nada. Entiéndelo.
Andrea empujo a su hermano para soltarse y comenzó a reír.
— Muy tarde para eso, hermanito. No importa lo que hagas o donde la escondas. Voy a encontrar a Kara y la matare como debía de haber hecho hace siglos.
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Cuando el amor se convierte en odio
FanfictionKara y Lena tienen un pasado juntas. Una historia de amor, que unio sus almas para siempre. Aunque claro, ellas no lo recuerdan. Su amor, fue envenenado por un hechizo. Sam y Alex son las únicas conscientes de ello y por eso, son las guardianas del...