FanFic de 317.000 palabras (hasta ahora)
Esta historia comienza en el cuarto año y se desvía del canon oficial.
Se actualiza los domingos.
Harry Potter: El Cuervo entre el Ciervo y la Nutria.
Es una historia alternativa que narra cómo Harry se en...
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El silbido del tren se fundió con el murmullo de los pasillos, pero en el compartimiento de Harry, el silencio era una losa. Neville se había marchado tras un último gesto de preocupación diciéndole que buscaría a Hannah y a Susan para ponerse al día, dejando a Harry sumido en una soledad que le pesaba más que las cadenas del Wizengamot. Las risas amortiguadas de otros estudiantes le recordaban cuán lejos estaba de ser uno de ellos ahora. El proscrito, el mentiroso, el chico inestable.
Apretó los puños, sintiendo el filo de sus uñas clavarse en las palmas. El dolor en su cicatriz era un latido sordo, como si una mano invisible estuviera presionando una herida mal curada. Se quitó los anteojos por un instante, frotándose los ojos, pero el mundo se transformó en un torbellino de colores vibrantes: hebras de magia flotando entre los vagones, el resplandor dorado de los encantamientos de protección del tren, la neblina violácea de un encubridor cercano. Volvió a colocarse los anteojos rápidamente, ahogando un gemido. Control, se repitió. Siempre control.
La puerta del compartimiento se deslizó con un chirrido. Harry esperaba ver a Ron o a Hermione, pero eran Susan Bones y Hannah Abbott quienes asomaron sus rostros, incómodas como gatos en un tejado ajeno.
—Hola, Harry —saludó Susan, jugueteando con el borde de su túnica de Hufflepuff—. Eh... ¿Neville está...?
—Se fue a buscarlas —respondió Harry, más brusco de lo que pretendía.
—¡Ah! Claro —Hannah rió nerviosa, tirando de la manga de Susan—. Bueno, entonces... nos vamos.
Susan clavó los ojos en Harry, como si buscara algo en su rostro. En sus pupilas había una pregunta no hecha: ¿Es cierto lo de Voldemort? ¿O solo estás loco?. Pero Susan era una Bones; su tía Amelia había votado por absolverlo. Aun así, la duda era una sombra en su mirada.
—Cuídate, Harry —murmuró Susan antes de que Hannah la arrastrara fuera.
El tren atravesó un túnel, sumiendo el compartimiento en una oscuridad que a Harry le pareció cómoda. Cuando la luz regresó, alguien más estaba en la puerta: Cho Chang, su melena negra recogida en una coleta desordenada, sus ojos oscuros brillando con algo entre la pena y la curiosidad. Sus amigas que siempre parecían acompañarla a todos lados brillaban por su ausencia.
—Hola —dijo Cho, mordiendo el labio inferior—. ¿Puedo...?
Harry asintió, sin fuerzas para hablar. Esperaba que la chica no lo culpara por todo lo sucedido, pero el dolor de cabeza no le daba tregua, se encontró deseando que la chica simplemente se fuera. Cho se sentó frente a él, las manos entrelazadas sobre el regazo. El aroma a flor de cerezo de su perfume chocó con el olor a carbón del tren.
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