Cap 47

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Bakugo no perdió el tiempo respondiendo. En cambio, se lanzó hacia adelante con una fuerza implacable. Mi padre intentó detenerlo, pero Bakugo lo apartó con un golpe tan fuerte que lo hizo retroceder, cayendo contra la pared. La habitación se llenó de un caos absoluto, y todo sucedió tan rápido que apenas podía procesarlo.

El alfa mayor, aunque más viejo, era fuerte y tenía experiencia en peleas. Se enfrentó a Bakugo con una fuerza que no esperaba, y durante un momento que pareció eterno, los dos se enzarzaron en una lucha brutal. Los sonidos de golpes, respiraciones agitadas, y gruñidos llenaron el aire, mientras yo, aún atada, luchaba por mantenerme consciente.

La pelea era desigual. Bakugo, aunque lleno de determinación y rabia, no podía igualar la fuerza del alfa mayor. Cada golpe que recibía parecía debilitarlo más, pero no se rendía. Lo veía tambalearse, su rostro ensangrentado, pero se levantaba una y otra vez, como si la idea de perder fuera impensable.

Finalmente, el alfa mayor logró asestar un golpe devastador, arrojando a Bakugo contra la pared con tal fuerza que el sonido del impacto resonó en la habitación. Sentí que el mundo se detenía mientras veía a Bakugo caer al suelo, jadeando, su cuerpo temblando de dolor.

-¡No! -grité, el terror y la desesperación atrapándome en un nudo en la garganta. Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras intentaba liberarme de las cuerdas, inútilmente.

El alfa mayor, jadeando, se acercó a Bakugo con una expresión de triunfo en su rostro.

-¿Ves lo que pasa cuando te metes donde no te llaman? -dijo con desprecio-. Ahora, te voy a enseñar lo que significa desafiarme.

Con una lentitud deliberada, el alfa mayor sacó un arma de su chaqueta, apuntándola directamente al pecho de Bakugo. El miedo me recorrió como un relámpago, y mi mente gritaba en silencio, negándose a aceptar lo que estaba viendo. No podía permitir que esto sucediera, no podía dejar que Bakugo muriera.

Desesperada, me retorcí con todas mis fuerzas, tirando de las cuerdas que me ataban hasta que, milagrosamente, se aflojaron. El dolor en mis muñecas y tobillos no importaba, solo tenía un pensamiento en mente: detener al alfa mayor antes de que apretara el gatillo.

Con un grito de pura desesperación, me lancé hacia el arma, interponiéndome entre Bakugo y el alfa mayor. El tiempo pareció detenerse mientras me arrojaba sobre Bakugo, mi cuerpo temblando de miedo y determinación.

-¡Aléjate de él! -grité, mi voz desgarrada por el miedo y la desesperación.

El alfa mayor me miró con sorpresa, como si no pudiera creer que me hubiera liberado, y luego su expresión se volvió fría y peligrosa.

-Eres más terca de lo que pensaba -espetó, levantando el arma para apuntarme directamente.

Antes de que pudiera reaccionar, sentí una mano dura en mi brazo, tirándome hacia atrás. Mi padre se había lanzado hacia mí, con los ojos llenos de furia.

-¡Quítate de en medio! -gritó, sacudiéndome con fuerza-. Esto es por tu bien, maldita sea.

Pero no podía dejar que lo hiciera. Luché con todas mis fuerzas, tratando de liberarme de su agarre, pero él era demasiado fuerte. Me levantó del suelo, apartándome de Bakugo, y me lanzó hacia un lado con tal fuerza que caí al suelo, jadeando por el dolor.

El alfa mayor se acercó a Bakugo, levantando el arma una vez más. Mi corazón se detuvo al ver la determinación en sus ojos. No había nada que pudiera detenerlo, y el horror de lo que estaba a punto de suceder me atravesó como una daga.

Pero en ese momento, Bakugo, herido y debilitado, reunió lo que le quedaba de fuerza y se lanzó hacia adelante, golpeando el brazo del alfa mayor con un movimiento rápido y preciso. El disparo resonó en la habitación, pero la bala se desvió, impactando en la pared a un lado.

El alfa mayor gruñó de frustración y dolor, retrocediendo mientras Bakugo se levantaba con dificultad, la sangre manchando su camisa. Mi padre, al ver que el alfa mayor había perdido el control de la situación, se lanzó hacia Bakugo, dispuesto a terminar lo que había comenzado.

-¡No permitiré que arruines esto! -gritó mi padre, su voz cargada de odio mientras se abalanzaba sobre Bakugo.

Los dos se enzarzaron en una pelea brutal, con golpes llenos de rabia y desesperación. Bakugo, a pesar de estar herido, se defendía con una fuerza inhumana, negándose a ceder ante mi padre. Pero sabía que no podría resistir mucho más. La sangre seguía fluyendo de su herida, y cada movimiento parecía drenarlo aún más.

El alfa mayor, recuperando su compostura, vio su oportunidad y levantó el arma de nuevo, esta vez apuntando a Bakugo y mi padre, como si no le importara quién cayera primero. El terror me paralizó por un momento, pero luego, sin pensarlo, me levanté del suelo y corrí hacia él, decidida a detenerlo de una vez por todas.

Me arrojé sobre el alfa mayor, golpeando su mano con todas mis fuerzas, y el arma salió disparada de sus dedos, cayendo al suelo con un ruido metálico. El alfa mayor me miró con una furia indescriptible, sus ojos llenos de odio.

-¡Tú pequeña...! -gritó, agarrándome por el cuello, levantándome del suelo con una fuerza aterradora. Mis pies colgaban en el aire, y el dolor me recorrió el cuerpo mientras luchaba por respirar. Sus ojos brillaban con una furia inhumana, y su sonrisa sádica me decía que no tenía intenciones de detenerse.

Justo cuando pensé que todo estaba perdido, un destello de movimiento a mi derecha captó mi atención. Bakugo, con la poca fuerza que le quedaba, había logrado levantarse. Sus ojos se encontraron con los míos por un breve segundo, llenos de determinación y desesperación. Antes de que pudiera reaccionar, lo vi moverse, y un brillo de acero apareció en su mano.

Con una rapidez inesperada, Bakugo se lanzó hacia el alfa mayor, hundiendo un cuchillo en su espalda. El alfa soltó un grito de dolor y sorpresa, soltándome instantáneamente. Caí al suelo, tosiendo y jadeando, mientras el alfa mayor se giraba bruscamente, liberando un rugido lleno de rabia. Aunque Bakugo no había logrado apuñalarlo en el lugar que deseaba, el ataque fue suficiente para desorientarlo.

El grito del alfa resonó en la habitación, llamando la atención de mi padre, que hasta ese momento había estado observando la escena con una satisfacción maligna. Al escuchar el grito, su rostro se transformó en una máscara de preocupación y furia.

-¡¿Qué demonios haces?! -gritó mi padre, sacando su arma y apuntándola hacia Bakugo, dispuesto a terminar lo que el alfa no había podido.

El alfa mayor, ahora herido y tambaleándose, giró la cabeza hacia Bakugo, con los ojos inyectados en sangre. Su furia se había multiplicado, y por un momento, pensé que no habría manera de detenerlo.

Sin embargo, antes de que cualquiera de ellos pudiera reaccionar, las sirenas de la policía comenzaron a resonar fuera del edificio. Las luces azules y rojas parpadearon a través de las ventanas, y el caos se desató.

El alfa mayor, debilitado por la herida y consciente de la llegada de las autoridades, retrocedió, su rostro una mezcla de rabia y dolor. Bakugo se mantuvo firme, a pesar de su estado, preparado para cualquier cosa.

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¡Hola, mis queridos lectores! Espero que todos se encuentren muy bien. Quería tomar un momento para saludarlos y agradecerles por acompañarme en esta historia. ¿Qué les pareció el capítulo? Un poco intenso ¿verdad? Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo al escribirlo. No olviden votar y dejar sus comentarios.

Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora