71. La verdad sale a la luz

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La muchacha se quedó en completo silencio, sorprendida por las palabras que Joseph acababa de dedicarle. Le dolía ver al hombre esconder la mirada, pero más le dolía la cobardía que el mismo mostraba respecto al inestable futuro de su relación. No necesitaba formular más preguntas ni ser más astuta para entender que Joseph empezaba a rendirse poco a poco y que prefería sus proyectos personales por encima de su relación.

—¿Y si hablamos personalmente con Bustamante? —preguntó Lexy con inocencia, buscando sacar la verdad a la luz de la manera más transparente y salvar la relación—. Yo creo que podría entenderlo, amor, es un hombre justo.

Joseph levantó la mirada para reírse en su cara. Él sabía bien quien era Bustamante. Había ocultado sus secretos fraudulentos por mucho tiempo y, no obstante, la muchacha estaba ilusionada con ello, la risita cruel de su futuro esposo aplastó cada sueño en un abrir y cerrar de ojos.

Rezongó entre dientes cuando entendió que el hombre había cerrado toda posibilidad de llevar su relación más lejos, tal vez escondiéndose como hormigas del resto del mundo o planeando su boda en secreto; y, si bien en un principio de aquel amorío sexual en el que juntos es habían enmarañado, la incógnita de su conexión resultaba excitante, las cosas habían cambiado notoriamente y ahora Lexy estaba lista para gritarle al mundo su amor, para decirle a todos que Joseph era suyo, por lo que no le bastó mucho para tomar una decisión y aunque no estaba para nada segura sí era lo más lógico, prudente y correcto, ella estaba resuelta a ir más lejos, a dejar las cosas claras y a ser lo más sincera con todo el mundo e incluso con ella misma.

—Lo siento mucho, Joseph, pero yo le voy a decir a todos lo que está pasando y voy a empezar por Bustamante...

Si bien, Lexy esperaba que el hombre respondiera, que su cerebro hiciera 'clic' y reaccionara de manera correcta, eso nunca ocurrió y un tercer oyente se unió a su tensa discusión. Un oyente al que no esperaban.

—Si, señorita Bouvier, me gustaría saber qué es lo que está pasando aquí —replicó una masculina y poderosa voz.

La pareja se miró con horror a la cara, para luego mirar a la puerta de ingreso del amplio salón en el que se habían encerrado a discutir.

Se encontraron con Bustamante, quien los observaba curioso desde la distancia, con una mirada marcada en desencanto. Los detallaba a los dos por igual con el ceño bien arrugado y en sus labios no había sonrisa, solo una triste línea que atemorizó a los amantes.

Lexy fue la primera en responder, o al menos eso quiso, porque ninguna palabra coherente surgió de sus labios, solo un suspiro que despertó a Joseph de su aturdimiento de miedos.

—Sigo esperando —pidió Bustamante y tras él llegó Anne Fave, quien traía algunos archivos entre las manos y la respiración agitada.

—Señor, encontré...

—¡Ahora no, Fave! —exigió de mala gana y encendió todas las luces del salón para ingresar con paso firme—. ¿¡Cuánto tiempo llevan riéndose de mí?! —preguntó rabioso y Lexy titubeó cómo responder, pero Joseph tomó la palabra.

—Más de un año —contestó él con firmeza, listo para asumir las consecuencias.

—¡¿Más de un año?! ¿Y no te da vergüenza? —preguntó el gerente y se tocó el áspero mentón con fuerza—. Debí suponerlo —unió después con una burlesca carcajada, intentando comprender la verdad—. Debería despedirlos a los dos y sin ni un solo peso y ni recomendaciones...

—¡¿Qué?! —se alarmó Anne junto a él y se metió de lleno en la conversación—. ¿Por qué dices eso? —preguntó, haciéndose la tonta.

—No me tomes el pelo, Fave, de seguro tú también lo sabías —respondió Bustamante ante su pregunta y la miró con aprensión. Ella negó con la cabeza y miró a Joseph, siendo cómplice de su juego—. Si me lo niegas otra vez, voy a revocar tu contrato también.

Siempre míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora