62. El apoyo

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El inicio de la noche fue interesante, más para la joven Lexy, quien se llenó de nervios cuando recibió a sus padres en la privacidad de su nuevo hogar y tuvo que quedarse junto a ellos mientras Joseph se reunía con sus amigos de la universidad y aquellos familiares que lo habían apoyado tras la muerte de su madre.

Su progenitora se mostró tan dócil que la joven estudiante de relaciones públicas se sintió confundida con la dulzura que la mujer le transmitió. Trabajaron juntas el resto de la noche y se encargaron de mantener sonrientes a los invitados y al centro de la fiesta: Joseph Storni.

Cuando por fin Lexy tuvo un tiempo a solas para respirar y quitarse los zapatos de tacón bajo que había elegido para acordar con su vestido, María Ignacia y Fernanda Campusano aparecieron por la puerta de su habitación para saludar y conversar y si bien Bouvier se mostró inquieta con su presencia, intentó ser lo más amable posible.

—¿Y ya te graduaste? —preguntó Fernanda, mostrándose ebria en cada palabra.

Lexy le dedicó una ladina sonrisa y negó con la cabeza, para acompañar su movimiento negatorio con un par de pasos que la hicieron rodar la cama que compartía con Storni.

Fernanda se quedó en su posición y detalló con ojo crítico cada cosa del dormitorio que se hallaba invadiendo y se fijó en la portátil de Lexy, esa que destacaba con poderío acomodada en el centro de una linda repisa para libros.

Suspiró hastiada y añadió:

—Entonces los rumores son ciertos. —Levantó las cejas, desafiante. Lexy la miró con intriga—. Le pusiste los cuernos a Esteban con Joseph —siseó burlesca y Lexy se sonrojó de golpe. Resultaba tan cierto como el mal presentimiento que tenía—. ¿Y no te dio vergüenza? —preguntó con prisa, mostrando su fastidio.

Lexy levantó un hombro, como si estuviera entregándole poca importancia al asunto y se quedó atenta a las actitudes nerviosas de María Ignacia, quien parecía inquieta e incómoda con la atrevida actitud de su amiga Fernanda.

—Emma iba a hacer karaoke, ¿y sí mejor regresamos? —preguntó María Ignacia, cogiendo a una borracha Fernanda por la cintura para empujarla fuera.

Lexy las miró con curiosidad por su indiscreción, con la lengua trabajada dentro de la boca y aunque María Ignacia hubiera querido tener un mejor primer encuentro con la nueva novia de Joseph, Fernanda Campusano —una de las primas de Esteban Campusano— se adelantó con su perniciosa lengua y atacó.

—¡Debería darte vergüenza lo que le hiciste a mi primo! —gritó Fernanda, desafiante, volteando para enfrentarla y atacarla; y si bien Lexy esperaba un ataque por parte de María Ignacia, la joven escondió la mirada, incómoda y avergonzada—. Ni siquiera lo has visitado en el hospital, lo has abandonado ahora que más te necesita —lloriqueó y Lexy se sintió confundida.

—No-No te entiendo... —siseó Lexy sin entender las palabras de Fernanda—. ¿En el hospital? —preguntó liada y se sorprendió cuando su madre ingresó ansiosa por la puerta.

Había escuchado los gritos de Fernanda desde el corredor central y no había dudado en buscarla para cerciorarse de que todo estuviera en orden.

Lo que vio no le gustó y tampoco tuvo que analizar en profundidad para entender que Lexy se hallaba en problemas.

—¿Qué haces aquí? —interfirió la madre de Lexy, esa que estaba deseosa por tener a su hija de regreso—. Tu familia tiene una orden de alejamiento, Fernanda, por favor, no hagas que llame a la policía y que la cosa se ponga más fea...

—Ahora que tienen a los Storni de su lado...

—No seas así, Feña, por favor, cálmate un poco —pidió María Ignacia, sintiéndose incómoda con tan desagradable situación en la que se hallaba atrapada.

Siempre míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora