cap 36

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Asentí, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que tenía suerte de tener a alguien como Bakugo en mi vida, alguien que se preocupaba por mí y quería ayudarme. Pero al mismo tiempo, sabía que tenía que protegerlo de la oscuridad de mi pasado, al menos hasta que pudiera encontrar una manera de manejarlo.

Nos despedimos con un abrazo, y lo observé mientras se alejaba, su figura fuerte y confiada se desvanecía en la distancia. Una vez que estuvo fuera de vista, dejé escapar un suspiro tembloroso y comencé a caminar hacia casa, mi mente llena de pensamientos oscuros y temores.

Al llegar a casa, sentí un nudo en el estómago. El ambiente era tenso, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. Abrí la puerta con cautela y entré, esperando encontrar a mi madre en la cocina o en la sala. Sin embargo, lo que vi me hizo congelarme en el acto.

Mi padre estaba de pie en el centro de la sala, con una expresión de furia contenida. Mi madre, con la mirada baja y las manos temblorosas, estaba a su lado. Sentí un escalofrío recorrerme cuando vi el rastro de una reciente discusión en sus rostros.

—¿Dónde has estado? —preguntó mi padre con voz áspera, sus ojos fijos en mí como un halcón.

—Estaba en la escuela —respondí, mi voz apenas un susurro. Intenté mantener la calma, pero el miedo se arremolinaba en mi pecho.

Él avanzó hacia mí con pasos lentos pero seguros, y en ese momento supe que algo estaba terriblemente mal. Sus ojos se estrecharon, y su nariz se arrugó ligeramente, como si oliera algo desagradable.

—¿Qué es ese olor? —dijo de repente, su tono lleno de desdén. Me quedé inmóvil, sin saber a qué se refería.

—No... no sé de qué hablas —respondí, mi voz temblando. Pero en ese momento, algo en su expresión cambió. Sus ojos se abrieron más, y una chispa de reconocimiento pasó por su rostro.

—Ese olor... —murmuró, y de repente, su expresión se volvió feroz—. ¡Es el olor de un omega!

Mi corazón se hundió. Sentí como si el mundo se cerrara a mi alrededor. No, no podía ser... ¿Cómo había descubierto...? En ese instante, comprendí que mis feromonas, probablemente alteradas por el estrés y la ansiedad, habían delatado mi verdadera naturaleza.

—No... —empecé a decir, pero mi padre avanzó rápidamente hacia mí, y antes de que pudiera reaccionar, me agarró del brazo con fuerza.

—¡Mentiste! —gritó, su rostro retorcido por la ira—. ¡Tu madre me dijo que eras beta! ¡Que no tenías nada que ver con esa escoria de omegas!

Miré a mi madre, buscando algún tipo de apoyo o consuelo, pero su rostro estaba pálido, y no pudo sostener mi mirada. Sabía que había intentado protegerme, pero ahora, toda la verdad estaba saliendo a la luz, y no había forma de esconderla.

—Yo... no quería que supieras —traté de explicar, mis palabras atropellándose en mi boca—. Tenía miedo de cómo reaccionarías.

Mi padre soltó una risa amarga, y su agarre en mi brazo se hizo más fuerte, dolorosamente fuerte.

—¡Miedo! —escupió, su aliento caliente y desagradable en mi cara—. ¡Debiste tener miedo! ¡No voy a tolerar que mi hija sea un omega!

Me empujó con fuerza, haciéndome tambalear. Tropecé y caí al suelo, sintiendo un dolor agudo en mi costado. Antes de que pudiera levantarme, él estaba sobre mí, sus ojos llenos de odio.

—¡No eres más que una desgracia! —gritó, y sentí un golpe en la mejilla. El impacto fue tan fuerte que me hizo ver estrellas, y el sabor metálico de la sangre llenó mi boca.

—¡Para, por favor! —gritó mi madre, intentando interponerse, pero él la empujó a un lado con facilidad. Ella cayó al suelo, gimiendo de dolor.

Mi mente estaba en pánico. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo podía detener esto? Mi padre era más fuerte, más grande, y estaba furioso. No podía permitirme el lujo de pelear, pero tampoco podía quedarme quieta y dejar que nos lastimara a ambas.

—¡Basta! —grité, levantando una mano para defenderme, pero él solo se rió y me agarró por el cuello, levantándome con facilidad.

—Tienes suerte de que no te saque de esta casa ahora mismo —dijo, su voz baja y peligrosa—. Pero esto no se queda así. Voy a asegurarme de que te quedes en tu lugar, como la buena omega que eres.

Me soltó, dejándome caer al suelo en un montón. Mi cuerpo dolía por todas partes, y sentí lágrimas de impotencia y dolor correr por mis mejillas. Miré a mi madre, que se estaba incorporando lentamente, con una expresión de terror en su rostro.

—Vete a tu habitación —ordenó mi padre, su voz fría y despectiva—. Y tú —dijo, señalando a mi madre—, ven conmigo. Tenemos que hablar.

Sabía que discutir con él solo empeoraría las cosas, así que hice lo que me ordenó. Me levanté lentamente, tambaleándome, y me dirigí a mi habitación, cerrando la puerta tras de mí. Sentí como si el peso del mundo estuviera sobre mis hombros.

Me dejé caer en mi cama, abrazando mis rodillas, tratando de contener los sollozos que amenazaban con romper el silencio. Mis pensamientos eran un torbellino de confusión, miedo y desesperanza. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo podía seguir adelante después de esto? Y lo más aterrador de todo, ¿cómo podía protegerme a mí misma y a mi madre de mi propio padre?

Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora