Me asomo por el carruaje una vez que nos encontramos más cerca de las murallas de la academia. El panorama es desolador antes de llegar, pues los caminos están llenos de cuerpos inertes tirados por doquier. Ver esa escena provoca en mi estómago un terrible sentimiento de angustia y asco, provocando que tenga que cerrar los ojos y hacer un esfuerzo por no vomitar.
—Puta madre, ¿Qué carajo es esa enfermedad?—pregunta Celine al mirar afuera.
—Se le conoce como la peste abisal... hay registros de su existencia en varios periodos de la historia humana, pero todavía se desconoce su origen o que la ocasiona con exactitud—explica Bridget con una expresión sombría.
—Pareces saber mucho de esa basura, ¿Cuál es la cura?—Celine luce nerviosa.
—Solo lo necesario, he aprendido mucho en mis tiempos de sacerdotisa, pero la cerebrito aquí es Majorie—responde Bridget.
Yo me encuentro más preocupada por no vomitar que por la conversación de esos dos. Nodieu luce aterrado y nervioso, pues no ha dicho una sola palabra en mucho rato.
—Y sin embargo, deberías prepararte para lo peor, Majorie—continúa Bridget.
Le lanzo una mirada confusa, sin saber a qué se refiere.
—¿Prepararme para qué? ¿Para tiempos de peste?
—Peor aún. Tu posible ejecución—sentencia.
La sangre no se me hela, se me congela cuando escucho esas palabras. La expresión de Celine y Nodieu cambia de nuevo, pero a una mucho más apagada e indecisa.
—¿A qué te refieres con eso? ¡No he hecho nada!—mis postura se torna defensiva por primera vez en un buen rato.
—Tal vez, después de todo no te he quitado el ojo de encima, pero la gente no opinará lo mismo. ¿Sabes cuándo fue la última vez que apareció la peste abisal? Sus últimos registros datan de los cursos exactos donde vivió el último príncipe maldito—Bridget comienza a desvelar información.
—¿Y eso qué? Esto no tiene nada que ver con mi maldición—mi rostro se endurece.
—Pruébalo—añade ella.
Me quedo en silencio, pensando en algo que pueda decir en mi defensa. Por más que mi cerebro intenta formular un argumento, no puedo dar con algo que pueda serme de utilidad.
—Lo sabía, no tienes forma de hacerlo. En cambio, las múltiples apariciones de la peste abisal coinciden en todos esos momentos en los que un príncipe maldito pisó este mundo, y tú no serás la excepción—vuelve a sentenciar.
El nudo en mi garganta me impide hacer algo. Volteo a ver a Celine y Nodieu, pero ellos solo giran los ojos, sin atreverse a entrar a la discusión.
—No estarán pensando que yo...
—Yo... no lo sé, preferiría no meterme en todo esto—interrumpe Nodieu.
Celine suspira y mira hacia otro lado. Su respuesta es más que evidente.
—¡No puedo creer que se estén guiando solo por estos malditos y asquerosos ojos! ¿Necesito quitármelos? ¿Arrancarme la piel pálida? ¡Bien!
—Hazlo, le harás un favor al mundo—añade Bridget.
—¡Cállate ya!—finalmente termino por desbordarme y me arrojo sobre ella.
Mi mano aprieta su cuello y mi puño tiembla sin control cuando golpeo su rostro. Enfoco toda mi furia hacia su cara endiablada.
—¡Quítate de encima, lagartija de mierda!—Bridget también se pone a la defensiva.
Siento un golpe que me hace doler hasta los huesos, logrando separarme de ella. Posteriormente, una fuerza similar a una onda expansiva a corto alcance me hace volar, sacándome del carruaje. Ruedo por el frío piso, tragándome un montón de tierra en el proceso. Me siento débil y mis extremidades tiemblan sin que pueda controlarlas.
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Que se jodan los arcoíris ©
FantasyLa vida apesta, en especial para Jean, una chica gótica que ha reencarnado en un unicornio dentro de un mundo de fantasía luego de morir en su oscura vida anterior. Rechazando su nueva naturaleza, Jean se opone a los colores y decide tomar el contro...