Capítulo 40: Quiero que te vayas (Parte II)

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MARATON :D

Capítulo 40: Quiero que te vayas (Parte II)

Eva Jenell

Me la quedé mirando pestañeando un par de veces analizando lo que había acabado de decirme en mis narices.

—¿No me crees? —repetí incrédula.

—No, no te creo Eva —replicó—. Tú no querías desde un principio que me casara con él, nunca te cayó bien, ¿pero adivina qué? Esto es lo que debo hacer y no pienso dejarlo porque te pongas a inventar estas estupideces.

Fruncí el ceño al analizar lo que estaba acabando de decirme, que ella debía casarse con él a pesar de todo lo que le acababa de advertir, como si de repente el hecho de que se hubiera; no solo follado a otra, sino a su propia hermana, no importara.

—¿Cómo que no me crees? —repliqué—, ¡somos como familia, Aurora!

—Carmelo nunca me ha dado indicios para desconfiar de él.

Sentí que la boca se me desencajó cuando la abrí y la cerré como un pez dando bocanadas, no podía creer esto.

—¡Se folló a su hermana! —mi voz iba en aumento— ¡ES UN ENFERMO!

—¡Tu te follaste a mi papá! —replicó en mi mismo tono indignado— ¡eres una enferma!

Pestañee un par de veces sin poder creer lo que me estaba diciendo, claro no me creía lo que le contaba de su prometido pero sí lo de su padre, joder.

Ella tragó pesadamente saliva para continuar diciendo:

—Nunca quise decirte que era una princesa por esto, porque sabia que por celos podrías sabotearme.

¿Qué?

—Nunca sentí celos de ti Aurora, de hecho me parece espectacular tener una amiga princesa, y yo respeté tu decisión de casarte —repliqué—, pero no quería que te viera la cara de estúpida por eso te confesé todo esto.

—¿Entonces me hubieras ocultado que estuviste con mi padre? —alzó una ceja— ¿qué clase de mejor amiga eres?

Tomé una profunda respiración, mordí mi labio inferior y la volví a mirar.

—Déjame entender esto —repliqué— ¿Estas enojada conmigo por lo que hice con tu padre pero no con Carmelo que te fue infiel?

Ella me miró, apretó la quijada pero no se atrevió a decir nada más.

—Soy tu mejor amiga —continué—, somos como hermanas...

—¿De verdad? —me interrumpió— ¿Entonces yo también debería follarme a tu papá?

—Aurora...

Ella alzó ambas palmas de sus manos hacia mí como si quisiera que me callara mientras ella contenía la respiración, nunca habíamos tenido una discusión o pelea como esta antes.

—Solo necesito que me dejes sola —pidió.

Tragué pesadamente saliva.

—Lo siento —dije—, pero si te vas a casar tenías que saber quién era él... lo último que quiero es que seas miserable por el resto de tu vida atada a un mal matrimonio.

—Vale, no sé quién es él, ni quién eres tú —replicó y se cruzó de brazos evitando mi mirada.

No podía más, sabía que ya no podía decir nada para arreglar esta situación que se había volteado unicamente en mi contra.

Aurora fue a colocarse la mascara frente al espejo y entonces sin mirarme susurró:

—Quiero que te regreses a América.

La vi voltearse y caminar hacia la puerta sin dirigirme otra mirada. No podía creer que hablara en serio.

—Pero...

Ella se detuvo cuando su mano tocó el pomo y me interrumpió diciendo:

—Ya no quiero que estés aquí, ni que estés conmigo para la boda...

—Pero Aurora...

—Quiero que arregles tus cosas —me volvió a interrumpir—, te irás mañana mismo si es posible.

No podía creer que no viera por qué le dije todo esto, ella solo ignoró lo que dije de Carmelo y se quedó con lo que le confesé de su padre... sé que estuvo mal, pero no pensé que lo tomaría contra mí, sino que realmente lo tomaría como un desliz de mi parte o algo con menos importancia que lo de su prometido. ¿Hubiera sido mejor nunca haberle dicho nada? ¿hubiera sido mejor simplemente ser una mala amiga y ya?

Mis ojos se cristalizaron.

—¿De verdad eso quieres? —pregunté—, ¿no me crees?

Aurora tomó una profunda respiración, ella no me miraba.

—No, no te creo —admitió—, y no permitiré que juegues con Federico cuando te acostaste con mi padre.

Fruncí el ceño y me acerqué a ella, pero me detuve a unos pasos de tocarla, ella no se inmutó, por primera vez pude ver fortaleza en ella y en su carácter dócil y vulnerable, Aurora puso un muro entre las dos sin detenerse a flaquear ni un momento.

—No juego con Federico —repliqué a pesar de que me di cuenta de que era cierto; sí estaba jugando con él.

Ella negó con la cabeza, notaba que estaba tan decepcionada de mí que ni siquiera podía verme a la cara.

—Mi padre —bufó—, te metiste con mi padre, un hombre casado.

—Pero si tú odias a tu madre...

—No te da él derecho de hacer lo que hiciste —apretó los labios—, aléjate de mi tío Federico, de mi padre, y de mí.

Abrió el pomo de la puerta y salió cerrándola de un puertazo que resonó en la solitaria habitación.

Ahora me daba cuenta de que no siempre la verdad arreglaba las cosas por más buena que fuera tu intención, sino que las destruía, mis manos ahora tenía las cenizas de mi amistad con Aurora, ahora sabía que nada volvería a ser igual. Supe que a veces es mejor guardar silencio aunque sepas que el mundo se caerá en miles de pedazos en el futuro...

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora