7. CAPITULO.

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Nos despedimos de Dixon para irnos ya que ha pasado la hora de visita.

—Seguramente el caso será entre la próxima semana, haré todo lo posible para que eso suceda—asiente y yo extiendo mi mano—. Nos estaremos viendo.

La estrecha y nosotras nos damos la vuelta para irnos, al llegar al parking y subirnos al auto salimos de allí, la hora se nos va volando y la noche comienza a caer. Hace frío ya que al parecer caerá una tormenta.

—¿Por qué no le fuiste sincera? Sabes que si no podemos demostrar su inocencia tendrá que permanecer encerrado.

—¿Que te pareció?—pregunto ignorando lo que dijo.

—No estuvo nada mal—alza sus hombros restándole importancia y quiero reír porque me está evitando el tema.

—Sabes de lo que hablo Luisa—niega—. ¿Crees que sea inocente?

—Inocente o no creo que vale la pena defenderlo.

—¡Joder mujer! No me digas que te gusto.

Puedo ver su leve sonrojo y río, la contagió a ella y el auto parece un gallinero por las risas escandalosas.

—¡Jodida perra!

—Sea culpable o no ya estamos metidas en esto hasta el cuello—digo—. Gracias por ayudarme Lu.

—Gracias a ti por incluirme hermanita.

Río porque se que solo usa ese sinónimo por cómo reaccione al escuchar a Dixon llamarle hermanito a Killian. Conduzco hasta su casa, Luisa sigue viviendo en la casa de nuestro padres, Adam y yo la hemos tratado de convencer para que viva un poco más cerca de la empresa pero se rehúsa a dejar la casa, a la final ambos respetamos su decisión y no le insistimos más, al estacionar veo mi teléfono al escucharlo sonar. Tengo un mail y trato de tragarme la sonrisa que amenaza con salir.

"¿Nos vemos?
Necesitamos hablar.
-Killian Dávila"

Dejo una dirección igual y yo miro a Luisa.

—Tengo que irme—asiente y me abraza antes de salir del auto—. Nos vemos hermana.

—Nos vemos.

Espero a que entre a casa y voy a la dirección que Killian dejo en el correo, al estar a unas cuadras de la dirección me voy alejando cada vez más de la ciudad, conduciendo hasta las afueras, llego a una mansión que si no mal recuerdo fue dónde me tuvo prisionera por horas. Al llegar afuera me bajo, un guardia de seguridad me recibe.

—¿Señora Monarca?—pregunta y asiento.

Me da acceso y yo entro, al llegar a la puerta principal me recibe una chica que no pasa de los 30, parece molesta pero aún así la veo tomar aire y entrar.

—El señor la espera en su habitación, el segundo piso a la izquierda, primera habitación al fondo.

Camino algo confusa, al llegar a donde está me indicó tocó, escuchó un leve adelante y sigo entrando a la habitación, está en el balcón, lleva un cigarrillo que al verme apaga. Una diminuta toalla se encuentra en su cintura tapando lo más preciado que tiene, quiero reclamar pero estoy tan embellecida observando su fornido cuerpo y sus grandes brazos, todavía quedan rastros de gotas de agua en su pecho y su cabello aún gotea.

—¿Una foto? —reaccionó y tapó mis ojos, puedo escuchar su risa y seguramente estoy como un tomate de la vergüenza.

—¿Podría taparse?

—Llegaste antes de lo previsto—es su defensa—. Supe que fuiste a ver a mi hermano.

Quito las manos de mi ojos, camino hasta llegar al balcón, la brisa se cuela por mi vestido y piel se eriza, miro el maravilloso paisaje que hay desde acá, se ve toda la ciudad y parte del bosque dando una maravillosa vista.

Monarca |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora