—¡Estoy profundamente decepcionado de ti, Sybil!—exclamo, perdiendo la serenidad.
—¡L-lo siento, ¿está bien?! No quise decir esas cosas hirientes—Sybil frunce el ceño, aguantando sus emociones.
—¿Tienes idea de lo que esas palabras significan para ella? Nosotros lo somos todo para Panqueque. No se trata de misiones, de Arthur o de habilidades mágicas, Sybil. Se trata de ser para los demás lo que ellos no pueden ser o tener—continúo con mi regaño.
Ella suspira y se deja caer sobre el suelo. Luce arrepentida. Lleva sus manos hacia su cabello y suspira con pesar.
—Por Asonas, ¿qué he hecho?—se lamenta.
Julian se acerca a nosotros dos.
—No hay rastro de Panqueque a la redonda. Parece que se ha perdido en las sombras—informa.
Suspiro y arrojo mi lanza con frustración. Es la primera vez en mucho tiempo que pierdo la compostura de esta forma. Soy la mano derecha de Arthur por una razón: la confianza y disciplina que puedo emitir.
Recojo mi lanza y camino en círculos. No podemos partir en búsqueda de Panqueque hasta que el príncipe regrese. Hemos encontrado a Sybil, sí, pero no nos sirve de nada si perdimos a otro miembro del equipo. Arthur no la perdonará si algo le pasa a Panqueque.
Sé que ella es fuerte, pude verlo con mis propios ojos durante los eventos del coliseo de los semi humanos. Pero las atrocidades que guarda este rincón de El Abismo son inimaginables. Bastante suerte tiene Sybil de haber regresado con vida.
—¿Qué hacemos, Norbert? Eres quien está a cargo cuando Arthur no se encuentra—pregunta Julian.
—Yo la buscaré. Actué como una idiota... necesito que me perdone—se ofrece Sybil.
—No. Ya hiciste suficiente. Nadie se va hasta que regrese Arthur. Solo hasta que él vuelva emprenderemos la búsqueda de Panqueque—ordeno.
—Pero... ¿y si algo le pasa?—Julian parece asustado.
—A mí también me aterra esa posibilidad. Sin embargo, entiende que no puedo ponerlos en riesgo a ustedes también—finalizo mi decisión.
Sí. Es lo correcto. Aventurarse a las sombras es tirar una moneda al aire. ¿Cara o cruz? Solo hasta que toque el suelo es que podrás darte el lujo de aliviarte o angustiarte. No hay manera de predecir en qué lado caerá, puede que te dé el descanso que necesitas, o puede que sea lo último que veas en tu vida.
—Yo... lamento tanto que esto esté ocurriendo. Lo enmendaré, cuando vea a Panqueque de nuevo le diré que lo lamento mucho, y que seamos amigas. Aceptaré si Arthur me echa del equipo, o si la prefiere a ella que a mí—confiesa Sybil.
—¿Todo eso por celos? No sé qué pensar—suspira Julian.
Sybil está enamorada del príncipe, eso pude notarlo desde hace muchos cursos. Cuando llegó Panqueque, supe que esta historia de amor terminaría mal para Sybil. Ojalá hubiera podido hacer algo para que las cosas no terminaran de ese modo. Es mi responsabilidad como segundo al mando.
—Oye, Norbert... creo que allá está Panqueque—Julian señala a un horizonte.
Giro mis ojos hacia donde está apuntando. Veo una luz que se acerca poco a poco.
—Debe ser la Luz guía que ella usa para caminar en la oscuridad. Me alegra que esté bien—continúa Julian.
Él comienza a hacer varias señas y a chiflar. Sybil se queda en silencio, por temor a ahuyentarla. Me paro para recibirla, pero me percato de algo extraño.
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Que se jodan los arcoíris ©
FantasyLa vida apesta, en especial para Jean, una chica gótica que ha reencarnado en un unicornio dentro de un mundo de fantasía luego de morir en su oscura vida anterior. Rechazando su nueva naturaleza, Jean se opone a los colores y decide tomar el contro...