5. CAPITULO

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Killian Dávila.

Saber que la doctora quería verme me puso cachondo y más si es por las razones que creo. Luego de asearme y alistarme para ir a verla tomé mi auto y conducí hasta la dirección que me dio. Al llegar no veo más que la carretera y árboles con destino al bosque. Espero dentro que mi auto a que ella llegue, al verla bajar de su auto quedo embobado por el vestido que lleva puesto pero todo ese encanto termina cuando veo sus ojos hinchados, bajo rápidamente del auto llegando donde ella.

—¿Problemas en el mundo de los derechos doctora?

—No sea payaso—gruñe—. Camine.

—Gruñona...—susurro.

Nos dirigimos al bosque, que es una ceja con evidente confusión, caminamos por más de 20 minutos ninguno habla emite palabra alguna en el proceso, ella va delante de mí moviendo sus caderas tan sensualmente que yo no pongo que es alguna ir detrás, no hay carretera, no hay vía para llegar acá, no sé dónde mierda estamos, ella camina con tanta seguridad que me deja embobado por como tiene su carácter forjado, el tiempo se encuentra icio como lluvioso, uno de mis tiempos favoritos, pero aún así no nos detenemos, veo como poco a poco nos vamos a acercando a una fogata que se encuentra rodeada de sillones, los árboles la rodean y es imposible que alguien llegase a saber de este lugar, veo el enorme casa que se encuentra detrás y al su mis cejas con asombro, miró la abogada la cual ni siquiera me mira, saca de su cartera las llaves metiéndola en el cerrojo para abrir y entrar a la casa. me mira esperando a que entre y lo hago cuando coloca mala cara quita su saco gabardina colgándola en una de los percheros y hago lo mismo con mi saco. Llegamos al Living este me hace enseña para que me tome asiento.

—Siéntase como en su casa—

—Pensé que esto de las formalidades ya lo habíamos dejado atrás—murmuro sentándome.

No me mira pero aún así puedo notar desde mi asiento sus ojos hinchado, quiero creer que fue una discusión con su marido ya que al investigar la descubrí que estaba casada, o quizás sean problemas en el trabajo.

—Acepto representar a su hermano en el juicio.

—¿Por qué?—. Contraatacó mirándola con serenidad—. Usted es la que hace tres días estuvo renegando de hacer esto.

—Tengo mis razones—espero a que me las digas pero  solo carraspea—. Es personal.

—¿De quien es esta casa?—pregunto curioso—. Dudo que su esposo sepa de su existencia.

Se tensa cuando le nombró a su esposo y yo tragué mi cuello, bingo, niega.

—No y no tiene porque saberlo, le agradecía la discreción.

—¿De quien es?

—Era de mi padre—murmura—. La construyó para mí antes de qué muriera, me trajo hasta aquí y me la dio como un regalo de cumpleaños, me casé, ejercer mi profesión el bufete y nunca pude venirme a vivir acá, preferí la bullosa y denigrante ciudad—asiento—. Suelo venir aquí cuando necesito pensar o un tiempo para mi.

—¿Y por qué me trajo a un lugar tan íntimo para usted?

Suspira, no logro descifrar sus emociones, por sus ojos puedo notar como mucha de ella pasan sin cesar, como si de un volcán que está a una 1000ª de segundo apunto de explotar. me acomodo mejor en mi asiento y por fin logro que ella me mire, sus hermosos trámites sensaciones las cuales no me gustan para nada, emociones que yo nunca en mi vida había experimentado, siento como mi respiración se corta simplemente con el hecho de sentir su mirada sobre mí, me siento intimidado y no es algo normal de mí, normalmente soy yo el que causa temor, la gente solamente méteme a mí, yo nunca me había sentido de esta manera y viene ella... Con su encanto, con su sonrisa, con esos malditos ojos que tan dura me la pone, a querer intimidarme, estoy completamente ofendido conmigo mismo.

Monarca |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora