44 - Majorie 10: Monstruo

46 16 0
                                    

Celine, Nodieu y Ameba se encuentran escondidos detrás de muebles, asustados por la inminente transformación que estoy sufriendo. Únicamente Bridget es quien no parece estar temerosa en lo absoluto.

¡Kgh! Un montón de magia es expulsada de mi cuerpo mientras me lleno de escamas blancas. Mis manos han mutado en garras afiladas, muy similares a las de un lagarto.

—¿E-esas son alas?—pregunta Ameba, desde el fondo de la habitación.

—¡Y eso es una cola de dragón!—continúa Celine.

Bridget voltea los ojos y comienza a caminar con un paso calmado hacia mí. Reacciono de manera instintiva y violenta hacia ella, lanzando un zarpazo. Por más que se cubre con los brazos, mis garras son potentes y suficientemente fuertes para rasgar su túnica y piel.

—Patético, Violet...

—¡Soy Majorie! ¡Majorie Vawdrey! ¡Y no te acerques!

—Uy, modula tu voz, lagartija, yo soy la que manda aquí ahora. No tú, ni el estúpido de tu hermano... ¡ni mucho menos el Dragón Blanco!

Ella me lanza una patada tan potente y violenta que me manda a volar por los aires, chocando contra las estanterías de la biblioteca. No es hasta que me levanto que puedo percatarme de que todo mi cuerpo ha mutado en un dragón humanoide.

—Sabes algo, cuando te conocí tuve un enorme impulso de tratarte igual que a Jean. Eres igual de patética que ella. La única razón por la que no estás lamiendo mis botas como una mascota es porque no hay mejor perra que ella. Pero a falta de una Jean en este mundo, haré que seas el reemplazo perfecto para...

—¡No metas a esa chica en esto!—ladro.

Sin darme cuenta, un fuerte impulso en mis piernas me hace lanzarme hacia Bridget. Mis garras cortan y despedazan todo a su paso. Ella se ve forzada a invocar un bastón, muy similar al que usan los magos en las historias de fantasía.

—¡Llamarada Nv. 20!—exclama.

Mi carrera se ve frenada por un fuerte calor abrasador. Kgh... no puedo acercarme para atacarla.

—Escúchame bien, lagartija estúpida, sí yo digo siéntate... ¡te sientas!—Bridget golpea su puño contra mi estómago.

Todo el aire en mis pulmones me abandona, sofocándome y forzándome a ponerme de rodillas.

—Sí yo ordeno que lamas el piso... ¡lo lames!—ella coloca su pie en mi nuca y aplasta mi cabeza contra el suelo.

Esto es totalmente humillante y asqueroso. Intento recuperar mis fuerzas, pero cada vez que lo hago, una fuerte patada en las costillas me impacta. Sé que las escamas son resistentes, pero incluso así los golpes de Bridget son demoledores.

—¡No quiero tener que repetírtelo dos veces, Violet! ¡No te metas en donde no te importa!—la veo alzar el puño, preparada para pegarme de nuevo.

—¡Y-ya déjala en paz!—Ameba se abalanza sobre Bridget, dándole una tacleada digna de un jugador profesional.

Ambas se precipitan al suelo. Estoy segura que no se esperaba ese ataque sorpresa. Gracias a esa pequeña estrategia, tengo tiempo para ponerme de pie y recuperar el aliento.

Necesitamos escapar de aquí. No hay tiempo que perder, este lugar ya no es seguro. Dios mío... no estaré a salvo en ningún lugar. No puedo arriesgarme a llevar a Bridget y la iglesia a invadir el castillo para asesinarme. Arthur... ¿Dónde estás? Te necesito más que nunca...

—No vuelvas a tocarme con tus sucias manos de perdedora, ¿me escuchaste?—Bridget sujeta a Ameba por el cabello.

Ella solo puede chillar, sacudiéndose violentamente para que la suelten.

Que se jodan los arcoíris ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora