"Al nacer, el universo tuvo su momento estelar: las flores se inclinaron, el cielo se aclaró, los pajaritos entonaron su melodía más hermosa y el sol brilló con más fuerza. Según mamá, todo esto sucedió gracias a mi llegada, ¡y quién soy yo para con...
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Entre cigarrillos y castigos, quiero que Dionisio me beba.
—Entonces—Comenzó Merlia mirando al sátiro frente a ella—Percy y yo somos hijos de un Dios que puede reclamarnos mañana o nunca, y tenemos que vivir en la cabaña de Hermes Dios de los ladrones hasta que nos reclamen.
—Si, Joven Merlia.
La joven se recostó en la puerta del comedor, viendo como su hermano hablaba con dos de los hijos de Hermes, Luke Castellan y Chris Rodríguez, ambos chicos la habían invitado a sentarse con ellos, pero Merlia tan pronto como vio a Quirón se acercó a él para conversar.
—El problema es que yo se que papa no nos reclamara aun—Susurro Merlia viendo a su hermano—Pero él no tiene que saberlo.
—¿Sabes quien es tu padre?
—Claro que lo sé—La joven sonrió con picardía—Aunque lo conocí no tengo muchos recuerdos de él , pero mamá me dio detalles muy gráficos de cómo se veía, tenía seis años cuando se fue porque recordó que tenía una esposa bajo el mar. No se como se puede olvidar algo así.
Quirón sonrió levemente mirando a la chica, ya se hacía una idea de quién eran hijos, además del notorio olor que la chica desprende, agua salada, completamente a Maresia.
—¿Qué te parece el campamento, Merlia?
—Agradable por ahora—Dijo sonriendo ampliamente—Pero es algo incomodo que esa chica nos persiga.
—¿Qué chica?
—La de la gorra invisible, la que se llama como la muñeca diabólica.
Quirón rio levemente.
—¿Annabeth?
—Si, ella.
—Solo siente curiosidad por ustedes, principalmente por Percy.
—Se terminaran enamorando—Merlia sonrió con arrogancia mirando a Quirón—Eso no es solo curiosidad por el "nuevo".
—Quizás, aún son jóvenes.
—Ser jóvenes es relativo—Susurro arrugando su nariz al sonreír—¿Quiron?
—¿Sí?
—¿Puedes hacerme un favor?
—Dime, vere en que puedo ayudar.
—¿Puedes decirle al señor D que deje de mirarme?
Quirón soltó un suspiró, desviando la mirada para ver a Dionisio que miraba fijamente a la chica.
—¿Te está incomodando?
—No —respondió con picardía—. Pero si sigue lanzándome miradas así, voy a terminar desconociéndome a mí misma y lanzándome sobre el.
