Capítulo 11: Jaque mate

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Capítulo 11: Jaque mate

Eva Jenell

Verlo otra vez me hizo estremecerme por completo, no entendía por qué su profunda mirada de ojos azules tan claros que tocaban el gris parecían colarse hasta mis huesos. Tragué pesadamente saliva cuando noté el humo de su cigarrillo entre sus dedos, y un vaso de whisky a medio tomar.

—¿Puedo ayudarte, Eva? —preguntó, su voz profunda haciendo que algo dentro de mi estómago se oprimiera, tenía una forma de decir mi nombre que era capaz de dejarme sin respiración.

Forcé mi cuerpo a reaccionar y tragué pesadamente saliva para encontrar mi voz y volver a conectar mi cerebro de mi lengua.

—Perdone, señor Dunkel —me escuché murmurar—, no encontraba mi habitación.

Él llevó el cigarro a su boca e inhaló profundamente fijando su filosa mirada en la mía para seguidamente soltar el humo y murmurar:

—¿Quieres que te ayude a encontrarla?

La sugerencia coqueta de su voz o más bien mis pervertidos pensamientos de mi cabeza se crearon una película donde me guiaba a mi habitación y luego entraba conmigo cerrando la puerta a sus espaldas para tomarme en sus brazos cargándome y llevarme a la cama para arrancarme la ropa mientras su boca iba de mi cuello hacia mis...

Joder...

Me detuve sintiendo mis mejillas comenzar a cosquillear ante su mirada aún profunda en la mía y una de la comisura de su boca se alzó hacia arriba como si por medio segundo hubiera visto mis sucios pensamientos.

—Con que me diga de qué lado está, puedo llegar sola. —me limité a decir.

Él no borró esa leve sonrisa ladeada de su boca mientras tomaba un sorbo de su whisky en su vaso de cristal y mis piernas temblaron porque no apartaba la mirada de mí, como si supiera que podía intimidarme, pero estar frente a él se sentía como estar frente al mismo señor del infierno con el temor de quemarme con sus llamas.

—Te lo diré si juegas conmigo —propuso—. ¿Sabes jugar ajedrez?

Afirmé con la cabeza lentamente.

—Sí, claro —susurré y aclaré mi garganta—, aunque le advierto que no soy profesional, señor Dunkel.

En vez de alejarme e irme como era lo coherente, no podía hacerlo, mi cuerpo se sentía atraído a acercarse y mis pies se dirigieron al asiento libre frente a él, sentí sus ojos seguirme y hasta que estuve sentada frente a él con una mesa entre nosotros, aún así, sentía que estábamos demasiado cerca.

—Dejemos las formalidades de lado, Eva.

—Me siento más cómoda dirigiéndome a usted con respeto, señor —dije enfatizando la última palabra—, después de todo, no lo conozco muy bien...

Él entrecerró los ojos y dijo:

—Creo que ya nos conocemos muy bien.

Conocía muy bien el trasfondo de sus palabras, y el recuerdo de su sonrisa malévola cuando jadeaba y me susurraba cosas llenaron mi cabeza. Me removí un poco en la silla sintiendo que de repente el medio de mis piernas palpitaba y entraba en calor.

Noté como Eros, llevó nuevamente el cigarro a sus labios tomando una profunda calada y luego soltó el humo, mis ojos fueron a esa nube de humo gris que se deslizaba por un costado de su tentativa boca, ¿por qué sentía que se veía tan sexy haciendo eso? Nunca me gustaron los hombres fumadores.

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora