Capitulo XXVI | Mi lumbrera y mi ocaso

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Abrace a mar con todas mis fuerzas, con la esperanza de que en mis brazos ella se diera cuenta del hogar en el que ya vivía.

-Perdóname.....-Susurre sobre su cabello, luego la vi a los ojos y me mato.

Ver sus hermosos ojos inyectados de sangre y llenos de lagrimas me mataba. Por mi debería reír, no llorar. Su sonrisa debería ser un sinónimo de lo que siento por ella, no un sustantivo que ahora representa.

-Ya nos vamos a casa.-Dije en un susurro acariciando su espalda con suavidad, sus pequeñas manos se aferraban a mi chaqueta.

-¿Tu me vas a cuidar?-Su voz era dulce, temerosa y apenas audible.

No debería dudar de que cuidare de ella.

Juro que lo hago.

-Si, amor.....no te dejare sola.-Ella me apretó mas a ella y entonces bese su cabeza.

Minutos después ella pareció tranquilizarse y le ayude a recostarse mejor en la cama. Seguía sin mirarme, sin hablarme. Pero al mismo tiempo, era dulce, me quería cerca y era suave y cálida.

¿Cómo podía ser dura y dulce al mismo tiempo?, que habilidad tan hermosa y aterradora.

Unos toques en la puerta nos sobresaltaron, ella me miro con miedo y apretó la sabana que la cubría.

-Tranquila, amor. Debe ser Oliver, le pedí que trajera algo de ropa para ti.-Dije con suavidad, pero aun así su pecho subía y bajaba agitado.-No te preocupes, yo abriré la puerta.

-No....-Dijo apenas audible, me detuve y fruncí el ceño.-¿Y si alguien entra y te hace daño?, no vayas.-Me destrozaba ver como su paranoia había aumentado. Me sentía tan culpable.

-Haremos algo, preguntare quien es, ¿Esta bien?-Ella trago duro y asintió despacio.-¿Quien llama?-Pregunte caminando lentamente hacia la puerta.

-Soy yo, Oliver, señor Jeon, tengo las pertenencias de la señorita Mirnov.-Vi a mi aguamarina suspirar de alivio y entonces abrí la puerta para tomar las cosas de mar.-Disculpe, señor.-Pregunto Oliver.-¿Como esta la señorita, Mirnov?-Se veía preocupado.

-Ella esta bien, un poco adolorida y cansada, pero esta bien.

-Me alegro, con permiso, señor.-Asentí y entonces cerré la puerta detrás de mi.

Me acerque a la cama y le entregue un bolso te compras.

-¿Compraste ropa?-Pregunto suave.

-No permitiría que esculcaran tus cosas, no me arriesgaría a que vieran tu ropa interior y tus pertenencias.-El solo pensarlo me volvía loco.

-¿Pero si permitiste que me compraran ropa interior?-Dijo apretando sus labios para no reír, saco de la bolsa un conjunto de ropa interior negro, pero bastante reservado. 

Me tense, pero era una realidad, ella necesitaba ropa interior, y prefería que Oliver la comprara a dejarla sola.

-Jungkook....

-Dime, preciosa.

-¿Podrías salir un momento para que pueda vestirme.-Dijo tímida, fruncí el ceño y sentí otra punzada en mi pecho.

Ya la conocía desnuda, ya le había besado hasta el alma. El hecho de que me quiera fuera de la habitación me hace sentir lejos de ella. 

No dije nada, solo asentí neutro y salí de la habitación recargándome en la puerta.

-¡Jungkook!-Escuche que grito, abrí la puerta rápidamente.

-¿Q....Que paso?, amor.

-Solo quería saber si te habías ido.-Dijo dulce, yo solo reí levemente.

MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora