3. CAPITULO

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Killian Dávila .

Cuando Jimmy me informó que la abogada lo mando a la mierda quise reír, pero la llamada de mi hermano informándome que lo encarcelaría sin no conseguías pruebas de su inocencia en menos de un mes hizo que mi sonrisa se borrara.

Monarca Kilichenko, la mejor abogada de toda Rusia y la única que jamás ha perdido un caso, la única que podría ayudarme a sacar a mi hermano de este lío en el que se metió pero la única que no da su brazo a torcer, y por supuesto la única que no se metería en problemas por un par de rublos. La he investigado más de lo que me gustaría, Monarca es una de las mujeres más codiciadas y hermosa de la cuidad (según los reportes), su esposo es juez de la corte de Rusia y un idiota, Oliver Becker, alemán y el único pendejo que se atreve a engañar a su diosa de esposa con su secretaria, me sé la vida de Monarca más de lo que me pueda saber la mía. Que se negara me hizo enfadar, a mi nadie me rechaza, nunca nadie se había atrevido a hacerlo o a correr a Jimmy de su oficina como si de un perro se tratase, no me quedo más remedio que secuestrarla , solo pensaba hacerla entrar en razón hasta que escuche su...

Cobarde...

Sus gritos de niña malcriada ya me estaban colmando la paciencia, no paraba de gritar y pedir que el cobarde que se había atrevido a secuestrarla se presentara ante ella, que esposo era juez y bla bla bla... estoy en el umbral de la entrada, puede ver como un jadeo al escuchar mi voz se queda atrapado en su garganta, enciendo la luz permitiéndome admirarla.

Inhala, exhala... me repito una y otra vez.

Sus mejillas se encuentran sonrojadas por el calor que hace en este lugar, su cabellera azabache está pegada a su frente, sus regordetes labios estar hinchados de tanto que se los ha mordido y puedo observar cómo lo sigue haciendo. Sus pechos se me ofrecen de tan grande que los tiene y por su escote tan atrevido de su blusa podría fácilmente meter uno a mi boca, sus firmes piernas no caben en la silla al igual que su enorme trasero, su pálida piel está un poco irritada por la ataduras y mi miembro se contrae en el pantalón. Respira con dificultad y yo solo quiero besarla ahora mismo.

Es la mujer más sexy que jamás había visto antes, puedo ver cómo sus ojos pesan y puede ser por el cansancio o por estar a punto de desmayarse por ver semejante belleza como la mía. Dudo que sea la primera ya que sus pupilas se dilatan pero rápidamente cambia su cara a una de total enfado.

—¿Ahora quien es la cobarde?—la sigo provocando.

—¿Quien eres?—susurra y yo sonrío de lado, para ser la mejor abogada a veces suele ser muy tonta.

—Killian Dávila, para servirle—me presento y doy un paso adentrándome un poco más—. Lamento que nos conociéramos en estas circunstancias pero no me dejo opción y echar a mi guardaespaldas de su oficina como un perro tampoco fue muy respetuoso de su parte doctora.

—¡Usted! Hombre en... en mi oficina... grande—se desespera y yo no estoy entendiendo nada de lo que tartamudea —. Fue usted...

Asiento, no sé de qué me culpa ya que no entendí nada de todo lo que dijo pero seguramente si fui yo.

—Solo quiero hablar.

—Pues, yo no—se pone a la defensiva y yo comienzo a perder la paciencia así que hablo así ella no quiera escucharme.

—Necesito que represente a mi hermano en el caso penal, créame que le digo la verdad cuando digo que le pagaré lo que sea necesaria—me mira neutral—. Nunca ha perdido un caso y necesito que este sea igual, mi hermano está a punto de ser arrestado por ser un idiota y con su ayuda podré resolver cómo siempre sus actos—nunca pensé en rogarle a una mujer pero me veo en apuros—. Prometo que luego ni se acordara de mi.

Monarca |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora