18 - Arthur 02: Princesa perdida

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—Esto es terrible—exclama Julian cuando ve la enorme pila de cuerpos en las calles del distrito Aerilon.

—Eviten estrictamente el contacto con otras personas y los cadáveres, no tenemos manera de garantizar la salud e integridad de cada uno de nosotros—advierte Norbert.

Me aseguro de haberme colocado con fuerza la tela que cubre mi rostro. Mi equipo y yo caminamos por las calles de Aerilon, contemplando las carretas llenas de cuerpos. La peste abisal, una enfermedad en extremo mortal y contagiosa, cubre el cuerpo de manchas negras, provoca altas temperaturas en el cuerpo, tos, sangrados... y el nauseabundo y pestilente olor.

Es increíble como los humanos nos hemos adaptado para sobrevivir rodeados de monstruos, pero ni siquiera sepamos qué demonios es una enfermedad o que la provoca. Estoy casi seguro de que es una habilidad dañina, y esto solo puede significar una cosa. El responsable de esta masacre fue el dragón escamas blancas que matamos en Badaron. Sigo sin comprender por qué pudo activar una habilidad así y llegar a todas partes de El Abismo.

—He escuchado que se te pega si estas cerca de los enfermos, no quiero estar aquí—se queja Sybil.

—No podemos luchar espada con espada contra una habilidad, y el monstruo que la provocó está muerto. Solo nos queda resistir hasta que sus efectos se desvanezcan—analizo sin dejar de caminar.

—¿Y que se supone que hacemos aquí? Sé que venimos a ayudar, pero no hay nada que podamos hacer, todo es un caos—Julian está volviéndose loco.

—En estos tiempos, incluso alejar a los cadáveres de las ciudades es una ayuda enorme—respondo.

Hemos venido desde la capital de Asonas para investigar la peste abisal, y verificar si podemos hacer algo. De hecho, las personas esperan que lo hagamos, somos los héroes después de todo; y eso justamente eso lo que me frustra, no poder hacer algo al respecto de forma directa.

—Bien, es aquí, el señor Bowyar es un hombre bastante sabio, lo tengo en alta estima, seguro que puede decirnos algo al respecto—toco la puerta de un edificio.

Tenemos que repetir esto un par de veces antes de que nos abran. Quien se asoma es nada más y nada menos que el profesor de la familia real, aquel que se encargó de la educación de mis hermanos y mía.

—Señor Bowyar, lamentamos la molestia—me disculpo de antemano.

—Oh, pero si es su majestad, el príncipe Arthur. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos—saluda con una reverencia.

—Venimos a buscarlo, tengo un par de preguntas y usted es el hombre más indicado que conozco para eso.

—Tienen suerte de encontrarme en Aerilon, acabo de regresar no hace mucho de Badaron—dice dándonos la entrada.

Mi grupo y yo entramos hacia el edificio. Por dentro es un caos de libros y notas en todos lados.

—¿Badaron? ¿Qué hacía allá? Estuvimos hace poco también. De hecho, mi consulta tiene que ver con cierta hipótesis cuyo origen creo asociar a ese pueblo—respondo tomando asiento.

—Oh, majestad, creo que usted no lo sabía, pero fui denigrado y destituido de mi cargo como profesor aquí, fue poco después de que terminé la tutoría de su hermana, Majorie. No tuve ningún lugar a donde ir, así que me cobijé en Badaron. Tenía mucho tiempo sin dar una sola clase, hasta que una pareja de campesinos me preguntó si podía darle educación a una muchacha algo extraña, la chica no sabía hablar, así que fue algo complicado. Poco después fui contactado por la universidad de Wartshog para investigar la peste abisal que se ha estado propagando. Es así como llegamos a este punto—resume todo lo que ha pasado con él.

Que se jodan los arcoíris ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora