Capítulo 49: El secuestro de Aurora, (Parte I)

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Capítulo 49: El secuestro de Aurora, (Parte I)


Eva Jenell


Eros salió de la biblioteca como alma que lleva el diablo y yo me arreglé el vestido bajando rápido detrás de él a ver lo que había ocurrido con Aurora, creí por medio segundo que estaba desaparecida porque se había escapado de la fiesta pero eso no tenía nada de sentido para mí, porque Aurora no era de las que se iban sin dar explicaciones, sino que más bien daban muchísimas explicaciones innecesarias. Algunos guardias dicen haberla visto salir al patio justo cuando adentro de la fiesta se presentó una pelea de dos personas borrachas que tuvieron que sacar del castillo, lo cual parecía ser una careta para poder llevarse a Aurora. Tuvieron que evacuar a todos los invitados revisándolos y hacer una inspección por todo el castillo comprobando que...

...Aurora no estaba en ningún lugar, ni siquiera oculta, como si la tierra se la hubiera tragado y nadie vio o supo nada. Estaba presenciando una pelea entre los guardias de seguridad y los jefes de seguridad, Eros parecía completamente enojado también caminando de un lado a otro pidiendo ver las cámaras, pero al parecer, convenientemente estaban apagadas en ese lapso de tiempo, todo parecía haber sido premeditado.

Carmelo se acercó a mí pareciendo enojado y dijo entre dientes:

—Tu tuviste que ver en esto, campesina.

Pestañee un par de veces sin poder creer realmente que él me hubiera dicho campesina y que me estuviera echando la culpa de la desaparición de Aurora.

—¿Yo? —repliqué— ¿por qué? ¿acaso piensas que le dije lo que te traes entre manos con tu hermana?

Él se mantuvo serio, es decir, sí se lo había dicho pero ella no me había creído, y dudaba que me creyera Aurora parecía tener una venda en sus ojos.

—Tú le dijiste de mi y de Francia —replicó entre dientes— por eso nos vio.

Estreché los ojos comprendiendo lo que me estaba diciendo, ella los vio.

—¿Los vio? —repetí— Pues ya era hora que viera el pedazo de mierda que eres.

—No puedes hablarme así. —replicó, su rostro empezando a volverse rojo.

—De seguro que por eso huyó —continué diciendo—, deberías decírselo a tu suegro. ¡Pero de seguro que no tienes las bolas para enfrentar esto, ni nada!

Carmelo pareció perder los estribos, me alzó la mano para abofetearme, cerré los ojos esperando el golpe cuando de repente vi que alguien le tomó la palma de la mano, ambos volteamos viendo como Eros le tenía la muñeca agarrada con fuerza, su ceño fruncido, sus ojos azules claro enrojecidos en enojo.

—¿De verdad le alzaste la mano a la mejor amiga de mi hija? —preguntó Eros con voz escalofriantemente frívola.

Carmelo apretó la quijada parecía tan enojado que ni siquiera pareció enterarse que Eros era mucho más alto y... grande que él cuando replicó:

—La mejor amiga de tu hija y tu amante.

Eros entrecerró los ojos, la mano en la muñeca de Carmelo se apretó y Carmelo hizo una mueca de dolor.

—Cuida como me hablas niño —replicó Eros—, no quieres meterte conmigo.

Su voz baja, controlada, pero con una amenaza directa, Carmelo jadeó cuando Eros apretó aún más el agarre de su muñeca y juro que escuché su hueso tronar cuando continuó diciendo:

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora