Capítulo 5: Terrible error

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Capítulo 5: Terrible error


Me quedé impactada por varios segundos observándolo y cayendo en cuenta del grave error que cometí aquella noche cuando sin saberlo me metí con el padre de mi mejor amiga.

Él pareció recomponerse tan rápido que dudaba que los muchachos hubieran notado la sorpresa que él tuvo al verme y reconocerme, su rostro serio haciéndolo ver rudo con esa mirada fija e intimidante que podía hacer temblar a cualquiera, su camisa blanca dejaba ver sus grandes músculos llenos de tinta al descubierto que cubría su piel, su pantalón oscuro se le ajustaba perfectamente a la cadera mostrando sus torneadas piernas, llevaba su cabello recogido en una cola hacia atrás en forma de cebolla.

Temblé al ver su potente manera de caminar; como si pudiera aplastar a cualquiera, este hombre tenía tanta presencia que era imposible que pasara desapercibido.

No podía respirar, sentía que me había quedado en paralizada con los miles de recuerdos desfilando por mi cabeza de cuando me tenía agarrada del cuello con su enorme mano mientras empujaba las caderas contra mí como si se tratara de una moto que no arranca; dándome sin piedad.

«¿Querías que te curara? Aquí tienes tu medicina». Su voz retumbaba en mi cabeza haciendo que mi rostro enrojeciera; sí, había estado borracha, pero, el alcohol solo hizo desastres en mi cabeza volviéndome una chica fácil por una noche, sin embargo recordaba absolutamente TODO a la perfección.

Aurora no pareció ni enterarse de que yo me estaba muriendo en vida de un ataque cardíaco, ella mantenía su gran sonrisa mientras daba un paso hacia su papá cuando él se detuvo frente a nosotros.

—Papá, ella es mi mejor amiga, Eva.

Él no apartaba la mirada de mí y yo tampoco, la verdad no sabía si él iba a decir algo al respecto de que ya me conocía o... bueno no, no me conocía, ni siquiera dijimos nuestros nombres, nosotros solamente conocimos nuestros cuerpos y gemidos en aquella habitación de hotel.

Sus ojos tuvieron de repente un ligero brillo de maldad y la comisura de sus labios se estiraron en una ligera sonrisa.

—Eva, ahora comprendo —murmuró; su voz tan profunda como la recordaba—, siempre tentada por el pecado.

Sentí que mis ojos se pusieron cuadrados, ¿qué se suponía que significaba eso y por qué sonó como una sugerencia sexual? Sentí que el calor cubrió mis mejillas y mi cuello.

—Soy Eros Dunkel —continuó alzando la mano hacia mí—, el padre de Aurora.

Tragué pesadamente saliva y estiré mi mano ligeramente temblorosa para tomar la suya; mi mano parecía diminuta comparada con la suya enorme, cuando nuestras pieles hicieron contacto sentí como si algo dentro de mi estómago se hubiera revuelto y mi pecho se hubiera comprimido, no comprendía qué estaba sucediendo conmigo, sentía que me iba a caer de espaldas y que mis piernas se habían vuelto gelatina de repente.

—Un gusto, señor... —aclaré mi garganta al sentir que mi voz sonaba débil— Dunkel.

Relamí mis labios al sentirlos resecos y él fijó la mirada en ellos haciendo que mi vientre se contrajera, y entonces contestó:

—El gusto es mío.

Temblé y ya no volví a respirar.

¿Por qué todo lo que salía de su boca sonaba como una sugerencia sexual? Sabía la respuesta, en mis fantasías más oscuras siempre me pregunté lo que sería estar con alguien atrayente como él; alguien que me hiciera vibrar y hacerme sentir cosas solo con la mirada porque a pesar de que quería a Kenny con él nunca sentía una conexión sexual ni tampoco hizo que mi cuerpo explotara como lo logró hacer este hombre. Cuando vi a Eros aquella noche, la intensidad que sentí no fue normal, había una atracción que no podía ni describir, además de que me dejó extasiada, derribada, sin aliento y con calambres en las piernas.

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora