55 - Majorie 13: Abismo de desesperanza

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No sé en qué momento se torció todo de forma tan repentina y terrible. Sabía que en algún momento la iglesia llegaría para ejecutarme y eliminarme, pero no creí que las cosas escalarían hasta este punto.

Para una princesa como yo, que creció rodeada de lujos y comodidades solo para tapar y esconder la realidad a la que me enfrentaba, estuve esperando por mucho tiempo que las cosas se dieran. Siempre pensé que quien estaría en la horca sería yo y nadie más, pero parece que subestimé la maldad que representaba Amcottes y su iglesia; y ahora he arrastrado a mi familia y amigos al mismo abismo de desesperanza en el que me encuentro atrapada desde el día en que reencarné.

Toda una ola de pensamientos pesimistas y de arrepentimiento pesa en mi mente mientras utilizo mis garras para destrozar la armadura de quienes fueron mis soldados, pero ahora alzan sus espadas contra mi cabeza.

Debí haberme entregado desde un inicio, desde que reencarné. Debí habérselas puesto fácil para todos. ¿Qué podría haber salido mal? La iglesia hubiera tomado mi vida antes de que yo creara lazos y conexiones con mi nueva familia, y ellos conmigo.

No habría necesidad de poner a mis hermanos, padres y amigos en peligro, pues nunca se habrían encariñado conmigo. Y en cuanto a mí, bueno, hubiera concluido mi destino. Tiene sentido, ¿para qué demonios vivir en otro mundo si yo ya había muerto?, ¿qué sentido tiene haberme arrastrado a un lugar como este contra la voluntad de mi alma?

—¡Majorie, no te distraigas!—exclama la voz de Celine, quien me sacude con fuerza.

De inmediato dejo de divagar en mi mente para centrarme en la realidad y nuestra situación. Estamos escapando del golpe de estado, y necesitamos escabullirnos por el pasadizo subterráneo que usé para infiltrarme en la iglesia. Utilizo mi fuerza con ayuda de Nodieu y Celine para mover el librero que esconde la entrada. Ameba... bueno, ella está suficientemente ocupada chillando y gritando de miedo como para aportar algo.

—¡No dejan de venir por todos lados!—grita Baldwin, quien defiende la retaguardia junto a mi padre y Jean.

Ellos tres se están llevando la peor parte. O al menos mi familia, porque Jean parece tener la situación muy bien controlada. Lucha como si lo hubiera hecho antes, utilizando las habilidades mágicas de su extraño cuerno. En serio tengo que hablar con ella más tarde, tengo curiosidad de saber cómo fue su camino hasta este punto.

Gracias a los esfuerzos conjuntos conseguimos hacer a un lado el librero y dar acceso a los canales subterráneos del castillo.

—¡Rápido, entren todos!—exclamo, defendiendo la entrada.

—Por aquí, majestad.

Nodieu, Celine y Ameba ayudan a mi madre y hermana a pasar a salvo.

—¡Baldwin, padre, Jean siguen ustedes!—estoy comenzando a ponerme nerviosa.

—¡Allá vamos!

Mi hermano y padre hacen un esfuerzo y consiguen colarse en el hueco de la pared. Listo, solo faltamos dos.

—¡Jean, date prisa!—suplico.

Ella no ha dejado de pelear contra los guardias, como si estuviera en piloto automático. Utilizo mi Canto de cristal para paralizar momentáneamente a los soldados que se acercan a nosotros. Sacudo a Jean con fuerza, esperando a que despierte del trance en el que posiblemente se encuentre. Para mi alivio, ella consigue reaccionar.

—Es hora de irnos, Jean.

Ella me mira en silencio y asiente. Utiliza una especie de telequinesis con su cuerno para arrojar guardias y permitirnos unos segundos más para entrar a los pasadisos. Sin embargo, en el momento justo en que estoy por meter medio cuerpo en el agujero, escucho una detonación seguida de un dolor punzante.

Que se jodan los arcoíris ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora