Capítulo 64: La habitación de los espejos, parte I

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Capítulo 64: La habitación de los espejos, parte I

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Aurora Dunkel

..Una habitación de muchos espejos, eran tantos que hasta era perturbante.

Me iba a dar la vuelta pero me encontré con mi reflejo en espejo, busqué una manilla pero no existía, no podía abrirla, ¿en qué momento se cerró!?

Maldición, ¡maldición!

Empecé a caminar intentando poner mis manos enfrente para no tropezarme con el cristal del reflejo, podía verme desde cada ángulo, esto era como un laberinto.

De repente me frené en seco cuando vi un reflejo de un hombre de espaldas al fondo, se le veían tatuajes en los músculos de sus brazos y espalda, solo unos jeans colgaban de sus caderas cubriendo el inicio de unos firmes glúteos, hacía dónde yo me dirigía, pero no sabía exactamente dónde estaba.

Vi que su reflejo se movió y entonces me voltee para huir cuando de repente lo vi frente a mí, a unos cuántos pasos, unos jeans colgaban de sus caderas.

Me quedé en completo shock, no pude ni reaccionar al encontrarme de frente con su musculoso torso, la última persona que esperaba ver estaba frente a mí. Él extinguió el espacio que nos separaba y entonces me agarró de la muñeca tirando de ella hacía él, su rostro estaba contrariado, ligeramente enrojecido de molestia.

—¿Qué haces aquí? —gruñó, sus dedos apretando mi piel, haciéndome sentir diminuta y vulnerable ante su poder.

—Yo... yo... —estaba completamente fuera de mí, de todos los lugares en los que pude haber parado, caí justo en la cueva del lobo.

Intenté hablar pero las palabras se ahogaron en mí garganta. Me sentía alterada, pero había algo en el brillo oscurecido de sus ojos pardos que me hicieron sentir extraña, el poco espacio entre los dos me excitaba de una manera que no podía explicar, como me sentí en la cocina, esa intensidad y ese desafío entre los dos que me llamaba a acelerar mí corazón.

Mi respiración se volvió errática cuando él me empujó contra la pared del espejo, en todos lados podia ver mi reflejo. Su cuerpo me presionó firmemente, atrapándome.

—¿Querías escapar, printsessa?

Me quitó las llaves de la mano, su porte alto y fuerte haciéndome sentir como una pequeña hormiga. En sus labios se deslizaba el fantasma de una sonrisa autosuficiente.

—Pensé que eras más lista como para saber que él que me busca, me encuentra, sin posibilidad de escapar —susurró.

—No te buscaba...

—Pero me encontraste —me interrumpió.

Tragué pesadamente saliva, él me tenía atrapada y no sabía qué haría ahora conmigo que me había atrapado con las manos en la masa. Su cercanía en este espacio tan pequeño dónde podía ver nuestro reflejo desde todos los ángulos me ponía aún más nerviosa porque lucía mucho más grande e imponente que yo. Temblé.

—Por favor...

—¿Ahora ruegas? —preguntó con ironía— ¿Dónde quedó la niña orgullosa y egocéntrica?

Apreté mis labios, no sabía a dónde se me había ido el valor y las agallas.

—¿Crees que puedes entrar aquí sin consecuencias? —continuó diciendo.

Sin darme tiempo para responder, su mano se deslizó por mi cuello, sujetándome con firmeza, pero sin hacerme daño. Era una advertencia, él dejaba muy en claro quién estaba mandando en esta situación.

—Me has enloquecido tanto —susurró— que he pensando en traer a alguna puta para poder saciar las ganas que me has dejado... Pero te quiero es a ti.

—¿Por qué estás tan encaprichado conmigo?

Se inclinó hacia mí para murmurar:

—Porque quiero que sea tu boca en mi polla, no sabes todas las veces que lo he soñado —sentí de repente que mi cuerpo ardía de calor—. Quiero que sean los labios de una chica inexperta y virgen a la que yo corrompa y yo posea por primera vez.

El miedo y el deseo se mezclaron en mi interior, haciéndome estremecer bajo su toque. Podía sentir el latido de mi corazón resonando con fuerza en mi pecho, cada pulso llevaba mi cuerpo más cerca al borde del precipicio. Él bajó la mano lentamente hacia mi cintura, atrayéndome más cerca, mi pecho chocando contra el suyo, la dureza de su cremallera podia sentirla dura contra mi ombligo.

—Puedo leerte justo ahora —susurró—, cada pensamiento, cada fantasía que has pensado conmigo, sé que esto es lo que realmente quieres aunque no te atrevas a admitirlo.

Sus dedos se hundieron dentro de mi cabello, tirando ligeramente de mi cabeza hacía atrás, jadee cuando se inclinó hacía mi cuello y susurró contra mi piel:

—Pero esta vez, tendrás que pedirlo.

Sus labios rozaron la piel de mi cuello poniéndome la piel de gallina.

Sentí el calor abrumador recorriéndome entera, mi cuerpo me traicionó, respondiendo al dominio absoluto que él ejercía en mi. Cada fibra de mí temblaba de deseo y terror. Lo odiaba pero al mismo tiempo lo deseaba con una intensidad que empezaba a asustarme y ahora sólo recordaba lo ocurrido aquella noche, cuando se subió sobre la cama y me dio placer; uno intenso, uno que nunca había experimentado y me moría por seguir probando.

Me mordí el labio inferior intentando resistirme, pero su mano en mi cintura se empezó a deslizar hacía abajo desafiándome a entregarme a él.

Este hombre sabía como seducir, era lento, pero firme, era peligroso y a la vez atrayente.

—Pídelo printssesa. —susurró.

—No... —jadee cuando su mano apretó mi trasero y ya sentia que estaba a nada de perder la cabeza.

—Ese orgullo es tu enemigo—murmuró, su boca deslizándose por el contorno de mi mandíbula, sus palabras vibrando contra mi piel, su cuerpo estaba caliente, respiración estaba agitada, podía notar que me deseaba incluso más de lo que yo lo hacía.

Entonces lo supe.

Supe en ese momento que yo tenía el poder, que podía manipularlo, de esto dependería mí vida o mi muerte, porque se notaba que él no tenía piedad. Tenía que usar esto a mí favor, si él confiaba ciegamente en mí, podía manipularlo y salir finalmente de aquí.

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora