"Un bebe que crece muy rápido"
—Entonces, ¿debo tomarme todas estas pastillas? —pregunté, examinando con perplejidad la montaña de medicamentos que Apolo había dispuesto en mi mesita de noche.
—¡Por supuesto que sí, querida! —exclamó Apolo, moviendo las pastillas con entusiasmo casi desmedido, como si estuviera armando un castillo de naipes—. ¡Nuestro plan maestro para mantener tu salud de superheroína!
Mientras tanto, Artemisa, con su habitual gracia, sacudía las sábanas como si intentara deshacerse de una maldición antigua, y Afrodita abría las ventanas de par en par con una determinación digna de una heroína de telenovela.
—No es necesario que hagan todo esto por mí —insistí, intentando no ser eclipsada por el frenesí de mis primos divinos y mi tia abuela.
—¡Oh, no es molestia en absoluto! —aseguró Artemisa con una sonrisa que parecía más propia de un concurso de belleza que de una sesión de limpieza—. Lo hacemos porque sabemos lo difícil que debe ser para ti estar sin tu madre en estos momentos.
—Y, además —añadió Afrodita, con un destello de dramatismo en sus ojos celestiales—, ¡te mereces lo mejor! Pronto, tu barriguita estará tan grande que ni siquiera podrás alcanzarte los zapatos, querida.
—Entonces, ¿nos turnaremos para cuidarte? —propuso Apolo, acomodando una almohada con la precisión de un cirujano experto—. Uno de nosotros vendrá cada vez que necesites ayuda, y si todo falla, ¡tendrás un suministro inagotable de historias graciosas!
—¿Y qué opinas Zeus de todo esto? —pregunté, sabiendo que estaba cavando mi propia tumba con esa pregunta.
Apolo, Artemisa y Afrodita intercambiaron una mirada que podría haber rivalizado con la de unos cómplices en una película de detectives, pero ninguno respondió de inmediato.
—No lo sabe —intervine, antes de que las miradas cómplices se convirtieran en un interrogatorio divino—. ¿Cómo podría no saberlo?
—Bueno, técnicamente lo sabe —aclaró Apolo, con un toque de misterio en su tono—, simplemente no se ha dado cuenta de lo rápido que avanzamos.
Bajé la mirada hacia mi vientre, que había pasado de plano a abultado en cuestión de semanas. Era como si mi bebé estuviera entrenando para el maratón olímpico incluso antes de nacer, y eso planteaba algunas preguntas bastante interesantes sobre la verdadera naturaleza de mi embarazo.
—Todos están asustados —susurré, rompiendo el tenso silencio que se había instalado en la habitación. Artemisa y Apolo evitaron mi mirada como si fueran alumnos que intentaban evitar la mirada del profesor, pero Afrodita me miró con una mezcla de tristeza y preocupación—. Todos lo están.
Afrodita se acercó a mí, sentándose a mi lado en la cama. Su mano se posó con delicadeza sobre mi vientre, acariciándolo con ternura antes de encontrarse con mis ojos.
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ᴇɴᴛʀᴇ ᴅᴏꜱ ᴍᴜɴᴅᴏꜱ| ᴰⁱᵒⁿⁱˢⁱᵒ ᴰ'ᴼˡʸᵐᵖᵘˢ
Fanfiction"Al nacer, el universo tuvo su momento estelar: las flores se inclinaron, el cielo se aclaró, los pajaritos entonaron su melodía más hermosa y el sol brilló con más fuerza. Según mamá, todo esto sucedió gracias a mi llegada, ¡y quién soy yo para con...