Capítulo 10.

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By Tom:

Salí del Hotel con un poco más de claridad en mi cabeza, dolido, pero al menos ya no sentía esa aflicción en el pecho por retener la mierda sin decírselo a nadie.
Me subí en el coche y me dirigí devuelta a Sank Pauli sin intenciones de regresar al callejón aún. Corte por la Avenida directo al El Río Elba y me detuve cerca del roquerio qué tantas historias tenía para contarme.

Eran alrededor de las 4 de la madrugada cuando me bajé del coche mirando la enorme luna en frente mío, se veía sumergida en el agua hasta la mitad, mostrandome su brillo solo a mi, al único ser humano presente en aquel sitio.
Comencé a avanzar lentamente por la arena qué al tocar mis pies, de inmediato me hizo hundirme haciendo mis pasos aún más lentos y pesados.
Sin despegar la vista del agua, de los suaves y delicados movimientos qué hacía cuando el viento soplaba de manera silenciosa, llegue hasta la orilla, me detuve justo allí, en el mismo sitio dónde muchas veces había estado acompañado de Bill. Recordé la primera vez que me pidió que le diera un paseo en moto y habíamos pasado más de una hora en la carretera, montados en aquella motocicleta y yo le había enseñado El Elba por primera vez, su reacción al ver el Río de noche había sido hermosa, genuina, nos habíamos metido al agua y Bill había sido inmensamente feliz, su sonrisa jamás había podido borrarse de mi memoria.

También aquella vez que habíamos pasado la tarde con los chicos aquí mismo y con Bill nos habíamos peleado por culpa de mis malditos celos, nuestra hermosa reconciliación en el agua, después de haber oído esas palabra tan bonitas que Bill le había dicho sobre mi, a Aline sin que él supiera que yo lo estaba escuchando.
Me amaba, en ese entonces Bill estaba profundamente enamorado de mí y yo no había sabido valorarlo, como un idiota había cambiado su amor por una noche que ni siquiera podía recordar con detalle por culpa del alcohol, no había sido algo importante para mí, pero había sido una puñalada directo al corazón de Bill. Aquel día había rotó nuestro pacto.

—¿Sabes cuántas veces miré éste mismo cielo por las noches?... Millones de veces... Cada vez que algo malo me ocurría me paraba en este lugar a mirar el cielo y me pasaba horas en esta misma posición... Así olvidaba... El cielo y la luna hacían que la rabia se me pasara y podía ir tranquilo a la cama a descansar.—Estábamos en Berlín, en casa de su madre y Bill me había abierto su corazón por completo, porque confiaba en mí.

— ¿Y ahora?... ¿Por qué miras el cielo ahora Bill?... ¿A caso hay algo malo que te esté pasando?. —Le pregunté aquel día, creyendo que mi amor no había sido suficiente y estaba dispuesto a darle aún más, si era necesario.

— No Tom... No hay nada malo ahora... Al contrario... Siento que todo está bien.
Si estoy aquí, de pie bajo de éste mismo cielo que fue testigo de todo mi dolor en Berlín, No es por la misma razón de siempre, ahora no soy yo quién tiene que mirar... Ahora quién tiene que verme, es él, Ese mismo cielo... Esa misma luna... Quiero que me vean... Que me vean contigo... Que me vean feliz... Quiero que el cielo y la luna sean testigos de cuanto te amo Tom... Porque Te amo... Te amo demasiado. —
Si tan solo pudiera retroceder el maldito tiempo y regresar a aquel día, le diría a Bill que no estaba bien atarnos, ni encadenarnos, que era libre, que yo lo cuidaría y que lo respetaría si él quería volar yo sería feliz a su lado, volar los dos, juntos sin ataduras.

— También Te amo Bill, Te amo como un puto loco, te amo más de lo que he amado a nadie en esta vida de mierda... Te amo más que a mí mismo... Y no pienso soltarte nunca... Nunca Bill. —maldición, ¿por qué había sido tan egoísta con él? Recordaba mis propias palabras y me sentía avergonzado de haberlo tratado parte de mi propiedad, me sentía su dueño, era patético.

—Hace un tiempo atrás... hicimos una promesa... un pacto... ¿Lo recuerdas Tom?.

— Lo recuerdo perfectamente.

Encadenados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora