Capítulo 2: La fatídica noticia

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Capítulo 2: La fatídica noticia

¿O no era él?

Joder esperaba que no fuera él o moriría aquí mismo.

—Lo... lo siento —susurré.

Me eché hacia atrás para cubrirme los pechos y alejarlos de su cara, pero mi roto tirante del traje de baño se quedó enganchado a su chaqueta, lo que me hizo prácticamente rebotar nuevamente contra su cara y restregarle otra vez mis pechos a la nariz.

Mierda.

Desesperada, lo jalé de su chaqueta rompiéndole el botón, voltee la vista hacia él y lo miré al mismo tiempo que él alzó la vista hacia mí, su mirada tan profunda que por medio segundo sentí que sus ojos azules tan claros que lograban tocar el gris me traspasaron entera, su ceño fruncido, su rostro gélido mostrando que evidente esto no le parecía divertido nada de esto.

Todo esto pasó en cuestión de nanosegundos, pero lo sentí una eternidad.

Tragué pesadamente saliva sintiendo mi rostro volverse enteramente rojo y entonces retrocedí torpemente mis pasos cubriéndome los pechos, saliendo del embrujo, notando a todas las personas que estaban alrededor hablando, fotografiando y riéndose de mí, fue cuando me di la vuelta y empecé a correr con mis altos tacones hasta desaparecer tras bastidores.

¡Mierda, mierda, mierda!

Recuperando el aliento, mi rostro enrojeciendo aún más recordando lo que había acabado de pasar una y otra vez.

Necesitaba meterme en una piscina y ahogarme ahora mismo, necesitaba lanzarme de un puente o simplemente que algún camión me atropellara ahora.

Este día no podía empeorar.

—¿Estás bien? —dijo Julian cuando me vio buscar mi ropa y me coloqué el vestido negro con el que llegué y mis zapatos deportivos, tomé mis cosas y le lancé la pieza defectuosa del traje de baño a su pecho sintiendo que si me cortaban no saldría sangre de lo enojada que estaba.

—Trajes de mierda es lo que su tienda confecciona —solté enojada—, ¡no vuelvo más!

Me quité la mascarilla que llevaba en la cara y la lancé al suelo mientras salía por la puerta trasera directamente a la calle, al menos esperaba que esa máscara hubiera cubierto un poco mi identidad y la gente no me reconociera.

¡Que vergüenza!

Caminé rápido por la calle a detener el primer taxi que pasara, sin embargo escuché una bocina resonar, cuando volteé noté que se trataba del auto de mi madre.

¿Ella no estaba trabajando?

Fruncí el ceño al ver que orilló el auto en la carretera y bajó el vidrio para que reconociera que era ella y en el puesto de adelante iba...

¿Kenny?

Mi novio Kenny.

El infiel Kenny.

¿Tanto tiempo sin verlo, esas fotos con otra mujer y ahora aparecía en el carro con mi madre? Ambos tenían caras tensas, ¿habían visto el desastre del desfile? ¿Le habían llegado también las fotos?

—¿Que hacen aquí? —solté.

—Sube —dijo mi madre, le obedecí sentándome atrás y ella arrancó—. Te estaba llamando pero no contestabas.

Revisé mi teléfono con manos temblorosas de mi bolso, en efecto tenía muchísimas llamadas perdidas.

—¿Qué ocurrió? —miré a mi novio quien iba quieto al frente— ¿Kenny?

Kenny mantenía la mirada fija al frente, no hablaba, casi no pestañeaba y parecía pálido.

¿Ni siquiera me iba a dar una explicación?

—Hablamos en la casa —dijo mi madre.

No entendía qué pasaba, este día solo parecía empeorar.

Cuando llegamos a casa y entramos, lo primero que vi fue a mi hermana Patricia sentada en el sofá, llevaba un suéter azul y sus ojos estaban hinchados de tanto llorar, fruncí el ceño, tenía tiempo sin verla desde que se fue a la universidad de Harvard, apenas estaba en el primer año, ¿qué hacía aquí si ni estaba de vacaciones? Mi padre estaba en la cocina, también tenía contraída en molestia.

—¿Esto tiene que ver con las fotos? —pregunté intentando que esto encajara en mi cabeza, sin embargo no lograba comprender nada.

—Querían chantajearme —explicó Kenny por fin evitando mi mirada—, pero no tenía dinero, y las enviaron a toda tu familia.

Fruncí el ceño.

¿Acaso todos estaban dolidos porque mi novio mi había engañado?

—Pero no entiendo, ¿por qué trajiste a Kenny si me engañó a mí? —dije a mi madre y luego miré a Kenny—, creo que es algo que debemos hablar él y yo.

Necesitaba explicaciones justo ahora.

Mi madre bufó sin gracia y entonces me dijo:

—¿Acaso no reconociste el rostro de tu hermana?

¿El rostro de mí...?

Miré a mi hermana otra vez, y fue cuando detallé su cabello decolorado perdiendo el puro color verde a algo más amarillento.

¿Había sido... ella?

Dejé de respirar, el suelo bajo mis pies se abría y caía sin control, había estado tan ocupada viendo a Kenny en las fotos que ni siquiera identifiqué a la otra chica. Ni siquiera sabía que mi hermana tenía tatuajes.

—¿Te metiste con mi hermana? —murmuré en un hilo de voz mirando a Kenny.

Él por fin me miró, esos ojos claros que muchas veces me miraron con adoración ahora parecían dolidos y diferentes.

—No lo planee —susurró él.

Di un paso hacia él.

—¿De entre todas las chicas por qué mi hermanita? ¡apenas tiene 19 años, Kenny!

—No soy una niña —replicó Patricia desde el mueble, a pesar de haber estado llorando, parecía molesta y frustrada.

Es decir, nunca fuimos las hermanas más unidas del mundo, pero, tampoco nos odiábamos, no para que me hiciera algo así.

—¿Cómo pudiste hacerme esto? —dije en un hilo de voz mirando a Patricia.

—Lo siento —respondió Kenny— solo pasó por accidente y...

—¿Solo pasó? —interrumpí mirándolo— ¿Quiere decir que accidentalmente tu pene se le metió a la vagina no una sino muchas veces?

Se quedó callado y evitó mi mirada.

—¿Cuánto tiempo? —le exigí saber.

—Los suficientes para que ahora esperen un bebé de 4 meses —soltó mi madre con los brazos cruzados, al pareces esta bomba ya había explotado aquí y la que faltaba por enterarme era yo.

—¿Un bebé de 4 meses? —repetí en un hilo de voz y mis ojos fueron a su vientre.

Llevé una mano a mi pecho sintiendo mi corazón destrozado, no podía respirar.

Además de que estuvo con ella ni siquiera usaron condón.

Necesitaba salir de aquí.

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora