22 - Capítulo 11: Que se joda Amcottes Eveas

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Ugh, la cabeza me da vueltas y el hambre que siento es voraz. Poco a poco abro mis ojos, topándome con una visión borrosa y diferente a la que ya me había acostumbrado. Cabello humano, es lo primero que siento. Mi campo de visión ya no es monocular, he perdido mi capacidad de ver a la periferia de mis costados.

Buaaaaah, eso me salvó la vida en muchas ocasiones. Además, ya me había acostumbrado a ser un unicornio con todas las de la ley. El suelo está frio, así que intento moverme. Me encuentro tiradota entre un montón de cuerpos de monstruos. Hago un esfuerzo monumental para levantarme, y una vez me encuentro incorporada noto mis manos humanas.

¡Síííííí! ¡Por fin tengo extremidades no equinas! Lo primero que hago es examinar mi cuerpo. La mitad inferior es exactamente igual a la que tenía cuando era un unicornio a secas, un cuerpo blanco con cuatro patas de caballo. Peeeeero lo que importa ahora es mi torso humano, que ha crecido de la misma forma que los centauros de la ficción.

Guio mis ojos hacia abajo y me encuentro con mis pechos desnudos. ̶¡̶N̶o̶ ̶m̶i̶r̶e̶n̶,̶ ̶m̶a̶l̶d̶i̶t̶o̶s̶ ̶p̶e̶r̶v̶e̶r̶t̶i̶d̶o̶s̶ ̶d̶e̶ ̶p̶a̶c̶o̶t̶i̶l̶l̶a̶,̶ ̶v̶a̶y̶a̶n̶ ̶a̶ ̶l̶i̶g̶a̶r̶ ̶e̶n̶ ̶l̶u̶g̶a̶r̶ ̶d̶e̶ ̶e̶s̶t̶a̶r̶ ̶l̶e̶y̶e̶n̶d̶o̶ ̶e̶s̶t̶a̶s̶ ̶e̶s̶t̶u̶p̶i̶d̶e̶c̶e̶s̶!̶ Sin embargo, lo que más llama mi atención es sin duda alguna mi cabello. Es largo, algo desordenado y con un montón de colores en él. ¡NOOOOOOOOOOOOOO! ¡El arcoíris no desapareció, solo se multiplicó! Odio esto con toda mi alma.

Aprieto mis puños con frustración. Debo decir que es algo complicado mantener el equilibrio, pero creo que podré acostumbrarme pronto. Necesito buscar algo con que cubrirme y un espejo para mirarme. Ah, cierto, en la iglesia había uno, fue con el que pude apreciarme por primera vez desde que llegué a este mundo.

Mi altura también ha sufrido grandes cambios, pues la puerta ahora me queda pequeña. Camino con cuidado por las paredes de la iglesia abandonada hasta encontrar el espejo, el cual tomo entre mis nuevas manos humanas. Ay, como extrañaba tener dedos.

La emoción por mi evolución se desvanece tan pronto veo mi rostro. ¡Mis ojos están asquerosos! ¡El iris de ambos es una mezcla vomitiva de colores al azar! ¿Existen lentillas de color negro en este lugar? Me gustaría adquirir unas de inmediato. Mi cabello es el mismo caso, lleno de mechones de colores.

No obstante, eso va a cambiar, o eso quiero creer. Desconozco si los humanos van a atacarme o capturarme si me ven así. Estoy comenzando a creer que hubiera sido más fácil infiltrarme en la sociedad humana con mi forma de unicornio que como centauride. En fin, nada va a cambiar por mucho que lo piense. Mi vista se posa en una puerta que no había podido abrir hasta el momento, porque las pezuñas claramente no abren perillas. Pero ahora creo que no será ningún impedimento.

Camino hacia la puerta de madera y la abro. El rechinido es feo e incómodo, pero me da acceso a un pequeño cuarto con trastos interesantes. Lo primero que llama mi atención es una variedad de armas amontonadas en una esquina. Hay espadas, arcos, lanzas, hachas, etc.

Me tomo un tiempo para balancear cada una de ellas, buscando una que se me acomode. Las espadas son algo pesadas y cortas. La verdad es que es divertido balancear un palo y fingir que es un arma cuando eres niño, pero en la práctica es diferente.

Los arcos apestan, y necesitan munición que no tengo a la mano. Tal vez podría usar mis cuernos para fingir que es una flecha, pero no volarán por mucho que lo intente.

Llega el turno de la lanza. Es un arma un poco larga con punta, pero también tiene una parte similar a un hacha. Practico con ella hasta que consigo un nivel óptimo, crea una distancia decente y puede complementar bien mis ataques. Decidido, me quedo con esta arma.

Que se jodan los arcoíris ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora