25 . CAPITULO

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Al día siguiente me levanto y voy al cuarto de baño para asearme un poco, luego de la noche que tuve ayer al llegar quede rendida como si no fuera dormido en años. Salgo con la toalla al rededor de mi cuerpo y tomo mi teléfono cuando lo escucho sonar, sonrío cuando leo su mensaje.

"Vístete deportiva, pasare por ti en veinte minutos.
—Killian Dávila."

Es fin de semana y no me toca ir a la oficina así que hago caso obediente a lo que me pide, me coloco mis bragas para después colocarme encima un enterizo que la tela parece leggins, es ajustado al cuerpo, flexible y muy cómodo, medias altas y zapatillas deportiva, voy a mi tocador y solo me coloco un poco de corrector, rímel y labial; me pongo una banda en el cabello y perfume. Me miro en el espejo y me gusta el resultado, no tardo mucho en escuchar el timbre, corro a la puerta y cuando abro me aviento a sus brazos haciendo que instantáneamente me levante enrrollando mis piernas en su cintura y así poder besarlo.

—Si me recibirás así siempre, tendré que venir más seguido—murmura cuando nos separamos.

—Imbécil.

Me vuelve a besar haciéndome jadear.

—Buenas tardes para ti también, bella durmiente.

Dice entre besos y yo sonrío, tengo que admitir que soy culpable de levantarme tarde.

—Buenas tardes, güero.

Me deja sombre mis pies cuando nos separamos y veo como su vista está en un solo lugar.

Mi brazo.

El enterizo es de tirantes así que mis brazos están al total descubierto notándose aún los moretones que me dejo ayer Oliver, no habla y yo intento ocultarlos colocando mi mano en la zona pero me la quita impidiendo que la oculte. Su mandíbula está tensa y puedo ver cómo se le marcan las venas en los brazos ya que le está haciendo presión porque tiene las manos en puños.

—Killian... yo...—trato de buscar una mentira creíble.

Me toma de la mandíbula obligándome a mirarlo, sus ojos ya no son azules, ahora están negros de la rabia, es molesto... no, molesto no, furioso.

—¿Quien fue? ¿Que sucedió Monarca?

Su tono no es gentil, es duro y exigente. No es amable, está molesto porque alguien le puso la mano encima a su mujer.

—Me golpeé, no es nada—digo en un hilo de voz—. En unos días desaparecerán...

—Pensé que las mentiras las dejarías atrás Monarca, tienes una jodida mano marcada en el brazo—gruñe—. Así que dime quién fue porque en unos días no desaparecen tus moretones si no la persona que te hizo eso. Repito, ¿Quien fue?

Está comenzando a perder la paciencia, lo sé y no quiero mentirle pero con lo furioso que está se que es capaz de todo, odio a Oliver pero no quiero tener que cargar con su muerte, no lo vale.

—Nadie...

—No pienso repetirle de nuevo Monarca, se buena mujer y habla—exige y sigue sujetando mi mentón, intento sostenerle la mirada pero es inútil ya que sus ojos me intimidad, diré la verdad si no miro—. ¿¡Quien fue?!

—Oliver...

Sale en un hilo de voz la verdad, dudo que haya escucho pero confirmo que si cuando me suelta y lo veo cerrar sus ojos, quizás tratando de calmarse o algo por el estilo pero solo sé que cuando los vuelve a abrir suspira y trata de cambiar su semblante.

—Camina, vamos tarde.

Su tono es duro y brusco, trato de no prestarle atención y lo sigo a su coche, me abre la puerta ayudándome a entrar y en menos de un par de minutos ambos está en camino quién sabe a dónde ya que no ha emitido palabra alguna.

Monarca |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora