38 . CAPITULO

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Killian Dávila.

Sigo sin despertar, por momentos escuchó voces las cuales no logro identificar o escuchó sonidos que me hacen doler la cabeza. Sigo en el mismo lugar y es como si nunca fuera a irme de acá. El pequeño llamado Dominic sigue a mi lado, sin despegarse ni un solo minuto de mi, me dio para dormir en su cama y me invitó a cenar en su casa, pensé que su madre estaría ahí pero no, solo estuvimos él y yo. Es como si estuviese haciendo nuevamente mi vida desde cero. No sé qué día es o qué hora es ya que no hay nada de tecnología o algo que me ayude a ubicarme en tiempo y espacio pero no es algo que me molesto o inquiete. He recorrido la casa y es hermosa, grande y con carácter. Estoy en el jardín observando las flores cuando una hermosa mariposa amarilla se para en una de ellas, en las peonias para ser más exacto, bebe todo su polen y se queda ahí como si su vida dependiera de ello, la miro analizándola y me resulta tan fascinante que me sorprende. Jamás había sido fanático de la naturaleza o tan siquiera me había dado un tiempo para admirar su belleza. Todo esto me recuerda a una persona pero es imposible que su nombre llegue a mi mente, trato por segundo pero en vano.

—Son Monarcas...

Al escuchar ese nombre y esa voz volteo. Un Dominic soñoliento está detrás de mi admirando la mariposa.

Monarcas...

Monarca.

Ella.

—¿Perdón?

—Las mariposas—me hace seña con su boca para que mire la mariposa—. Se llaman Monarcas. Son un símbolo de transformación constante gracias a su proceso de metamorfosis, el paso de huevo a oruga, de oruga a crisálida y, finalmente, de crisálida a mariposa. Por ello, las mariposas son sinónimo de perseverancia y resiliencia, puesto que recorren un largo camino hasta alcanzar su meta—asiento—. Las mariposas no pueden ver sus alas ¿Sabias eso?—niego—. Por eso no pueden ver lo hermosas que son.

—¿Cómo sabes tanto de todo esto? ¿Que edad tienes?

—Leo muchos libros—dice con aburrimiento caminando de nuevo a la enorme casa en la que vive. Todo tiene un estilo moderno pero a la vez clásico. Las habitaciones son de películas, puertas altas, enormes habitaciones, comedor como para un batallón entero pero a la vez es todo tan mediterráneo que me sorprende el estilo. Es hermosa y va muy bien con el lugar, en el jardín hay unas tumbonas bajo un enorme árbol junto a una piscina de tamaño pequeña en comparación con lo estragabante que suele ser todo, parece como si fuese una casa oculta al público, al ojo humano. Se nota que la modestia o lo prudente no está en el vocabulario de su madre pero no podemos negar su buen gusto.

Todos este tiempo acá ha sido muy extraño, nada tiene sentido, ni las flores, ni las mariposas, el pequeño, su ausente madre, que yo esté acá, nada tiene sentido y todo esto está comenzando a desesperarme. Trato de mantenerme sereno para no caer en la locura pero me es imposible cuando no tengo respuestas de nada.

—Oye...

—¿Si?—volteo mirando a Dominic.

—Cuéntame algo de ti...

—¿Que quieres saber?

—¿En que trabajas?

¿Debería contarle a un niño de cómo 8 años que soy narcotraficante? Que no entiendo que hago aquí, que no se porque estoy aquí o que está no era mi vida antes de conocerlo, que no sé nada de flores o Monarcas. Que aunque no recuerde toda mi vida antes de esto, recuerdo aún ciertas partes.

Monarca |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora