Capitulo XXV | Una copa de agua salada

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Me tense, tenia a lo mas valioso de mi vida entre mis brazos, pero no tenia tiempo.....se me iba como el mar entre mis manos

La tome con mas fuerza en mis brazos y me puse de pie.

-Jung....Kook....-Decía débil.-Déjame ir.-Trague duro, sentía que la daga en mi corazón se encajaba y hacia una herida tan profunda como grande y dolorosa, pero lo ignore, lo hice por ella.-Suéltame.....-Ella se removía con debilidad, inquieta y llorando, pero sus dulces manos estaban aferradas a mi chaqueta.

-Tengo que irme.-Dije con dureza hacia Yoongi y me dirigí con mar hacia mi camioneta ignorando la batalla a mi espalda.

Nadie me importaba, solo el tesoro en entre mis brazos.

-¿¡A donde demonios vas!?, tenemos que encargarnos de esto.-Yoongi me detuvo del brazo por lo que me aferre mas a mar. Ella se escondió en mi cuerpo, comprendí que le tenia miedo a Yoongi, tanto como a mi, pero algo en ella aun estaba unido a mi y me aferraría a eso con mi vida.

-Puedes hacerlo solo.-Dije y me aleje de él caminando a prisa para llegar a la camioneta.

-¿¡Que demonios estas diciendo!?-Gruño de nuevo.

Me detuve y lo enfrente girándome para mirarlo a la cara.

-Escúchame. Llevare a mi mujer al hospital que es donde debería estar en primer lugar. Todo lo demás me importa una mierda, y si no puedes comprender eso, entonces vete al carajo.-Frunció el ceño, pero no se veía enojado, se veía.....¿Sorprendido?

No dijo mas, simplemente me dejo ir.

Rápidamente llegue a la camioneta, abrí la puerta de copiloto y subí a mar con sumo cuidado y delicadeza, ella hizo una mueca de dolor.

-Amor...¿Te lastime?, perdóname.-Intente tocar su rostro con mi mano temblorosa, pero ella se alejo, no respondía, ni siquiera me miraba a los ojos.

¡Maldita sea! esto me esta matando.

Trague duro y me acerque hasta sus apetecibles labios cuando baje el asiento para que quedara recostada, ella se hizo pequeña en su lugar y giro su rostro para alejarse de mi. Cerré los ojos frustrado y le puse el cinturón, me aleje y cerré la puerta para correr hacia la mía, subir y encender la camioneta.

Coloque una mano sobre el cuerpo de mar para protegerla y entonces acelere con la otra mano sobre el volante.

Salimos de la periferia a una velocidad descomunal.

La miraba todo el tiempo, pero esos hermosos ojos que eran mi fascinación, se veían tristes, con miedo y llenos de lagrimas.

 No dije nada. ¿Que iba a decir?, ella lo había visto todo, lo pero es que no era todo en realidad. Necesitaba que me escuchara.

Y al mismo tiempo temía que lo hiciera.

Estaba hecho un desastre lleno de terror.

Lo único de lo que estaba seguro era: Que no quería perderla. Y no lo iba ha hacer, así me arrastrara, ella seguiría siendo mía.

El maldito hospital parecía estar del otro lado del pais, por mas que aceleraba sentía que no llegaba.

-Resiste, amor.-Dije mirándola, se veía adolorida por supuesto y eso me mataba.-Ya casi llegamos.

Fruncí el ceño cuando por fin vi el enorme edificio del hospital donde estaba mar, pero estaba rodeado de medios y personas. Me tense, así que di un volantazo y salí del camino para dirigirme a otro hospital.

MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora