32 . CAPITULO

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Llega la noche y nosotros comenzamos a alistarnos para la reunión de hoy. Me coloco un vestido negro ceñido a mi cuerpo con unos tacones del mismo color, me maquillo y dejo mi cabellera suelta, me coloco accesorios, perfume y una cartera dorada para sacarle color a mi vestido y guardar mi arma, tengo una en la pierna ajustada al liguero que llevo puesto por si las moscas. Killian sale con un traje completamente a su medida y que le queda perfecto, negro como mi vestido haciendo juego.

—¿Lista?

—¿A tu lado? Siempre.

Sonríe besándome y ambos nos tomamos de las manos antes de salir, Jimmy me ayuda a subir al auto y salimos de la casa donde nos estamos hospedando. Killian suelta su teléfono y me mira suspirando.

—¿Problemas?

—Dimitri quiere que al llegar lo ayude a robar unos diamantes, según el, es un buen negocio.

—Yo podría hacerlo, con Irina.

Su teléfono suena y lo miro mostrándome el mensaje, sonrío.

"Irina está empeñada en ir ella. ¿Debería dejarla?
—Dimitri Volkov"

—Nosotras nos encargaremos, te demostraré que mi entrenamiento a valido de algo.

—Te dejare ir, solo si prometes que me dejas organizar todo.

—Acepto.

Jimmy nos avisa que hemos llegado y veo a un hombre esperándonos fuera de el lugar, es un almacén abandonado y un escalofrío me recorre el cuerpo, me siento tensa y mi respiración se irregula. Killian me toma de la cintura prácticamente arrastrándome hacia la persona que nos espera afuera.

—Primo...

—Killian.

Ambos se dan un abrazo fraterna y yo me siento mal terciado, Killian no nombro que su primo vendría, estos dos se separan y me presenta.

—Monarca, el es mi primero Eduardo Dávila—extiende su mano y me besa los nudillos cuando se la doy, me tenso más—. Primo, mi mujer.

—Gusto conocerla, por favor permítame darle mis condolencias.

Killian gruñe y yo fruncí el entrecejo .

—¿Por qué?

—Porque se quedó con el peor de los Davilas.

Ellos ríen y yo solo sonrío, los nervios no me dan para tanto.

—¿Entramos?

Todos asentimos y caminamos al interior del lugar. Nos dirigen a centro del almacén donde hay una enorme mesa, un hombre de mayor edad se encuentra sentado mirándonos con asco, en la mesa hay un fajo de billete y un arma.

—Siéntense—ordena cuando llegamos y obedecemos—Hasta que por fin te dignas a dar la cara Güero, fue difícil hacerte venir.

—Ya me tienes aquí, habla.

—¿Quien es tu hermosa acompañante?

—Mi mujer.

—¿Siempre llevas a tu mujer a tus reuniones? No pensé que ella quisiera verte morir.

Trato de tragarme el jadeo que intenta salir de mi interior, el hombre que aún no se presenta sonríe. Killian aprieta mi pierna bajo la mesa para que lo diga nada, este carraspea.

—Es mi socia, con ella todo, sin ella nada.

—¿Le contaste lo que hiciste?

—Mi mujer lo sabe absolutamente todo sobre mi.

Monarca |+18| (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora