33 - Capítulo 18: Que se joda la oscuridad

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—Julian, enciende la antorcha con la sal azul—indica Arthur.

—¡A la orden!

Él no duda en acatar y de su bolsa saca lo que le pidieron. Con torpeza intenta encender la llama pero Sybil acaba hartándose de esperar y de un chasquido lanza una chispa.

—¡Gracias! No puedo frotar correctamente el pedernal con tanto movimiento—Julian le pasa a Arthur la antorcha.

—¿Podías robar y esquivar flechas cuando eras un ladrón pero no encender un jodido pedernal?—Sybil tuerce la cara.

—No estoy acostumbrado a montar a caballo—se defiende.

—Majestad, la formación se mantiene—interrumpe Norbert.

—Excelente. Ahora mismo deberíamos estar por el tramo final de los Jardines Huecos—analiza Arthur sin dejar de ver al frente.

Yo prefiero mantener mi bocota en silencio, puedo vomitar en cualquier momento con tan solo decir una palabra. Mi estómago está revuelto por tanto movimiento, pero creo que puedo mantenerme lucida durante el camino.

̶B̶r̶r̶r̶r̶,̶ ̶n̶e̶c̶e̶s̶i̶t̶o̶ ̶d̶e̶s̶p̶e̶j̶a̶r̶m̶e̶ ̶u̶n̶ ̶p̶o̶c̶o̶.̶ ̶L̶i̶s̶t̶o̶,̶ ̶a̶s̶í̶ ̶e̶s̶t̶á̶ ̶m̶e̶j̶o̶r̶.̶ ¡Y volvemos al moood habitual! ¡Aquí, Jean reportando desde la trigésima expedición cartográfica de El Abismo! Llevamos un buen par de días desde que partimos, o al menos eso creo. No tener una noción del tiempo adecuada puede volver loco a cualquiera. Peeeeeeero yo tengo una ventaja que los humanos no tienen, esa es valerme un pepino el horario, pues viví como un unicornio durante mucho rato sin siquiera un mísero reloj. ¡Coman tierra, humanos, la superioridad equina triunfa de nuevo!

Es en estos momentos que me gustaría ser unicornio de nuevo, así no tendría que soportar estas feas nauseas que me están aquejando. Aunque si vomitara con mi cuerpo equino moriría al instante. ̶¿̶Q̶u̶é̶?̶ ̶¿̶N̶o̶ ̶s̶a̶b̶í̶a̶n̶ ̶q̶u̶e̶ ̶l̶o̶s̶ ̶c̶a̶b̶a̶l̶l̶o̶s̶ ̶n̶o̶ ̶p̶u̶e̶d̶e̶n̶ ̶v̶o̶m̶i̶t̶a̶r̶?̶ ̶P̶ó̶n̶g̶a̶n̶s̶e̶ ̶a̶ ̶e̶s̶t̶u̶d̶i̶a̶r̶,̶ ̶p̶e̶r̶d̶e̶d̶o̶r̶e̶s̶.̶

Como sea, hemos estado así durante mucho tiempo, tomando momentos para desmontar y acampar. Supongo que han pasado días, no sé. Cuando necesitamos desviarnos del camino recto, el líder de la formación enciende una antorcha con sales que pintan la flama por un momento.

Sí la llama es azul, significa que hay que seguir adelante sin romper la formación. Si por el contrario es de un color natural, hay que desviarse en la dirección a la que el escuadrón a la cabeza se dirija. Una flama verde indica que es el momento del descanso.

Me divertía viendo como atrás de nosotros, a muchos metros de distancia, se encendían las antorchas con los colores para indicar que entendieron la orden. Lamentablemente me mareaba más cuando volteaba, así que deje de hacerlo.

Aaaaah, ya no queda mucho para llegar al lugar de mis traumas con el grifo, el Subterráneo Seco. En serio, odio ese maldito lugar, está más oscuro que la tercera capa, hay monstruos brutales, y no hay más que puras rocas inertes.

—Oigan, no tienen la sensación de que hay más bruma de lo habitual?—pregunta Julian mirando el camino.

Mmmmh, ahora que lo menciona, es verdad. De hecho, lo noté en el primer instante que tocamos la tercera capa. Este lugar fue mi hogar, así que lo conozco como la palma de mi mano; y puedo decir que la cantidad de neblina que emerge de la tierra no es natural.

Eso, y la horrible sensación de terror y desagrado que me está infundiendo Presentimiento desde que iniciamos la expedición. Ja, ¿eso no lo vieron venir? Yo tampoco. Sé que hay algo acechándonos, puedo sentirlo en mi cuerno, pero prefiero callarme el hocico antes que alterarlos a todos.

Que se jodan los arcoíris ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora