Capítulo 67: atada a su cama, Parte I

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Capítulo 67: atada a su cama, Parte I

**Aurora Dunkel**

Horas, varías horas habían pasado desde que Igor me amarró a su cama y se fue a Dios sabe qué hacer, pero al menos me dejó la television encendida para que me entretuviera según él, intenté desamarrarme, pero no pude, así que solo me limité a inventar posibles rutas de escape en mi cabeza y posibles escenarios donde pudiera asesinar a Igor para escapar.

De repente él llegó, parecía que estaba recién bañado, su cabello húmedo botando algunas gotas por los costados de su rostro, no llevaba camisa mostrando su musculoso torso, solo unos boxers que se aferraban a sus caderas y al bulto en medio de sus piernas que no dejaba nada a la imaginación. Aun así logré ver en sus dedos pintura de diferentes colores cuando se acercó a la cama.

—¿Pintas? —pregunté.

—De vez en cuando —admitió—, ¿cómo sabes?

—Te vi las manos manchadas de tinta —dije—. De todas las cosas que pude pensar de ti, que fueras pintor no era una de esas.

Igor se acostó en la cama sin dejar de observarme con minuciosidad.

—¿Por qué?

—Puede ser porque me tienes literalmente secuestrada, atada a tu cama y eres un matón lo que me hizo pensar en que no podías ser un apasionado del arte y la pintura. — dije sin ocultar mi sarcasmo.

—Que mate personas no quiere decir que no tenga un lado creativo. —replicó con algo de entretenimiento.

Se acercó y arrimó un mechón de mi cabello a un costado de mi rostro, pero alejé la cara.

—No me toques.

Él pareció ligeramente entre sorprendido y entretenido ante mis cambios de humor cuando antes de llegar a su cama estaba tan ofrecida y ahora tenía un muro entre los dos.

—¿Cómo dices? —replicó con humor— ¿Ahora no quieres que te toque después de que te comí el coño y tú me chupaste...?

—No quiero estar contigo. —lo interrumpí—, me tienes amarrada y sin querer dejarme salir.

Él me observó por lo que me pareció una eternidad y yo me mantuve sería, mi plan era simple, hacer que me soltara de alguna forma escabullendome a su mente y creando algo de culpabilidad.

—¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? —preguntó ahora con curiosidad.

—Que soy virgen —dije— al menos antes de ti era completamente lo pura, sin haber sido tocada por ningún hombre y además estoy comprometida.

Decirlo me hizo sentir algo de remordimiento, me guardé tanto creyendo que mi mundo de Disney se haría realidad, que mi príncipe azul llegaría por mí con los mismos sentimientos que yo... Pero no fue así.

—¿Y lo sigues amando aún después de haberme probado a mí? —preguntó.

Me quedé mirando un punto del techo blanco con algunos relieves sobresalientes. Ahora cada vez que recordaba a Carmelo, me daba una especie de amargura, toda mi mente había sido invadida por Igor, tanto que casi no recordaba mi desafortunado incidente.

—Él me engañó, la última vez que lo vi, estaba besando a su hermana contra un árbol el día de nuestro ensayo de bodas con el rey —me reí a secas sin saber por qué le contaba esto a Igor.

Puede que fuera la leve oscuridad que nos rodeaba o su atención exclusiva hacia mí lo que me hacia tener de alguna manera más confianza.

—Y ya mi mejor amiga me había advertido que ellos se veían en secreto... —continué—No le creí hasta que lo vi y me golpeó, nunca creí que podría ponerme una mano encima. Pensé que lo amaba, realmente lo pensé, pero creo que solo estaba enamorada de la idea de enamorarme.

Nos quedamos en silencio por varios segundos, cuando voltee a mirarlo, vi que su rostro estaba rojo y tenía la quijada apretada. Él negó con la cabeza para decir:

—¿Y aún quieres casarte con él?

—No, pero estoy muy segura de que cuando vuelva no voy a tener opción, el rey Roman me va a obligar a casarme con él porque hay muchos beneficios de por medio para el reino, la mujer nunca tiene voz.

Siempre era así, mi bisabuelo era alguien que le gustaba el poder absoluto y antiguo porque él venía de otra generación, una donde los reyes eran crueles con las mujeres.

—¿Entonces quieres mantenerte virgen y pura para un enfermo que te engañó y golpeó incluso antes de casarte? —escupió con amargura sus palabras.

—Es lo que debo hacer. —solté.

—Es lo que te dijeron que debes hacer —replicó—, pero tan inocente no eres, sabes muy bien lo que haces cuando estas conmigo, eres sensual y muy adictiva, demasiado para guardarte por un hombre que no va a saber apreciar toda la sensualidad que desbordas.

Tragué pesamente saliva, relamí mis labios y entonces voltee para enfrentarme a su mirada, pero Igor se alejó de mi diciendo:

—Tranquila, no te tocaré aunque ciertamente, me muero por hacerlo.

De repente se levantó y me quitó las ataduras de las muñecas, me quedé muy quieta cuando también me quitó la de los pies, creo que nisiquiera respiré.

La venganza del rey (+21) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora