34 - Majorie 09: Gato encerrado

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—Bien, por aquí—indico señalando un camino.

El fuego de la antorcha es lo único que tenemos para guiarnos en medio de toda la oscuridad de las alcantarillas. Nodieu, Ameba, Celine y yo estamos por ejecutar uno de los mayores robos de información de este mundo. Puede que sea el más grande, quien sabe.

Luego de pasar muchos selenios planificando nuestro atraco, pudimos hacer algo decente que involucra infiltrarnos desde las alcantarillas del palacio hacia la iglesia. Digo que son cloacas por ser amable, pero la realidad es que en este mundo no hay un sistema de drenaje, esto no son más que pasajes subterráneos que conducen a diferentes puntos de la ciudad. Están diseñados para servir como una vía de escape en caso de emergencia.

Por fortuna, estos pasadizos están conectados a la iglesia, así como a otros puntos importantes de la capital de Asonas. Para mí, es irónico trasladarnos vía subterránea cuando todo el mundo en realidad ya está bajo tierra.

—E-este lugar huele mucho a humedad—se queja Ameba.

—Pues aguántatelo. Estamos todos en esto—ladra Celine.

—Intentemos ser lo más discretos posibles—les indico a todos.

Bastante trabajo fue poder infiltrarnos en estos pasadizos sin que los guardias del castillo nos vieran como para echarlo a perder por tonterías.

—Bien, los planos dicen que tenemos que tomar los caminos del Este para entrar en el territorio de la iglesia—comenta Nodieu mirando el mapa que robé con mucho esfuerzo.

—En verdad siento que nos van a cortar la cabeza a todos—Celine voltea los ojos.

—Todavía están a tiempo de echarse para atrás. Lo digo en serio, no guardaré ningún rencor si deciden velar por su propia vida—digo tomando la iniciativa de ir a la cabeza del grupo.

—Sí con esto puedo demostrarle a Bridget que soy capaz, entonces seguiré adelante—declara Nodieu.

—¿No puedes pensar en alguien más que no sea esa perra? Hay muchas chicas mejores que esa tipa—Celine no tarda en soltar su veneno.

—Bueno, tal vez no sea tan mala como parece. Y quizá me acepte si ve que soy suficientemente bueno para merecerla—se defiende él.

—Ja. Buena suerte con eso. Ya que vamos a la biblioteca de la iglesia, deberíamos hacer una escala para buscarle un libro de amor propio—se burla ella.

—¿Y si pensamos en cosas bonitas? Como gacks o unicornios—Ameba cruza los dedos por detener la discusión.

—Ajá, como el gack que la perra por la que Nodieu babea destrozó en Melipar. O como el unicornio asesino que casi destaza a Majorie y sus hermanos—Celine hace otra fenomenal demostración de su pesimismo.

—Voto por el plan de Ameba. Necesitamos relajarnos, todos estamos nerviosos por esto—intento tranquilizar los ánimos.

Como por arte de magia, todos guardan silencio. Agradezco en mi mente mientras regreso la mirada hacia el frente. Nos aguardan un montón de pasillos laberinticos que lucen horribles y oscuros. Estuve mucho tiempo quebrándome la cabeza pensando un plan minucioso y exacto digno del mismo Walter White cuando recordé que al final de cuentas, la magia y el Sistema nos ayudarían muchísimo en esta misión. Adiós a hacer cloroformo casero para dormir a los guardias.

—¿Realmente vamos a encontrar respuestas ahí? ¿O solo estamos arriesgando el pellejo por libros viejos, polvorientos y a medio comer por termitas?—pregunta Celine.

—Si te soy honesta, lo desconozco. Pero tengo mis motivos para para pensar que en verdad hay algo importante ahí. Algo que lo cambie todo—explico sin dejar de alumbrar el camino.

Que se jodan los arcoíris ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora