"Al nacer, el universo tuvo su momento estelar: las flores se inclinaron, el cielo se aclaró, los pajaritos entonaron su melodía más hermosa y el sol brilló con más fuerza. Según mamá, todo esto sucedió gracias a mi llegada, ¡y quién soy yo para con...
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"We'll be a fine line"
Volamos en círculo sobre el centro de Manhattan, trazando una órbita alrededor del Monte Olimpo. En la cima de la montaña se elevaba el mayor palacio de todos: la resplandeciente morada de los dioses.
Los pegasos nos dejaron en el patio delantero, frente a unas enormes puertas de plata. Percy sostuvo mi mano con fuerza, y cuando vio que las puertas iban abrirse gracias una de las dos mujeres que se encontraban resguardando las puertas las detuvo.
—No entraré hasta que le busquen ropa nueva a mi hermana.
Grover, Thalia y Annabeth asintieron, los mire a los tres un poco aturdida.
—No importa Percy—Susurre ronca—Es solo sangre.
—A mi me importa—Dijo mirándome fijamente—Tu integridad es primero para mi.
—El Dios Apolo—Comenzó una de las mujeres, evitando mirarme cuando mis ojos fueron a su rostro—Y la Diosa Artemisa dejó ropa de repuesto preparada para usted, Merlia Jackson.
Thalia me acompaña a cambiarme de ropa, todo lo hacemos en silencio, ella gira la mirada al verme quitar mi pantalon lleno de sangre y ponerme uno negro, mi sueter, fue cambiado por un gran abrigo con capa negro tambien.
Al terminar, Thalia sostuvo mi mano, integrándonos al grupo, las puertas fueron abiertas permitiéndonos pasar. Y me preparé mentalmente para lo que venía, poniendo mi mejor máscara en mi rostro.
Doce grandes tronos formaban una U alrededor de la hoguera central, igual que las cabañas en el campamento. En el techo reducían todas las constelaciones, incluso la más reciente: Zoë la cazadora,avanzando por los cielos con su arco.
Todos los asientos se hallaban ocupados.Los dioses y las diosas medían unos cuantos metros de altura.
—Bienvenidos, héroes—Dijo Artemisa.
Había un esfera de agua suspendida en el centro de la estancia,junto a la zona de la hoguera. Bessie nadaba alegremente en su interior,agitando su cola de serpiente y asomando la cabeza por los lados y la base de la esfera.
Parecía disfrutar aquella novedad de nadar en una burbuja mágica. Grover permanecía de rodillas ante el trono de Zeus.
—¡Bravo!—Exclamó en cuanto los vio—¡Lo habéis conseguido!
Iba a correr a su encuentro cuando recordó que él estaba dando la espalda a Zeus y levantó la vista para solicitar su permiso.
—Anda, ve—Le dijo Zeus sin prestarle atención. El señor de los cielos miraba fijamente a Thalia aunque su mirada se desviaba hacia mí algunas veces.
Grover se acercó trotando. El redoble de sus pezuñas en el suelo de mármol resonaba por toda la sala.
Grover le dio aparatosos abrazos a Thalia y Annabeth.
