Capítulo 47: La mafia rusa (Parte I)

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Capítulo dedicado a:  angelesmaza0, Victamsb, Gnsisgene, mariadejesusromerobe, LauraLeyton961 por sus teorías :D

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Capítulo 47: La mafia rusa (Parte I)

Aurora Dunkel

Las lágrimas no dejaban de rodar por mis ojos, mi nariz tapada lo cual era completamente un desastre porque casi no podía respirar por una especie de bolsa negra que cubría mi cabeza impidiéndome ver cualquier cosa, en mi boca estaba una cinta gruesa. Mis manos estaban detrás de mi espalda amarradas fuertemente por las muñecas, mi respiración estaba demasiada agitada, mi pecho subía y bajaba con rapidez, estaba llena de miedo.

Todo había pasado demasiado rápido frente a mis ojos, estaba apenas asimilando lo que había visto de mi prometido Carmelo con su propia hermana Francia en aquel momento contra el árbol, y luego estas personas apareciendo de la nada a llevarme a la fuerza sin darme la posibilidad de ver a donde me estaban llevando. Siempre supe que los eventos dentro del castillo eran peligrosos, así fueran exclusivos, por eso siempre se doblaba la seguridad, por eso siempre nos resguardaban de no estar en los alrededores durante la noche, porque al ser un amplio bosque no todo estaba iluminado por la salud ambiental y por mi insistencia.

Escuchaba ruido a mi alrededor, no sabía cómo pero sabía que me habían sacado del castillo cuando escuché el ruido de un motor, esto era un complot, esto era algo ya planificado. No sé cuanto tiempo estuvimos en carretera pero sí sé que fueron muchísimas horas hasta que por fin la camioneta se detuvo y me hicieron bajar del auto sosteniéndome del brazo y haciéndome subir escaleras, ya sentía que aquí acababa mi vida antes de que empezara, sentía que me iban a matar en cualquier momento, porque de hecho ese siempre el miedo de mi padre, que me usaran para hacerme daño o llegar a él, por eso me mandó tanto tiempo a estudiar fuera, para que de alguna forma estuviera a salvo, sentía qe le había fallado.

Entramos a una habitación, percibí el olor a cigarro y a fuerte alcohol junto con flores silvestres de menta y sentí mi piel erizarse sin saber por qué.

—Aquí está korol—escuché que dijeron—, la princesa Aurora Dunkel.

—Pásenla a los calabozos —escuché una voz profunda que respondió en ruso, sentí que se me estremeció el cuerpo entero y me hizo temblar las piernas, en especial porque tenía un acento muy marcado en ruso, peligroso y fuerte—, la veré después.

Me jalaron hasta dentro y casi me caí con mis tacones cuando me hicieron bajar por la escalera resbalosa, por suerte me sostuvieron pero sentí que me sostuvieron tan fuerte el brazo evitando mi caída que mi hombro dolió, no pude evitar gritar de dolor.

—¡Cállate! —me gritó el que me sostenía.

Sin embargo cuando seguí bajando sentí que me tropecé otra vez y me sostuvieron nuevamente del brazo que me dolía, jadee en un grito que empeoró cuando me dieron un golpe en la cara que me dejó mareada y al borde del desmayo. No tuvieron más opción que cargarme hasta que me tiraron dolorosamente en el piso, escuché el sonido de unas rejas de metal cuando la cierran y luego pasos yéndose.

Suspiré, creo que me habían metido en un calabozo y algo que sabía era que en los calabozos no había piedad con los reclusos; así era en el castillo. Joder, así no era como quería que fuera mi última fiesta de compromiso, así no era como quería que fuera mi matrimonio, siempre pensé que me casaría con mi príncipe soñado, mi guapo Carmelo, pero todo se desmoronó en cuestión de segundos frente a mis ojos rompiéndome las ilusiones y todas nuestras promesas... todo lo que me dijo de que era virgen, que me amaba, que nunca me haría daño, que si no fuera princesa igual estaría conmigo, TODO fue mentira.

Empecé a llorar, ¿qué acaso esa mujer no era su hermana? ¿también había mentido en eso? Era imposible, ellos incluso se parecían físicamente, siempre creí que eran gemelos... ya no sabía que pensar, mi cabeza iba a explotar.

—Niña.

Detengo mi sollozo al reconocer que un hombre me están hablando en alemán.

¿Uh? —me las arreglo para murmurar.

—Deja de llorar —escuché—, no nos dejas dormir.

Empecé a murmurar una disculpa, pero la cinta de mi boca y la bolsa que cubre mi cabeza no me dejó.

—Quítate eso de la cabeza —continuó diciendo.

—Tiene las manos atadas —escucho otra voz de otro hombre.

—Acercate. —pide— Sigue mi voz para poder ayudarte.

Le hago caso, de todas formas no sé muy bien en quién confiar en este momento... y si voy a morir, prefiero que sea rápido. Me acerqué a la voz hasta tropezar con lo que parecían ser barrotes, metieron las manos entre los espacios y me quitaron la bolsa de la cabeza, sentí que pude respirar mejor, sin embargo el olor no era muy agradable, olía a moho y humedad. El hombre que me ayudó parecía desnutrido, estaba casi en los huesos y tenía una fea herida en la frente que parecía infectada, él estiró la mano, sus dedos estaban oscurecidos y partidos, pero aún así no lo aparté cuando fueron hacia mi boca y me quitó la cinta que me cubría, tragué pesadamente saliva.

—Gracias —susurré—. ¿Puedes quitarme el nudo de mis muñecas?

Lo intentó, pero no lo logró.

—Lo siento, se necesita de un cuchillo.

Suspiré y miré a mi alrededor en busca de algún filo, los espacios eran diminutos entre todos en el calabozo, no estaba sola, de hecho habían muchas personas dentro y todas me observaban.

—Soy Gil —murmuró el hombre que me ayudó, no parecía tener más de 30 años, me pregunté qué hacía aquí.

—Es la princesa Aurora Dunkel —dijo el otro hombre que se encontraba del lado izquierdo del calabozo, voltee para verlo, parecía también algo demacrado, solo que él tenía puede que más de 40 años.

Quise negar quién era cuando todos dentro de los calabozos comentaron a murmurar entre ellos, pero no valía la pena, ya estaba condenada a estar aquí.

—Ay, niña —dijo Gil—, te compadezco.

Tragué pesadamente saliva.

—¿Quién es ella? —escuché una voz que murmuró desde otra de las jaulas.
—Es la hija del príncipe Dunkel —dijo Gil—. Enemigo directo de Igor Ivankov.

Se hizo un extraño silencio que me puso la piel de gallina, tragué pesadamente saliva y murmuré:

—¿Do... donde estoy?

Gil me miró con lástima ligeramente consternado y respondió:

—En el castillo de Igor Ivankov, ahora estás a su merced.

Temblé al recordar aquella voz rusa que logró ponerme la piel de gallina, seca, sin piedad, Igor Ivankov el peor enemigo de no solo mi padre, sino de toda mi familia.

Ahora estaba segura que no saldría viva de aquí.

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora