Capítulo 19: Quítate el vestido

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Capítulo 19: Quítate el vestido

Eva Jenell

Me fui corriendo a un costado y salté un muro cayendo al vacío... estampándome de frente contra un montón de lodo pegostoso.

Uhg.

—¿Eva?

La voz profunda de Eros me hizo alzar la cabeza.

—¿Señor Eros Dunkel? —murmuré y me levanté, no era tan profundo el lugar donde caí, de hecho el muro me llegaba por la cintura, y vi a Eros ahí de pie con los brazos cruzados sobre su pecho y una mirada ligeramente curiosa, la camioneta negra detrás de él, al parecer venía solo.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Eso creo. —admití, no me dolía nada.

—¿Por qué te lanzaste? —cuestionó, su boca en una ligera mueca burlesca.

—Creí que me querían secuestrar. —cuando las palabras salieron de mi boca, me di cuenta de que sonaba algo absurdo.

—Bueno —dijo Eros—, ahora ves que no. Sal de ahí.

Me apoyé del muro para salir y él me ayudó, una vez afuera nuevamente en la calle, vi el vestido que me había prestado Aurora, estaba cubierto de lodo al igual que mis sandalias.

Joder, Aurora iba a matarme.

—Solo hay que llevarlo a la tintorería —comentó Eros.

Lo miré y tragué pesadamente saliva.

—¿Que pasó allá en el club? —pregunté—, ¿Aurora está bien? Vi que Federico tenía una pistola...

Él pareció comprender que tenía miles de preguntas en mi cabeza, sin embargo murmuró:

—Te lo explicaré en el camino, ya es muy tarde, pero ellos están bien, tú fuiste la que desapareciste.

Claro, yo salí huyendo por mi vida.

El frio ya empezaba a congelarme las piernas, quería llegar a darme un baño y ver si lograba calmar mis nervios.

—Vale. —murmuré y caminé hacia la camioneta, sin embargo, él me tomó del brazo deteniéndome, nuevamente su toque siendo fuego que traspasaba mi piel, alcé la vista encontrandome con sus profundos ojos azules resplandeciendo en la plata.

—Espera. —dijo.

—¿Qué pasa? —pregunté confundida.

Sus ojos se deslizaron por mi ropa, pierna y zapatos llenos de lodo.

—No subirás a ensuciar mi auto con ese vestido lleno de lodo. —expuso.

Fruncí el ceño.

—¿Y qué pretende que haga? —pregunté.

Una de la comisura de sus labios se estiró un poco hacia arriba y fijó nuevamente su mirada en mí cuando murmuró:

—Tendrás que quitarte el vestido, nena.

¿Qué?

¡Pero si no llevaba más que las bragas debajo!

Abrí la boca ofendida y me solté de su agarre.

—De ninguna manera —repliqué—, prefiero llegar caminando.

Él se encogió de hombros y respondió:

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora