19 . CAPITULO

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Berna-Suiza Europa.

Despertar en Suiza es lo más maravilloso que he visto antes, bajamos del avión y el crío hace erizar mi piel, según lo que tengo entendido por Killian es que llegamos en invierno. Cuando bajamos del jet veo a más de diez hombres armados en formación al rededor del auto, saludan con respeto a Killian y este responde la misma manera, subimos al auto y estos nos escoltan hasta que llegamos a un hotel cinco estrellas.

—Lindo...—murmuro al ver el hotel.

—Es mío—ríe leve.

Niego sonriendo y bajamos para que sus hombres nos ayuden a bajar nuestras cosas, llegamos al ascensor y en el camino varias personas le ofrecen un saludo y sus servicios, para cuando llegamos a la suite ambos entramos y yo me tiro a la cama. Miro a Killian.

—Si vuelves a agradecerme por sacarte de tu miseria nos devolveremos a Rusia—se me adelanta.

—Me callo.

La diferencia de hora no es mucha, solo que en Suiza son dos horas de diferencia así que no sufrimos por ella, decidimos pasar todo el día en la suite ya que queríamos descansar aunque todavía aquí era temprano, tomamos una ducha y pedimos comida a la habitación, vimos una película pero no pasa mucho cuando poco a poco el sueño nos va ganando.

••••

No sé qué hora eso o porque estoy despierta, solo mantengo mis ojos cerrados ya que alguien parece no estar cansado, se sienten tan bien sus caricias en mis pechos desnudos, los estruja y masajea mientras él se restriega en mi trasero que solo llega un tanga, las hace a un lado metiendo un dedo dentro de mi, jadeo, mis párpados quieren cerrarse por el cansancio pero el placer no me lo permite, saca su mano de mi coño para colocarse sobre mi, me quita la tanga y yo decido abrir mis ojos.

—¿Acostumbra a tocar a mujeres dormidas señor Dávila?

—Solo cuando ellas quieren señorita Kilichenko—escuchó su ronca voz entre la oscuridad de la suite—. ¿Quiere que me detenga?

Pregunta metiendo un dedo dentro de mi, arqueo mi espalda cuando embiste con tres dedos de un solo golpe, el movimiento es brusco y siento que el oxígeno comienza a faltarme.

—No... por favor, siga.

—Para la reina, lo que pida.

Se esmera buscando mi orgasmo, sus embestidas son bruscas y fuertes, tocando mi botón de placer que me enloquece, estoy jadeando y sudada, puedo ver entre las sombras sus brazos con las venas templadas de tanta fuerza que está haciendo, me empapo sintiendo mi corazón latir cada vez más rápido.

—Killian...

—Tus fluidos me tienen el brazo empapado muñeca—susurra y eso me hace derretir.

No pasa mucho cuando estoy a punto de venirme si no fuera sido por mi teléfono que comenzó a sonar de manera insoportable haciéndome gruñir y a Killian maldecir, trato de no préstale atención pero vuelve a sonar minutos después, en Rusia es más de media noche por lo que me molesta que llamen a esta hora, insisten hasta que me enoje tanto que empuje a Killian para que quedara recostado en la cama y tome mi teléfono de la mesa de noche sin mirar quien era, me subí sobre Killian ubicando su miembro en mi entrada embistiéndome yo misma de una sola estocada, le tape la boca cuando gruñó suavemente y yo jadeo por las sensaciones, me detengo y le hago seña para que se mantenga callado y comienzo mis movimientos.

Monarca |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora