"Al nacer, el universo tuvo su momento estelar: las flores se inclinaron, el cielo se aclaró, los pajaritos entonaron su melodía más hermosa y el sol brilló con más fuerza. Según mamá, todo esto sucedió gracias a mi llegada, ¡y quién soy yo para con...
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"Mentir y ocultar información, es lo mismo"
Apolo soltó un suspiro exasperado, su sarcasmo apenas contenido ante la situación tensa que se desarrollaba.
—Oh, claro, hagamos que el drama sea aún más intenso, ¿por qué no? —comentó, con un tono que sugería que estaba al borde de perder la paciencia.
Psique le lanzó una mirada reprobatoria antes de volver su atención hacia mí, con una expresión cargada de pesar.
—Merlia, está por llegar la hora de que enfrentes la verdad. Tienes que decidir entre el mundo humano y el mundo de los dioses. —su voz era suave, pero el peso de sus palabras se sentía como una losa sobre mis hombros.
—¡Oh, genial! —exclamó Apolo, con una falsa alegría que solo añadía más tensión al ambiente. —¡Hora de elegir entre una vida de responsabilidades mundanas o una eternidad lidiando con el drama divino! ¿Qué opción tan fácil, verdad?
—No ayuda, Apolo. —reprendió Psique, con una mirada de reprobación hacia el dios del sol.
—Lo siento, pero es la verdad. —respondió Apolo, encogiéndose de hombros con indiferencia.
—Vaya, gracias por recordármelo, Apolo, sin tu sarcasmo, esto sería todo un paseo en el parque. —respondí, rodando los ojos con exasperación mientras buscaba una salida humorística a la situación.
—Siempre es un placer, Merlia. —replicó Apolo con una sonrisa que rozaba lo siniestro, disfrutando claramente de mi sarcasmo.
En ese momento, la voz de Dionisio irrumpió en la conversación, su tono serio y autoritario rompiendo el silencio de la habitación.
—Merlia, ¿qué está sucediendo aquí? —Preguntó, su mirada buscando respuestas mientras se acercaba con paso firme hacia nosotros.
—Oh, nada importante, solo una pequeña crisis existencial, ya sabes, la típica mañana de domingo. —Respondí, con un tono ligero y sarcástico que parecía agotar la paciencia del dios del vino.
Dionisio frunció el ceño, claramente desconcertado por mi respuesta sarcástica.
—Merlia, esto no es momento para tus juegos. Necesito respuestas claras y directas. —su tono era firme, pero también había un rastro de preocupación en su voz.
—¿Juegos? ¿Quién está jugando? —respondí, aumentando deliberadamente el tono de sarcasmo en mi voz. —Solo estamos aquí debatiendo sobre el destino del universo, ¿qué podría ser más trivial que eso?
Apolo soltó una risita, claramente disfrutando del intercambio entre Dionisio y yo.
—Oh, sí, solo el destino del universo, nada importante en absoluto. —comentó con un tono de voz que rozaba lo burlón.
Dionisio suspiró, claramente frustrado por mi actitud.
—Merlia, por favor, en serio, necesito saber qué está pasando. No tengo tiempo para tus juegos de palabras.
