Capítulo 42: Baile antes de la boda (Parte II)

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MARATON

Capítulo 42: Baile antes de la boda (Parte II)

Eva Jenell

Cuando llegamos frente a él, Federico hizo una reverencia, así que yo también lo imité doblando el cuerpo, los guardias se mofaron de mí y no fue hasta ese momento que me di cuenta de que así no se hacía una reverencia por parte de las mujeres, sino que se hacía agachándose un poco. Ahg.

El rey me miró desde el cabello hasta mis pies lentamente en un minucioso escrutinio.

—Rey Roman Dunkel —dijo Federico—, quiero presentarle a mi futura esposa, ella es Eva Jenell, es doctora, americana y tiene un vientre joven.

¿Tiene un vientre joven? Me frené en decir algún comentario, pero eso me pareció bastante fuera de lugar... luego me di cuenta de algo importante, ellos buscaban mujeres para poder tener hijos, mujeres preferiblemente jóvenes. Como yo. Joder, ¿en qué me había metido?

—Quítate la mascara. —ordenó el rey.

Le obedecí quitándome la máscara y entonces dejé de respirar cuando el rey me hizo un gesto con la mano para que me acercara a él, tragué pesadamente saliva cuando di un paso del escalón hacia su trono y me encontré con sus ojos grandes dentro de unas enormes ojeras negras.

—Bien —dijo y me hizo otro gesto con la mano para que me alejara, yo me devolví a donde estaba Federico intentando no caerme por mis nervios.

Federico hizo una reverencia y luego me tomó la mano para retirarnos de ahí, cuando estuvimos lo suficientemente lejos le pregunté aún con el corazón en la boca.

—¿Bien? ¿qué significa eso?

Federico soltó una ligera carcajada.

—Que me ha dado la bendición para casarme contigo. —dijo— Hay que hacerte algunos exámenes, pero ya estás aprobada.

Pestañee un par de veces asimilando que había hablado de boda y que el rey me había dado el visto bueno para hacer esto. Es decir en cualquier cuento de fantasía donde un príncipe se enamore de una plebeya sonaba de lo mejor, pero en mi caso me daba pánico porque yo deseaba a otro príncipe, y había metido la pata a tal punto que mi mejor amiga estaba por echarme de aquí.

—¿Aprobada? —repetí con la garganta reseca—, ¿exámenes de qué?

—No te preocupes por eso, luego lo hablamos mejor —dijo restándole importancia y alguien más allá de nosotros le hizo una seña con la mano—. Dame un momento, tengo que dar una entrevista...

Se iba a ir, pero lo tomé del brazo.

—Espera, tengo que decirte algo importante...

Él me miró en espera de la cosa importante que le diría, abrí la boca, pero de esta no salió nada, ¿qué iba a decirle? ¿cómo iba a empezar a contarle esta complicada historia donde le diría que mi mejor amiga me mandaría de regreso a mi país mañana por acostarme con su papá? ¿de verdad podía confesarle esto?

—Te busco cuando organices tus ideas, mi amor—dijo Federico y me guiñó un ojo, se acercó inesperadamente y me dio un leve beso en los labios antes de soltarse de mi agarre y alejarse de mí.

Me quedé sin respiración, viendo como se alejaba y contuve el impulso de limpiarme la boca con el reverso de mi mano. Sentía que solo empeoraba la situación, ¿en qué momento me metí en esta pesadilla?

Busqué a Aurora con la mirada tal vez para ver si el enojo se le había pasado y ahora quería hablar conmigo, sin embargo cuando la vi se me quitaron las ganas en el momento en que la vi con Francia, ambas con una copa en la mano, estaba riéndose como si fueran las mejores amigas del mundo, no comprendía a Aurora, ¿por qué no me creía si a mí me conocía? Ella sabía que la amaba y la apreciaba como mi hermana... pero entonces lo supe, a veces los seres humanos somos una máquina de cometer estupideces.

Pasó uno de los camareros y agarré dos copas de vino tomándolas de un solo trago queriendo que me tragara la tierra o que de alguna manera pudiera retroceder el tiempo a aquel momento en el que empecé a tomar decisiones de manera impulsiva sin pensar en las consecuencias que ahora vivía, donde mi vida se había enredado más que un crucigrama.

No sabía qué seguía haciendo aquí, realmente ya me quería largar de este país. Crucé la seguridad hacia el pasillo que daba hacia las escaleras en dirección a otro pasillo que daba hacia mi habitación, pero en el camino pasé por la biblioteca, iba a seguir de largo pero percibí humor a cigarro y a whisky, me detuve en seco y me asomé empujando un poco la puerta, justo cuando Eros Dunkel alzó sus ojos azules tan claros que tocaban la plata hacia mí.

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora