Capítulo 9: Seductora gatita, parte II

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Capítulo 9: Seductora gatita, parte II

Salí de ahí como alma que lleva el diablo y bajé directo a la prisión dentro del castillo, tomé el arma del guardia que custodiaba y le quité el seguro yendo hacia su celda, el hijo de perra estaba ahí a un costado de los barrotes, su rostro demacrado, sus mejillas ahuecadas por no comer.

—Por favor, no me ma... —empezó a decir, pero yo estaba tan furioso que ni siquiera lo dejé rogar, solo disparé y luego ordené a los guardias matar a los otros traidores y limpiar las celdas.

Cuando salí de ahí, me encontré a Martín, uno de los socios principales de nuestros negocios, sus brazos cruzados sobre su pecho y su ligera e irritable sonrisa reluciendo en su cara.

—¿Otra vez peleaste con el rey Roman? —preguntó Martin siguiendo el paso hasta el pasillo de la casa.

Ahora sí necesitaba ese cigarro.

—Siempre con la misma mierda —solté—, a veces dudo que haya hecho el puto testamento todavía.

Me irritaba pensar que el trono no fuera mío, si quedaba en los brazos de Federico, él haría un desastre, él no sabía mandar, él solo era un error y un estorbo.

—No lo ha hecho —aseguró Martin—, no hasta que sepa que se va a morir.

—No le falta mucho.

Ya estaba esquelético, sus pulmones fallando y él atragantándose con 10 puros al día lo haría asfixiarse en cualquier momento.

—Estás a tiempo de que empatices con él, que seas su favorito —dijo Martin—, sabes lo que tienes que hacer.

Me detuve y me voltee hacia él ligeramente confuso.

—¿Matarlo?

—Tener un heredero varón. —replicó.

Giré los ojos, había olvidado que esa era su super idea, Martin tenía a teoría de que si mi bisabuelo veía que yo tenía un legado asegurado con un varón, me entregaría el trono sin dudar, pero ni Federico ni yo teníamos un hijo varón qué presumir para él.

—Mónica ya no puede tener hijos, es inútil —repliqué sintiendo la amargura de mis palabras.

Ni tampoco me provocaba estar con ella desde que dio a luz y luego quedó estéril; fue un embarazo de alto riesgo, casi murió en el parto, desgraciadamente sobrevivió; la única forma de salvarla fue quitarle los ovarios quedando sin poder darme el propósito por el que nos casaron; hijos y sin poder divorciarnos porque eso rompería con las relaciones de la iglesia católica en el país. Desde que nos casamos no recuerdo haber dormido con ella en la misma cama, nunca la soporté.

Ahora estaba entre la espada y la pared por no poder engendrar un hijo varon que satisficiera a mi bisabuelo, Federico en cambio podía elegir formar una familia; tenía ventaja sobre mí.

—Tendrás que buscar a otra —dijo Martin.

Me reí con ironía y ligera molestia porque era un disparate, pero ahora que lo pensaba, nunca me había planteado esa posibilidad, ¿un bastardo podría satisfacer los deseos de mi bisabuelo y asegurarme el trono?

La voz de mi hija me distrajo, ella bajó con Eva las escaleras y pasaron frente a nosotros, ambas en traje de baño, pero mis ojos por más que lo evitaron fueron al cuerpo de Eva; llevaba un corto pantalón y la parte de arriba del traje de baño color rojo aferraba sus redondas tetas donde dejaba su abdomen al descubierto mandándome a recordar el maldito sueño que tuve en la mañana, mi maldito pantalón apretándose.

—Buenos días —dijo Aurora—, nos vamos a bañar en la piscina a aprovechar el sol.

—Recuerda usar bloqueador solar —le recordé.

Ella afirmó con la cabeza como única respuesta, Eva no me miraba, sus ojos tan verdes como la esmeralda estaban fijos al frente y seguidamente ellas continuaron su camino, me esforcé para no voltear, sin embargo Martin sí volteó sin disimulo y se quedó mirando el culo de Eva.

—¿Quién es ella? —dijo Martin— ¿Es la amiga de tu hija? ¿la que se quedará este mes?

—Sí.

—Es muy sensual.

La irritación de su comentario me hizo mirarlo fijamente e interponerme entre él y su descarada visión de seguir viéndole el culo a Eva.

—No la mires. —repliqué.

Él se rió entre dientes y se dio media vuelta para irse. Yo fui hacia la ventana y encendí un cigarrillo tomando una profunda calada antes de soltar el humo con la mirada fija afuera donde vi a Aurora lanzarse al agua para empezar a nadar, sin embargo Eva aún no se metía, se quitó el pantalón que llevaba dejándo las bragas rojas del traje de baño a la vista; ahuecaban perfectamente su hermoso culo, tenía un buen cuerpo, se notaba que practicaba algún deporte o iba al gimnasio porque esas piernas y su abdomen sensualmente marcado lo indicaba.

Ella caminó hasta la orilla de la piscina y metió las piernas mientras se amarraba el cabello en un moño improvisado y se colocaba sus gafas oscuras de sol, la bragueta se me apretaba más, no podía dejar de mirarla, cuando de repente vi que Federico se le acercó con las manos en los bolsillos y esa sonrisa irritante que siempre tenía cuando quería conquistar a una mujer, solté el humo de mi cigarro apretando la quijada y me dirigí a otro lugar sin querer ver moscas encima de mi carne, sintiéndome irracionalmente enojado y lo peor de esto era que no podía ir hacia allá y jalarla conmigo; aunque realmente las ganas no me faltaban.

¿Por qué esa mujer me estaba enloqueciendo tanto?

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Ay, ay, principe Eros, aquí vemos como empieza a luchar con sus emociones AAAAAAH!!!! esto está interesante, vemos que hay negocios turbios, que Eros no le importa asesinar gente, y que hay rebeldes fuera del castillo :o y además de esto que Eva se hace la indiferente con Eros y eso lo esta matandooo jajajajaja! leeré sus comentarios, dedicaré capítulos a las mejores especulaciones para el viernes :D

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La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora