Capítulo 23: El amo de tu cuerpo

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Capítulo 23: El amo de tu cuerpo

Eva Jenell

¡Ah! ¡Eros! —jadee poniendo mis ojos en blanco.

Señor Eros, nena... —susurró con voz ronca burlescamente empezando a mover la lengua por encima de mi clítoris con rapidez haciéndome arquear la espalda y aguantarme de las sábanas a mis costados ante las miles de sensaciones que me hacía sentir, mis piernas entrando en calor, mi vientre empezando a contraerse mientras él seguía moviendo la lengua como toda una bestia.

—Mierda, espera... —gemí, él apenas se separó murmurando:

—¿Qué?

—Nunca me habían hecho un oral —admití.

Él sonrió; una sonrisa que mostraba el asomo de sus dientes, su mirada oscurecida cuando murmuró:

—Entonces, seré tu primera vez.

Volvió a meter la cabeza entre mis piernas y empecé a mover las caderas sin poder quedarme quieta y sus manos me apretaron los glúteos para evitar que me moviera, mis piernas en sus fuertes hombros, sentía que no tenía escapatoria, solo podía jadear y disfrutar de todo lo que este hombre me estaba haciendo.

Maldición.

Ahora yo no tenía excusas, ahora estaba bastante sobria como para echarle la culpa al alcohol, estaba muy consciente de que no quería que se detuviera y que el padre de mi mejor amiga me estaba haciendo por primera vez sexo oral y yo no quería por nada del mundo que se detuviera.

Sus manos subieron a mis pechos dentro de mi camisa y me apretó mientras su lengua seguía apretando mi clítoris junto con sus labios, sentí que fue demasiado para mí, mis piernas cosquillearon tensándose, mi vientre se contrajo y jadee cuando me entregué al orgasmo hecho por su boca, mi cuerpo entero estremeciéndose. Él mordió sus labios mientras se quitaba el bóxer revelando su enorme polla erecta y seguidamente se subía sobre mí para alzarme la camisa, yo lo ayudé a quitármela por la cabeza quedando ahora enteramente desnuda en su cama.

Sus ojos azules claros me observaron con lentitud y yo pasé mi pie por su miembro erecto acariciándolo con suavidad viendo como se inclinaba ligeramente a un lado de lo largo y grueso que era.

—Quisiera follarte esa boquita —susurró con voz ronca poniendo una pierna sobre su hombro para dejarme completamente abierta ante él—. Pero necesito estar dentro de ti, ahora.

—¿Eros, el cond...? —pregunté sin embargo me interrumpí a mi misma en un gemido cuando empujó dentro de mí, piel con piel, profundo, adentro, haciéndome ahogar un gemido.

Señor Eros —replicó empezando a mover sus caderas con rapidez contra mí—, me vas a decir señor Eros, porque en este momento soy el amo de tu cuerpo, ¿comprendes?

—¡Ah! —grité el sonido de nuestras pieles chocando resonando—, ¡mierda!

—Así me gusta —susurró mientras pasaba dos de sus dedos tatuados por mi boca y luego bajaba la mano hacia mi cuello envolviéndome—, me gusta que grites todo lo que te hago. Me gusta sentir como recibes mi polla y como se siente tu coño mientras estas por venirte.

Su lengua pasó de mi barbilla hacia mis labios y se metió en mi boca para profundizar un beso profundo, esta vez se sentía diferente, ambos desnudos, ambos conectando nuestras almas a un intenso placer comprimido que ahora era desenfrenado.

No quería que se detuviera.

Empecé a sentir como empezaba a contraerse mi vientre, el calor empezando a subir por mis piernas, cuando él mordió mi labio inferior.

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora