Capítulo 74: La traición se paga con muerte

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Capítulo dedicado a: alcocermishell, elisabertdelosangeles estuvieron más cerca en las teorías.

Capítulo 74: La traición se paga con muerte.

Federico Dunkel

—¿Pero qué haces, idiota? —gritó Mónica cuando le dije al guardia que no le diera comida a su celda, así que se la retiraron.

Habían pasado 2 semanas desde el intento de asesinato al rey, dos semanas donde Eva estaba internada en coma, el rey Román también en terapia intensiva y Mónica siendo mi rata de juguete.

—¡Dándote el lugar que mereces por traición! —repliqué.

Ahora Eva estaba al borde de la muerte, las heridas habían perforado mucho de sus órganos haciéndola morir por unos minutos en cuanto fue trasladada a nuestro hospital privado, los doctores lograron estabilizarla, había perdido demasiada sangre y aún no se sabía si el bebé que llevaba en su vientre seguía con vida en aquel momento, Mónica me hizo pasar un infierno por celos. Mi maldito bebé; el que me llevaría a la corona, aunque ahora con el rey Román en terapia intensiva y Eros sin señales de vida desde que nos traicionó, el ascenso al trono tenía mi nombre sin nadie que se interpusiera en mi camino.

Pero aún no podía darlo por hecho. No hasta tener la corona sobre mi cabeza.

—¿Traición? —replicó ella— ¡Hice justicia! No podía permitir que esa arrastrada le diera a mi marido un bebé cuando yo soy su esposa.

—Difunta esposa —repliqué—. Así que Hazte la idea de que apartir de ahora, no eres nadie ni tienes nada que te mantenga como tu antiguo estatus de princesa porque aquí ni siquiera está tu hija Aurora.

Ella me miró, estaba destruida, sucia y parecía al borde de quedar desquiciada. Saber que se le había ido la olla y que estaba tan loca como para hacer lo que hizo me hizo ver que ella merecía la muerte, quería su cabeza, pero habían muchas cosas que resolver antes de poder obtener su maldita cabeza como mi trofeo.

—Eros aún no se sabe si está muerto. —dijo ella.

—Ha saltado a un río lleno de piedras —me burlé—, debe de estar muerto y su cuerpo arrastrado por la corriente mientras los peces se lo comen.

—Esto no es justo, nada de esto es justo ¡ni está en la ley!

—¿Desde cuando la justicia es lo que dicta la ley? —sonreí—, la justicia la hacemos nosotros y nuestra palabra es la ley.

—¿Crees que el rey te respeta? —dijo ella— ¡Eres su hijo! , pero te desprecia, en cuanto tenga la oportunidad se deshará de ti. El favorito siempre fue Eros.

—El rey no saldrá de esta.

—No cantes victoria antes de tiempo. —dijo Mónica.

—Mira a tu alrededor —dije dando un paso hacia ella—, ni siquiera Martín está aquí como para ayudarte, estas sola y miserable.

Me di la vuelta mientras Mónica se aferraba de los barrotes y me gritaba miles de cosas que no me interesé en prestarle atención.

Pero su amante ni siquiera había aparecido tras el revuelo, de seguro que también era un traidor y ella nunca lo supo tampoco.

Al salir unos de los guardias me interceptó pareciendo apresurado.

—Príncipe Federico.

Me hizo una reverencia.

—¿Qué?

Él me miró diciendo con una leve sonrisa:

—La señorita Eva Jenell ha despertado del coma.

¿Qué? Sonreí ampliamente sin poder evitarlo. Por fin la primera noticia que me cambiaba el humor del día.

Fui a verla, bajé hacia el área sur del castillo, aun estaban muchas remodelaciones alrededor, más protección, más seguridad y reestructuración de las bombas que destruyeron parte de nuestras cosechas.

Cuando entré a la habitación ahí estaba ella, su ceño ligeramente fruncido mientras veía fijamente un punto de la pared de la habitación sin ventanas, llevaba una bata blanca, su cabello suelto ligeramente desordenado en distintas direcciones.

La doctora me comentó en los días que estaba en observación, que había una gran posibilidad de que hubiera perdido la memoria o que estuviera confusa tras el coma, esa era una gran ventaja para mí. Además de que la habían revisado y habían logrado estabilizar al bebé, las puñaladas que le hizo Mónica fueron en el estómago y no en el vientre, por suerte no hirieron el embrión pero si estuvo en amenaza de aborto.

—Hey, estás despierta. —susurré.

Ella volteó a mirarme, sus ojos verdes profundizando su mirada en la mía, pareció haber un atisbo de brillo en su mirada por unos segundos al reconocerme y a la vez duda.

—¿Sabes quién soy? —pregunté intentando saber con quién estaba tratando, con la Eva que intentó manipularme o con la Eva que yo podía manipular.

—Hay algo en ti... —aclaró su garganta con voz frágil— que se me hace familiar, siento que sé quién eres solo que no logro recordar con exactitud de dónde te conozco...

Bajó la mirada pasando una mano por encima de sus ojos.

—Tampoco recuerdo qué hago aquí —continuó en un susurro y volvió a mirarme—, ¿cómo acabé aquí? ¿qué me pasó? ¿por qué me duele tanto todo...?

Al ver que estaba confundida y empezaba a alterarse, me acerqué y la tomé de las manos, analicé por un momento su mirada, parecía realmente estar confundida por completo y no recordar nada.

—Calma... —murmuré.

Estuve tentado a llamarla «Fresita» pero tal vez esa palabra la haría recordar algo, con el pasado tenía que tener cuidado con ella, saber qué piezas mover.

—Soy tu prometido. —le confesé.

—¿Mi prometido? —repitió.

Pasé una mano por su cabello apartándoselo hasta detrás de sus orejas.

—Sí, me llamo Federico Dunkel —dije—, pronto el rey.

—¿Eres un rey? —pestañeó un par de veces si ceño fruncido— pero, me dijeron que estoy embarazada.

Afirmé con la cabeza acariciándola con la yema de mis dedos en su mejilla.

—Así es, yo soy el padre de ese bebé, y de hecho me van a coronar pronto. Tú eres mi prometida y nosotros nos vamos a casar, no importa que no recuerdes nada ahora —besé sus manos— yo te haré recordar muchas cosas.

—Gracias —susurró ella pareciendo confiar instantáneamente en mí, en la única persona que estaba para ella.

Alcé la cabeza y le di un leve beso los labios ella me sonrió y yo también lo hice, noté que llevó las manos a su vientre y yo la miré colocando una mano sobre las suyas.

—Yo nunca dejaré que nada le pase a ese bebé. —le prometí y ella me volvió a dar un leve beso en los labios.

En un mundo de monstruos, el único que sobrevivía era el que sabía mover sus cartas y usarlas a su favor, y ella se metió con la persona equivocada, el monstruo que condenaría su vida en el infierno.















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La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora