Pasaron horas, y la noche se volvió más oscura y fría. Nadie había venido a buscarme. Me sentía atrapada en un pozo sin fondo, donde el tiempo se detenía y el dolor se multiplicaba. ¿De verdad a nadie le importo?
Cada sonido que escuchaba fuera del almacén me hacía temblar. ¿Era alguien que venía a rescatarme o simplemente el eco de mis propios pensamientos? La esperanza se encendía brevemente solo para ser aplastada por la cruel realidad de mi soledad.
Me preguntaba si Bakugo estaría buscando una explicación o si realmente me había abandonado. ¿Y Eijiro? ¿Acaso estaba también convencido de que no valía la pena? ¿Cómo podía todo haber cambiado tan rápido?
El dolor en mi pecho se volvía insoportable, una presión constante que me impedía respirar con normalidad. ¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué la vida era tan injusta? Las lágrimas no cesaban de caer, mojando mis mejillas y dejando una sensación de ardor en mis ojos.
Las palabras de Toga seguían resonando en mi mente, su risa burlona, su mirada cruel. ¿Por qué ella encontraba placer en mi sufrimiento? ¿Qué clase de persona podía ser tan despiadada? La desesperación se mezclaba con el miedo, creando un torbellino de emociones que me dejaban exhausta.
Con cada minuto que pasaba, mis pensamientos se volvían más oscuros. ¿Qué pasaría si nadie venía a buscarme? ¿Cuánto tiempo podría soportar esto? La idea de pasar otra noche en ese lugar me aterrorizaba.
A medida que avanzaba la noche, el cansancio y el dolor se apoderaron de mi cuerpo. Cada movimiento era un esfuerzo, cada pensamiento un tormento. Me sentía completamente desamparada, perdida en un mar de angustia y desesperación.
—¿Por qué nadie viene a buscarme? —murmuré entre sollozos, mi voz quebrada por el dolor—. ¿De verdad estoy tan sola?
El silencio del almacén era mi única respuesta, un silencio que parecía gritar la verdad que temía aceptar. Cerré los ojos, deseando que el dolor desapareciera, que todo esto fuera solo una pesadilla.
Cuando finalmente el agotamiento me venció, me acurruqué en el suelo frío y húmedo, dejando que el sueño me envolviera en su oscuro manto. Pero incluso en mis sueños, el miedo y la desesperación seguían acechándome, recordándome la cruel realidad de mi situación.
Al día siguiente, me desperté con un sobresalto, el cuerpo dolorido y la mente aún nublada por la confusión y el miedo. La luz del amanecer se filtraba débilmente por una pequeña ventana, apenas iluminando el almacén.
—¿Aún no ha venido nadie? —mi voz salió como un susurro, llena de incredulidad y dolor.
Me levanté lentamente, sintiendo cómo el frío había calado en mis huesos durante la noche. Me acerqué a la puerta, golpeándola con fuerza, desesperada por una respuesta.
—¡Por favor, alguien! ¡Ayuda! —grité con todas mis fuerzas, mi voz resonando en el vacío.
La falta de respuesta era un golpe directo a mi corazón. ¿De verdad a nadie le importo? Las dudas y el miedo se arremolinaban en mi mente, haciendo que cada segundo se sintiera como una eternidad.
Me desplomé contra la puerta, sintiendo cómo las lágrimas volvían a inundar mis ojos. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a salir de esto? La desesperación me consumía, dejándome sin aliento.
—Por favor, alguien... —susurré, mi voz quebrada y débil—. No puedo estar sola...
El sonido de mis sollozos era lo único que rompía el silencio, un eco de mi propia desesperación. Me sentía atrapada, sin salida, sin esperanza. ¿De verdad nadie vendría a buscarme? ¿Acaso mi vida no valía nada para ellos?
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Verdades Ocultas (Bakugo X Tn)
FanfictionTener que pasar por discusiones y peleas familiares a diario, soportar las frecuentes humillaciones en la escuela y no tener en quién apoyarse la tenían cansada. Aun así, trataba de seguir adelante con la esperanza de que todo mejorara. ¿Será que el...