Bakugo asintió, aceptando mi respuesta sin cuestionarla.
—Debe ser difícil a veces, estar sola con tu madre. Pero al menos tienes alguien que te cuida —dijo, su voz llena de comprensión.
Asentí, agradecida por su empatía.
—Sí, mi madre es mi mayor apoyo. ¿Y qué te gusta hacer en tu tiempo libre, Bakugo? —pregunté, queriendo cambiar el tema a algo más ligero.
Bakugo sonrió ligeramente, sus ojos brillando con entusiasmo.
—Me gusta entrenar, por supuesto. Pero también disfruto cocinar. Es algo que mi madre me enseñó y me ayuda a relajarme —admitió, un poco avergonzado.
Me sorprendió su respuesta y no pude evitar sonreír.
—¿Cocinar? Eso es genial. A mí también me gusta cocinar, aunque no soy tan buena. Tal vez podrías enseñarme algún día —sugerí, sintiéndome más cómoda al compartir este momento con él.
Bakugo asintió, su sonrisa ampliándose un poco.
—Claro, podríamos hacer eso. Podríamos cocinar algo juntos después de trabajar en el proyecto —dijo, su tono casual pero lleno de promesas.
Cuando ya estábamos cerca de mi casa, no pude evitar notar algo
—Bakugo, hueles a chocolate —dije, un poco sorprendida.
Bakugo se sonrojó ligeramente y apartó la mirada por un momento antes de contestar.—Son... son mis feromonas —admitió, un poco avergonzado—. Pero tú hueles a rosas.
Me sonrojé al escuchar eso, sintiendo una calidez en mi pecho que no había experimentado antes. Sonreí tímidamente.
—Gracias —susurré, agradecida por el cumplido.
Finalmente, llegamos a la puerta de mi casa. Me volví hacia Bakugo, nerviosa pero decidida.—¿Quieres entrar? —le pregunté.
Bakugo asintió, y juntos entramos en la casa. Al abrir la puerta, vi a mi madre esperándome con una expresión de preocupación en su rostro.
—¿Dónde has estado? —preguntó, su voz llena de preocupación.
—Estaba en la biblioteca, trabajando en un proyecto —respondí, tratando de calmarla.
Mi madre me miró con cuidado antes de notar a Bakugo parado detrás de mí. Su expresión cambió de preocupación a sorpresa.
—Oh, ¿quién es tu amigo? —preguntó, sonriendo amablemente.
—Él es Bakugo, un compañero de clase. Está ayudándome con un proyecto —respondí.
Mi madre asintió y se acercó a Bakugo, extendiendo la mano.
—Es un placer conocerte, Bakugo. Soy la madre de TN —dijo con una sonrisa.
Bakugo estrechó su mano y asintió respetuosamente.
—Encantado de conocerla, señora —respondió.
La conversación fluyó con facilidad, y mi madre pronto comenzó a contar historias embarazosas de mi infancia. Bakugo escuchaba con una sonrisa, riendo ocasionalmente.
—¿Sabías que TN solía correr por toda la casa con una capa, pretendiendo ser una heroína? —dijo mi madre entre risas—. Siempre decía que salvaría el mundo algún día.
Me sonrojé intensamente, deseando que el suelo me tragara. Bakugo se rió, mirándome con una mezcla de diversión y afecto.
—Eso suena como algo que haría —dijo, guiñándome un ojo.
La conversación continuó, llena de risas y anécdotas. Sentí una calidez en el corazón al ver lo bien que Bakugo se llevaba con mi madre.
Después de un rato, Bakugo se puso de pie, dándose cuenta de la hora.
—Es tarde, debería irme —dijo, mirando su reloj.
—Gracias por venir, Bakugo. Ha sido un placer conocerte —dijo mi madre, sonriendo.
—Gracias por invitarme —respondió él, dirigiéndose hacia la puerta.
Lo acompañé hasta la salida, y cuando estábamos solos, me volví hacia él.
—Gracias por todo hoy. Significa mucho para mí —dije, sintiendo una conexión profunda con él.
—De nada, TN. Siempre estaré aquí para ti —respondió Bakugo con una sonrisa cálida antes de despedirse y alejarse.
Cerré la puerta y me apoyé contra ella, sintiendo una mezcla de felicidad y gratitud. Justo cuando me giraba para ir a mi habitación, mi madre llamó mi atención con un tono serio.
—TN, ven aquí un momento —dijo, su expresión más seria de lo habitual.
Me acerqué a ella, sintiendo una ligera tensión en el aire.
—¿Él sabe que eres omega? —preguntó mi madre, mirándome con preocupación.
Asentí lentamente, tratando de no mostrar cuánto me afectaba la conversación.
—Sí, lo sabe. Lo descubrió hoy en la enfermería. No tenía otra opción que decírselo —respondí, mi voz apenas un susurro.
Mi madre me miró en silencio por unos momentos, evaluando mis palabras.
—¿Y cómo reaccionó? —preguntó finalmente, su tono más suave.
—Fue... sorprendentemente comprensivo. Me prometió que no diría nada y que estaría allí para mí —dije, sintiendo una pequeña sonrisa asomarse en mis labios al recordar la calidez de Bakugo.
Mi madre asintió, su expresión suavizándose.
—Me alegra escuchar eso. Solo quiero que estés segura, y que sepas que puedes confiar en nosotros. Pero también quiero que seas cuidadosa, TN. No todos serán tan comprensivos —dijo, envolviéndome en un abrazo protector.
—Lo sé, mamá. Gracias por preocuparte —respondí, sintiendo el alivio de su apoyo.
Nos quedamos así por un momento, abrazadas, antes de que ella me soltara.
—Ahora, ve a descansar. Ha sido un día largo —dijo, acariciando mi mejilla.
Asentí y me dirigí a mi habitación para descansar. Me arreglé para ir a la cama y, después de despedirme de mi madre, me acosté. Justo cuando me estaba acomodando, mi teléfono sonó. Lo agarré y vi que tenía un mensaje de Bakugo.
"Ya llegué a casa. La pasé muy bien hoy. ¿Cómo sigue tu espalda? Aún no lo he olvidado. Cuídate y no te lastimes más."
Sonreí al leer su mensaje, sintiendo una calidez en mi corazón. Le respondí rápidamente, agradecida por su preocupación.
"Gracias, Bakugo. Mi espalda está un poco mejor. Yo también la pasé muy bien. Cuídate tú también."
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Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)
FanfictionTener que pasar por discusiones y peleas familiares a diario, soportar las frecuentes humillaciones en la escuela y no tener en quién apoyarse la tenían cansada. Aun así, trataba de seguir adelante con la esperanza de que todo mejorara. ¿Será que el...