La venganza del rey (+21) [Editando]

Capítulo 39: Quiero que te vayas (Parte I)

HOY MARATON!!!!!!!! :D

Capítulo dedicado a: Yackiaris, DanielaGomez786, LissbethPrada, Evecora por sus teorías :D

Capítulo 39: Quiero que te vayas (Parte I)

Eva Jenell

Mis manos estaban frías de repente, mis piernas empezaron a temblar ante mi confesión. Aurora frunció lentamente el ceño como si analizara esta información y no lograra procesarla o como si no encajara en su cabeza.

—¿Acostarte de dormir? —susurró su pregunta como si tuviera miedo de procesar realmente lo que quise confesarle.

Tragué pesadamente saliva, podía ver como su cordura debajo de esa mascara que llevaba empezaba a flaquear.

Enseguida me arrepentí de habérselo dicho, pero no se lo dije para lastimarla, se lo dije para que supiera quién era Carmelo, para que supiera con quién iba a casarse, no podía dejar que fuera miserable por el resto de su vida.

—Yo...

—Dime que fue acostarse de solo dormir —su mirada era suplicante—, por favor...

Sus ojos se cristalizaron, sentía un nudo en la garganta que me apretaba cada vez más, lo podía ver, ella estaba al borde de la decepción absoluta, ella parecía al borde de afrontar que yo; su amiga más cercana, la había herido donde más le dolía, que cuando ella por fin lo asimilara, se enfrentaría a esto; a que yo había quebrado nuestra amistad al hacer esto.

—No fue así —tragué pesadamente saliva—, follamos.

Aurora tomó una pequeña respiración y se quitó la máscara dejándola a un lado, empezó a caminar por la habitación, yo no sabía qué hacer, así que solo me quedé muy quieta en mi lugar sintiendo que el temblor de mis piernas no se detenía.

—Joder, Eva —murmuró en un hilo de voz volteándose hacia mí, pasando una mano por su frente— ¿pero que hiciste?

Su rostro donde reflejaba la decepción pura, me hizo sentirme peor que hace un momento, pero ya lo había hecho y ahora tenía que afrontarlo.

Me quité la máscara dorada con cuidando de no dañar mi maquillaje y tragué pesadamente saliva para murmurar:

—No fue... no quise... —sentía que me ahogaba— es que...

Aurora negó con la cabeza, no encontraba ninguna palabra adecuada, su mirada enojada estaba fija en mí.

—¿Qué? —me interrumpió— ¡No puedo creerlo! no puedo creer que te hayas atrevido a meterte con mi papá, ¡es mi papá! ¡Y tú estabas con Federico! ¿te follabas a los dos?

Negué con la cabeza.

—Con Federico fue un acuerdo —le expliqué—, me dijo que me daría un consultorio si fingía estar con él en Dubai, pero, nunca follé con él...

—Solo follaste con mi padre —entendió—, guao, que poético de tu parte, fingir estar con mi tío para que te de un consultorio mientras te follas a mi padre para que te de ¿qué? ¿qué le pediste? ¿dinero?

Apreté la quijada.

—Aurora, tú me conoces —dije—, no soy una prostituta o algo así, solo ocurrió...

—¿Te conozco? —repitió alzando una ceja, nunca en mi vida la había visto tan enojada conmigo como ahora— No lo sé, creo que ya no te conozco, nunca creí que te atrevieras a hacerme algo así.

Su rostro había enrojecido, tomé una profunda respiración, mis ojos se cristalizaron.

—Lo siento...

—¿De verdad lo sientes? —me interrumpió dando un paso hacia mí— ¿Te arrepientes de habértelo follado?

Me quedé por medio segundo pensativa procesando su pregunta, en realidad no, no me arrepentía ni un segundo de todo lo que ocurrió con él a pensar de que se comportó como un idiota por precisamente hacer esto; intentar evitar un catastrófico error de este matrimonio arreglado.

—Aurora... —tragué pesadamente saliva— Te lo dije porque Carmelo me tenía chantajeada, si te decía que lo vi follándose a Francia él te diría lo de tu padre y yo, por eso preferí decírtelo yo misma...

—¿Es que él lo sabía? —preguntó anonadada— ¿Cómo lo supo?

Abrí la boca recordando aquella noche del bastón de caramelo que alumbraba en la oscuridad de un fuerte color fosforescente, que delató las manos de Eros y su boca, recordar lo que ocurrió aquella noche del teatro me hizo estremecer.

Miré a Aurora, ella esperaba una respuesta, pero temía dársela y que descubriera nuestro nivel de perversión.

—Aurora, yo, quería que lo escucharas de mi boca no de la de alguien más... además de lo que hizo Carmelo con Francia...

—Me has apuñalado por la espalda —me interrumpió evidentemente enojada.

—Pero te estoy diciendo que Carmelo...

—¡A la mierda, Eva! —gritó y se rió sin gracia— ¿No entiendes que es lo que debo hacer? ¡Debo casarme desde que nací! ¡por eso vinimos! ¡para mi boda!

—Él te traicionó... —dije también algo alterada, pero Aurora mantuvo su rostro gélido, su mirada fija en mí cuando por fin sacó lo que había estado realmente pensado y negando con la cabeza dijo:

—No te creo.

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